Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Romance (Shounen-ai), Drama, Universo Alterno
Pareja: Yamajima
Tipo: One-shot
Sumario: Yama-chan va a mudarse y Yuto decide hacerle llegar sus sentimientos a través de una carta.
NA: Sé que debería estar escribiendo el tercer capítulo de Empezar de nuevo, lo tengo a medias, sin falta lo subo el lunes o el martes n.nU
NA2: Si hay algun fallo no me culpen... es más de la una de la madrugada aquí...
Para Yama-chan:
Hasta las doce estuve intentando escribir esto... espero que sirva para algo.
Al principio de conocernos ni siquiera nos hablábamos, Tuvo que ocurrir todo eso de Chinen para que nos diéramos cuenta de que subíamos los tres en la misma estación. Cada vez que lo recuerdo, me entra risa, a la vez que rabia por lo que le hicieron esos tipos, me alegro de que nos diéramos cuenta a tiempo… no sé que hubiera podido pasarle de no ser por eso.
Hablando de Chinen. Hoy he tenido una charla con él. Me ha dicho que debía hacerte llegar lo que intento con esta carta, dice que no aguanta tenernos revoloteando a su alrededor sólo para vernos el uno al otro. Sus palabras me han hecho pensar que quizás no vas a enfadarte cuando te diga lo que quiero decirte. Espero que no lo hagas.
Me acaba de venir a la memoria aquél día que tuvimos que esperar el tren durante horas por culpa de una nevada. ¿Te acuerdas? Aquél día Chinen no estaba allí porque no se encontraba bien y tuvimos que aguantar bajo la nieve. Aún ahora puedo casi sentir el frío que hacía. La nieve no dejaba de caer y recuerdo estar congelándome. Tú llevabas guantes pero yo sólo había pensado en coger una chaqueta fina, creyendo que enseguida estaríamos en el tren y rápidamente llegaríamos a casa… Tenía las manos tan heladas que ya casi no podía moverlas, entonces tú te quitaste uno de los guantes y me cogiste la mano con la tuya, estaba cálida y enseguida templaste la mía. Me disculpo por haberte robado la temperatura entonces.
Bien, ya paro de divagar. Voy a intentar escribirte lo que he probado de decirte tantas veces, aunque siempre terminara acobardándome en el último momento. Vuelvo a empezar (lo siento si la carta te parece eterna).
Cuando me dijiste que te ibas, hace una semana, un sentimiento de vacío me inundó. No sabía qué era pero sabía que no quería que te marcharas, aunque también sabía que no podías hacer nada si a tu padre le habían ofrecido un traslado en el trabajo y él había aceptado.
Tuve que hablar con Chii, para variar él sabe mucho más que yo, parece mentira que sea menor (^^=), para darme cuenta de por qué me sentía de aquella manera. Me alejé de ti durante dos días, te pido disculpas por regresar a tu lado el jueves pasado sin darte siguiera una explicación, es sólo que… todo era demasiado confuso.
Aquí lo que quería decir con todo esta, ahora que lo releo, inútil, palabrería.
Ryo… te quiero. No como amigo tal y como había pensado hasta ahora, sino como algo más… Con todo este rollo del traslado me di cuenta de lo importante que eres para mí. No quiero dejarte ir… aunque puede que no quieras hablarme más después de esto. Si esto pasa, supongo que será más fácil para los dos no encontrarnos ya en la misma ciudad.
Ahora mismo no puedo pensar en otro deseo aparte de que me correspondas.
Te deseo un buen viaje… espero que no nos extrañes mucho, aunque nosotros vamos a hacerlo.
Ya termino… sé que me estoy haciendo pesado pero sólo te pediré una sola cosa más:
No cambies nunca. No quiero que el Yama-chan que yo conozco, el chico que aparenta ser maduro pero que ante los problemas busca el apoyo de la gente que quiere y que discute conmigo infantilmente por cualquier cosa, el Ryosuke que se vuelve loco por las fresas y que no duda en robárselas a quien haga falta (incluido yo, sobre todo a mí) para poder comer, desaparezca.
No sé como terminar esta carta… pero tampoco como continuarla. Ya te he dicho lo que quería que supieras y sólo me queda despedirme.
No olvides que te amo, aunque puede que quieras crucificarme por ello, y que vamos a echarte de menos… demasiado.
Adiós y….
“que las fresas te acompañen”
Yuto
Lágrimas empiezan a formarse en los ojos del chico a la vez que acaba de leer la carta que le ha dado su mejor amigo en la estación, antes de subirse él al tren.
No puede evitar sonreír ante la última frase del mensaje, le recuerda aquél día que miraron una película con sus amigos y acabaron modificando frases de la misma para que se ajustaran a la personalidad y gustos de cada uno.
Ni siquiera intenta contener las lágrimas que quieren caer de sus ojos, sabe que tampoco podría.
Está triste, muchísimo, por haber tenido que marcharse de la ciudad que le vio crecer y que lo juntó con las personas sin las que, a día de hoy, no sabría sobrevivir, pero, a la vez, la carta de Yuto le ha llegado al corazón.
Le gustaría poder abrazarle en este momento, pero hace rato que el tren ha salido de la estación y su amigo no ha subido con él.
Su padre le mira con la preocupación marcada en el rostro, de haber sabido lo que supondría para su hijo tener que alejarse de todo lo conocido hasta el momento, el pobre hombre nunca habría aceptado el traslado. Pero lo hecho, hecho está y ahora le gustaría poder aliviar a su niño de alguna manera, por lo que alarga su mano hacia la del chico y la aprieta firme aunque suavemente.
Ryosuke levanta la vista e intenta sonreír a su padre, sabiendo que ahora sólo se tienen el uno al otro, pero las lágrimas nublan su vista y sólo consigue hacer una mueca.
Durante las tres horas que dura el viaje, los dos permanecen en silencio. El adolescente piensa en los momentos que pasó junto a sus amigos y acaba por recordar el nerviosismo de Yuto esa mañana. Ahora podía entender por qué el otro estaba inquieto.
Rememora los brazos del otro alrededor suyo y cierra los ojos, queriendo sentirlos otra vez. Evoca los labios de su mejor amigo en su mejilla y desea sentirlos en los suyos propios. Se promete llamar al chico en cuanto se hayan instalado en su nueva casa.
Las horas pasan lentamente y para Ryosuke es como si viera una película en blanco y negro pasando ante sus ojos, sólo que él forma parte de la acción.
Ahora, tumbado en su futon, si ni una pizca de sueño, decide llamar a Yuto para contestarle a la confesión, sin pensar que posiblemente ya es demasiado tarde y el otro podría estar dormido.
Marca el número y espera. Diez tuts más tarde, Yama-chan se da cuenta de la hora que es y piensa en colgar. De hecho, está a punto de hacerlo, pero una voz lo detiene:
-Moshi moshi…
-…
-¿Yama-chan? -casi había olvidado que los móviles de hoy en día te avisaban de quién te estaba llamando.
-Yuto -es lo único que se le ocurre decir. Todas las palabras que se ha estado preparando, las respuestas que le gustaría darle a su amigo, desaparecen de su mente en escuchar la voz de su mejor amigo decir su nombre.
-Pensé que habías colgado. Perdón, tardé demasiado en contestar.
-No… lo siento por llamar tan tarde… yo sólo… ¿te he despertado?
-Tranquilo, no estaba durmiendo.
-Vale…
-¿Por qué llamas a estas horas? ¿Ha pasado algo? -se puede oír a través del teléfono que la voz de Yuto empieza a sonar preocupada.
-No… bueno, sí. He leído tu carta… -empieza Ryosuke, pero su amigo no le deja continuar.
-Siento haberte molestado con eso… es sólo que… quería que lo supieras, está bien si lo olvidas… no quiero que me odies por eso.
-No puedo olvidarlo -él no puede verlo pero estas palabras han dejado a su amigo congelado al otro lado de la línea-. No puedo olvidarlo porque…
El silencio invade ambas habitaciones y ambos no pueden hacer más que esperar las palabras que salen al cabo de unos segundos de la boca de uno de ellos.
-Yo también… -el otro aguanta la respiración, deseando oír tres palabras que inundan, casi de manera inaudible, el aire a continuación-: …te amo, Yuto.
Los dos adolescentes se quedan en silencio durante unos instantes y saben que, si estuvieran el uno delante del otro, se besarían, pero no pueden.
Lágrimas de alivio resbalan por las mejillas de Yuto, quien esperaba una reacción algo, mucho, más explosiva y, sobretodo, negativa por parte de su mejor amigo.
Ya que no están frente a frente, lo único que pueden hacer es imaginarse al otro a su lado. Poco después cortan la llamada, deseando ambos que la distancia que los separa no existiese.
me encanto amo el yamajima
ResponEliminagracias