Título: CRAZY HOUSE - Aventura 1
Pareja: YabuHika, Tadaiki, Okanoo, Yamajima, Chiitaro
Género: UA, Família, Humor
Tipo: One-shot (o puede que el primer episodio de una serie de hechos que ocurren en la misma casa o.o?)
Palabras: 2263
Sumario: Sobre como Yama-chan se hirió y Ryu hizo una promesa inviolable a su media naranja.
Aviso: Incluye a Keiko (Inoo) siendo un incordio, camisetas de conjunto, un provador y Takaki siendo... bueno, Takaki.
NA: Esta historia salió de un cúmulo de frases tontas que GiGi me pasó un día por teléfono. Por si alguien se enamora de este universo y quiere que haga más paranoias de estas, lo único que necesito son frases random de cada uno de los chicos (por ejemplo: Yabu vestido de perro).
NA2: Ya os dije que era una paranoia, pero espero que os guste ^^ Espero que entendais que, como paranoia que es, esta historia incluye muchos OOC.
NA3: Para mayor coherencia de la historia, algunos de los miembros son chicas.
21 de Julio de 2011
Esa podría parecer una tarde cualquiera en la casa Yabu-Takaki y de hecho lo era, en esa casa siempre había una corriente constante de personas y mascotas, y eso era justamente por el carácter de casa difamiliar que tenía.
En esa casa habitaban, como bien señala el nombre, la familia Yabu (formada por Yabu Kota, su esposa Hikaru y sus tres hijos Ryutaro, Yuto y Keito, de 4, 8 y 15 años respectivamente) y la familia Takaki (integrada por Takaki Yuya, su mujer Daiko y sus tres hijos Keiko, la mayor, de 16 años, Ryoko -apodada Yama-chan por una excursión que hicieron cuando ella era pequeña-, la hija mediana, de la misma edad de Yuto, y Yuri (a quien todos llamaban Chii por un error de Ryu al llamarle igual que al perro que una vez tuvieron cuando empezaba a hablar), que tenía 5 años).
Desde que había entrado en el instituto, Keiko había estado demasiado ocupada con sus deberes y exámenes como para pasar tiempo con su familia (y los Yabu). Por ese motivo, su madre había estado preocupada y esa última semana había intentado sacarla de su cuarto, con el propósito de que se distrajera un rato, pero la chica no le había hecho caso y estaba empezando a hacerle perder la paciencia.
Como último recurso, esa tarde había intentado amenazarla con que se le caería el pelo si no dejaba de pensar tanto, pero lo único que había conseguido era una respuesta impertinente de su hija y empezar a preocuparse ella también por eso.
Mientras, en el salón, Yuya había cogido por banda a los dos hijos mayores de su mejor amigo y había decidido darles ‘la charla’.
El padre de la familia Takaki pensaba que Keito ya era los suficientemente mayor como para saber que tenía que usar protección si en algún momento llegaba hasta el final con alguna chica que le gustara, y creía que a Yuto tampoco no le vendría mal saberlo.
Con el fin de evitar que hicieran alguna tontería en el futuro, había planeado asustarles un poco.
Al ver al pequeño Yuri espiando lo que su padre hacía con los dos niños Yabu mayores, Hikaru se acercó a él, de la mano de su hermana, Ryoko, y le dijo:
- Yuri-chan, ¿quieres venir con nosotras a comprar ropa?
- Eh? Ah, ¡Hai!
Una vez en la tienda, Hikaru dejó a los dos hermanos en la sección de ropa infantil, pidiéndoles que escogieran algo, que ella se lo iba a comprar cuando se fueran, y se fue a buscar algo que hacía tiempo que tenía ganas de comprar.
Mientras ella estaba escogiendo un par de camisetas de conjunto para ella y su querido Kota, Chii se metió en un probador para jugar con el espejo y se quedó atrapado allí. Hikaru fue a pagar la ropa que había escogido y, después, a buscar a los dos pequeños, pero lo encontró fue a una desesperada Ryoko llorando y a un asustadísimo Yuri atrapado en un probador. Al parecer, la niña se había caído cuando intentaba ayudar a su hermano a salir de allí y se había golpeado la cabeza al tocar el suelo.
La mujer abrió la puerta del probador y sacó al pequeño de allí, luego, cogiendo de la mano a Yama-chan y con Chii en brazos, los tres se fueron al hospital para ver si el golpe que la niña se había dado era muy grave o no.
Mientras esperaban en la sala de espera, Hikaru llamó a su marido para avisarle de que iban a tardar un poco más, y le contó todo lo sucedido.
- ¿Quién era, papa? -preguntó Yuto que había oído como su padre hablaba por teléfono.
- Mama -respondió el hombre, y, sin pensar, le contó a su hijo lo que había pasado y el por qué de la demora de su madre y sus compañeros de casa.
No había sido buena idea. Tan pronto vio las lágrimas empezando a formarse en los ojos de su hijo, Kota se dio cuenta, había pronunciado la palabra ‘hospital’, después de casi perder a su esposa en el nacimiento de su hijo más pequeño, esa palabra se había convertido en tabú a los oídos de Yuto, y a él se le había olvidado en aquel momento y la había cagado.
- Yama-chan, ¿se morirá?
- No… no, no, no, no, no… Ryoko-chan va a estar bien, sólo ha sido un golpe en la cabeza… -contestó el hombre a la pregunta de su hijo, aún regañándose mentalmente por no haberse acordado del peor miedo del niño.
- ¡¿Que qué le ha pasado a mi Ryoko?! -gritó Yuya, metiéndose en la conversación dramáticamente (saliendo de un armario).
- Nada, sólo se ha dado un golpe en la cabeza.
- ¡¡¿Dónde está mi niña?!!
- Hikaru la ha llevado a urgencias por si acaso.
- ¡¡¡Daiko!!! ¡¡Keiko!! ¡Todo el mundo en esta casa! ¡¡¡¡Nos vamos a urgencias, preparaos!!!!
- Yuya, de verdad, no tienes que…
- ¡Cállate, Kota! Vamos, ven conmigo. -con esas palabras, el cabeza de familia de la familia Takaki, se llevó al mayor a su habitación.
Unos minutos más tarde, todo el mundo estaba en la entrada, esperando a quien había montado todo ese pollo, quien aún estaba en su habitación con su mejor amigo.
- Yuya… ¿de verdad tenemos que vestirnos así?
- ¡Pues claro que sí! ¡Estoy seguro de que a Ryoko le va a encantar que vayamos a verla de esta manera! ¿O vas a decirme que crees conocer a mi hija mejor que yo?
Ante ese comentario, Kota suspiró, y los dos salieron de la habitación donde habían estado hasta entonces. Yabu vestido de perro y Takaki, de rata.
- ¿Qué te crees que estás haciendo, vestido así? -regañó Daiko a su marido, dándole una colleja-. ¡Si quieres ir a urgencias a ver a tu hija al menos vístete adecuadamente!
- Hai, hime-sama…
- ¡Y espabíla! -le apresuró la mujer.
- Que penoso -murmuró Keiko por lo bajo, intentando que su madre no la oyera.
Keito sólo sonrió, incómodo, y Yuto y Ryutaro rieron abiertamente, cosa que sólo su condición de niños les permitía.
Ahora sí, unos diez minutos más tarde, todo el combo llegaba al hospital, en la puerta del cual les esperaban Hikaru, Ryoko y Yuri, el menor de ellos, llorando.
Al verlos, Ryu se puso a correr hacia ellos y se abrazó a las piernas de su madre. Ignorando a Chii, le preguntó a Yama-chan si se encontraba bien. La mayor le miró y asintió con la cabeza. Al ver eso, Yuri empezó a hacer más morros todavía y, intensificando su llanto, le gritó:
- ¡Ryu-chan es horrible! ¡¡Daikirai!!
Ryutaro se quedó de piedra, ¿qué le había hecho? Las lágrimas empezaron a formarse en sus ojos pero no pudo decir nada porque entonces llegaron los demás y su madre le cogió en brazos.
- ¡¡Ryoko!! -gritó Takaki-padre- ¿Estás bien? ¿¿Te has roto algo??
- No, papá, estoy bien.
Al oír eso, el hombre empezó a llorar a lágrima viva, haciendo que su mujer suspirara y siendo ignorado por todos los demás.
El grupo se dividió y volvieron a casa.
Tan pronto llegaron, Keito aprovechó la confusión para arrastrar a Keiko a su habitación.
- Keiko-chan…
- ¿Mmh?
- Hoy, tu padre me ha dicho algo que me ha hecho reflexionar… Hay algo que quiero contarte.
- ¿Nani?
- Yo… ¡Keiko-chan ga daisuki da! -dijo el chico, con la cabeza mirando hacia abajo.
- ¿Eh? A-atashi mo, daisuki desu… -contestó la chica, sus mejillas tan rojas y de la misma temperatura que el fuego.
- Hontou?
- H-hai…
Al oír eso, el chico la besó ‘apasionadamente’, decidido a eliminar dos problemas de una sola tirada (su virginidad y el exceso de trabajo de la mayor).
Yuto acompañó a Ryoko a su habitación y la ayudó a meterse en la cama.
- Yu-chan -le llamó ella, cuando el chico ya se iba hacia su cuarto.
- ¿Ha-hai? -contestó él.
- Has estado raro… ¿pasa algo? -al oír eso, el chico no pudo evitar que las lágrimas empezaran a formarse en sus ojos otra vez.
- Y-Yama-chan… n-no vas a morirte, ¿verdad?
- Claro que no, ¿de dónde has sacado esas tonterías?
- E-es que cuando m-mama tu-tuvo a Ryu… nos dijeron q-que podría ser que-que no pu-pudiera volver a ca-casa con nosotros o-otra vez y-y yo p-pensé que po-podría pasar co-como aque-quella vez y-y que Ryo-oko-chan podrí-ía no volver a ca-casa nunca más y…
- ¡Baaaka~! -le interrumpió la niña-. ¿Acaso me ves tú tan débil como para morirme así como así?
- Ryo-chan…
- Vamos -dijo ella, haciéndole un espacio en la cama al menor-, ven aquí.
Ryutaro, tan pronto había podido poner los pies en el suelo, se había ido a la sala de juegos, esperando que le dejaran en paz, porque no le había sentado nada bien que su principal compañero de juegos le dijera que lo odiaba.
Chii, viendo que se había pasado, le siguió hasta allí y se sentó a su lado, mientras el chico jugaba rabiosamente con un juego de bloques.
- ¿Ryu-chan… okotteru? -preguntó el mayor.
El pequeño Yabu no le contestó y el Takaki empezó a preocuparse.
- Ryu-chan… gomen ne… Realmente Yuri no te odia… Yuri sólo… no me gustó como te preocupaste por Ryo-chan y no por mí… -Ryutaro levantó la cabeza y le miró, sorprendido-. Boku wa ne… hoy me he quedado encerrado en un probador y no podía salir y tu mamá ha dicho que soy muy valiente porque mi papá habría estado mucho más asustado y… y yo tenía mucho miedo y no sabía cómo salir de allí y no me ha gustado como Ryu-chan no se ha dado cuenta… -explicó el niño-. Ryu-chan… prométeme que a partir de ahora Ryu-chan se preocupará siempre primero por Yuri antes que por nadie más… yakusoku desu ne? -el mayor alargó el dedo meñique hacia el otro, sonriéndole.
- Un… -asintió el menor, cogiendo el dedo del otro con el suyo.
Ahora que las cosas habían vuelto a la normalidad, o que eso pensaban los adultos, Daiko volvía a estar preocupada por su cabellera. ¿Podría ser verdad eso que le había dicho su hija antes? ¿Iba a quedarse calva de pensar tanto en ello?
“No pienses en ello, no lo pienses, no lo pienses… ¡No! ¡¡Cuanto más intento no hacerlo, más lo hago!! ¿Qué hago, qué hago?” con los nervios que le provocaban sus propios pensamientos, había empezado a despeinarse frenéticamente.
-¿Qué te ocurre, cielo? -le preguntó su marido, mirándola con preocupación en los ojos.
-Nada…
-Vamos, hemos pasado ya demasiados años juntos como para que me trague eso…
Y, así, Daiko le contó a Yuya lo que le había dicho su hija y la paranoia que eso le había generado.
El hombre sólo rió por lo bajo y se acercó a su mujer, dispuesto a hacerle ver que hay muchísimas cosas más importantes y menos estresantes por las que preocuparse. Por ejemplo, si a sus tres hijos les apetecería tener otro hermanito menor.
Cuando llegaron a casa Hikaru se fue a su habitación a guardar las compras.
- Kou-chan~ -llamó a su hombre, para enseñarle la camiseta antes de guardarla en el armario.
- Dime -contestó él, entrando en la habitación donde se encontraba la mujer de sus sueños.
- Mira qué te he comprado -le dijo ella, mostrándole la camiseta alegremente.
- Por fin has encontrado un par de camisetas de conjunto, por lo que veo -sonrió él, luego añadió-: Aunque aún no entiendo por qué te gustan tanto.
- Mmm… me recuerdan a cuando salíamos juntos, hehe… -respondió ella a la pregunta sólo medio formulada de su marido.
- Entiendo…
Llegados a ese punto, no les hacía falta decir nada más, siempre había sido así entre ellos, se entendían sin palabras. Kota se sentó en la cama y miró como ella acababa de guardar las cosas.
Tan pronto acabó, el hombre se levantó y se acercó a ella, cogiéndola por la cintura y dándole un profundo beso en los labios.
- ¿Quieres saber qué me recuerda a mí a cuando salíamos juntos? -preguntó él, con una sonrisa seductora clavada en los labios.
- Creo que ya lo sé -sonrió ella, a la par que sus bocas se volvían a encontrar-. Peero… -le interrumpió antes de que él volviera a juntar sus labios por tercera vez-, lo siento pero ahora no podrá ser…
- Nande?
- Tenemos otras cosas más importantes que hacer, amor… nuestros hijos no van a alimentarse solos, ¿verdad?
- No creo que a Keito le haga falta comer nada después de lo que se debe estar tomando ahora… -empezó él a numerar los motivos por los que no era tan urgente preparar la comida como ella lo hacía parecer-, Yuto estará durmiendo un buen rato, debe estar cansado después de llorar tanto rato, y Ryutaro va a quedarse dormido encima del plato otra vez, ¿de qué sirve prepararle algo si después no se lo come? -acabó farfullando el hombre.
Sonriendo ante los murmullos de su marido, Hikaru se acercó a él y le dio un beso tierno pero cortante, una suave promesa de acción para más tarde. En vista de la perspectiva que su esposa le ofrecía, él dejó de quejarse y volvió a sonreír.
- Vamos, no te quejes tanto y ayúdame a hacer la cena, hoy nos toca a nosotros.
- Voy~ -contestó el mayor, sonriendo, era tan fácil para ella hacerle cambiar de opinión…
Jajajaja, Al principio me ha parecido extraño imaginármelos de chicas pero tienes razón, así tiene mas coherencia.
ResponEliminaPobre Yuto!!!!!! Llorando por la palabra "Hospital" XD Aunque tiene sus razones, pero me hizo gracia ^^
Ya te digo que no me acostumbro muy bien pero la historia me ha gustado, son amor!!!! >///<
jajaja me han echo reir bastante esta super extraño pero igual me gusto...encerio esta genial..me fanscino...=-P Arigatou mari-chan
ResponElimina