Título: Empezar de nuevo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST y, de momento, Chinen, Yuto & Yama-chan
Pareja(s): principal: YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru) [y las demás estan por ver]
Tipo: Capitulado
Capítulo: 5b/?
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?
NA: Arumi~ Felicidades (aunque sea un día tarde ^^)
NA2: Acabo de comparar esta parte del capítulo con la anterior y... esta ocupa cuatro páginas más... O.O
No salió de su habitación en todo el fin de semana, ni siquiera cuando, preocupados porque había faltado a su cita el sábado por la mañana, Kei y Daiki fueron a visitarle el domingo, y apenas comió, sólo lo justo para que su madre no se preocupara más de la cuenta al ver el plato completamente lleno.
El mismo domingo por la noche, se obligó a hacer los deberes, pero no pudo concentrarse, por lo que los hizo sin prestarles atención.
Pensando en lo que había sucedido el viernes, tardó demasiado en dormirse, por lo que cuando despertó el lunes, lo hizo con dolor de cabeza.
Toda la semana fue más o menos lo mismo y no consiguió atender en ninguna de las clases. Sabía que debía hacerlo, pero estaba demasiado afectado por el golpe (aunque hubiera sido hacía días) y no pudo. Sabía, también, que si no se concentraba en las clases, los profesores iban a terminar castigándolo, eso era lo peor que le podía pasar, si su padre se enteraba…
Lo que no sabía era que Inoo y Dai-chan, ejerciendo de mejores amigos, le habían pedido a su tutor que, si era posible y no suponía ninguna molestia (educación ante todo), avisara a los demás profesores de que Yaotome-kun no se encontraba bien pero no quería saltarse las clases, por lo que hubiera sido casi imposible que estos le castigaran.
El viernes, sin embargo, empezó el día de una manera extraña: su madre le dijo que ese fin de semana su padre y ella iban a ver a su abuela, por lo que estaría solo dos días, hasta el domingo por la noche.
Después de eso, fue hacia el colegio un poco más tranquilo que el resto de días de esa semana. La relación con su padre no había marchado muy bien desde que llegó el viernes y el chico no quiso cenar. Había estado encerrado en la habitación todo el rato libre que tuvo, por lo que no había hablado mucho con su padre, y al hombre no le gustaba que le ignorasen. Así que, cuando supo que no lo vería en dos días, se propuso recibir a sus padres con una sonrisa el domingo, por lo que tenía que animarse hasta entonces.
Llegó y se sentó en su pupitre, entonces Kei se le acercó y se quejó de que el profesor tutor volvía a llegar tarde, también le preguntó si iba a estar bien en la última hora. Hikaru no sabía por qué uno de sus mejores amigos le estaba preguntando eso, ni qué tenía a ver la última hora con que el tutor no llegara a tiempo, cosa que cada vez ocurría más seguido, pero no tuvo tiempo de preguntárselo a Inoo, ya que el profesor llegó.
Dos minutos más tarde llegó Kota.
Las primeras dos horas pasaron como siempre, sin poder concentrarse en lo que el profesor decía, pero durante el recreo volvieron a suceder cosas extrañas.
Para empezar vio a tres chicos vistiendo el uniforme de la escuela media a la que él había asistido, no los reconoció al principio porque estaban lejos, pero uno le ellos se le acercó corriendo y, sonriendo, le abrazó.
-¡Hikaru-kun!
Cuando el menor lo soltó, Hikaru le devolvió el saludo.
-Hola, Yuri…
Los otros dos venían caminando hacia donde estaban ellos, los reconoció tan pronto pudo verles la cara.
-¡Ryosuke! ¡Yuto! ¿Qué hacéis aquí los tres?
-Hemos venido a ver el que será nuestro nuevo instituto el año que viene –contestó Chii.
-Pero… ¿y vuestras clases?
-Festival de primavera –sonrió Ryosuke.
-Con que es hoy… –dijo Hikaru-. Igualmente… ¿por qué no esperáis a la jornada de puertas abiertas en febrero como todo el mundo?
-Porque entonces no hay nadie… -respondió Yuto.
-…y se pierde el encanto~ -continuó Chinen.
Hablaron un rato, hasta que se les acercaron Dai-chan e Inoo. Cuando los vio, Hikaru recordó lo que antes le había dicho Kei y, después de presentar a los que no se conocían, le preguntó lo que había querido decir.
-Es por lo de los grupos. Como Mr.White dijo que volveríamos a estar con los mismos que con el concurso, pensé…
-¿Los mismos?
-Sí, ¿no lo sabías?
Hikaru no dijo nada, pero por su cara se podía adivinar que esa era la primera noticia que recibía sobre eso.
Sin embargo no pudo preguntar cuando lo había dicho Mr.White porque los tres menores lo interrumpieron antes de que pudiera añadir nada más.
-Hikaru-kun, ¿podemos quedarnos en vuestra clase lo que queda de horas?
Los mayores hicieron cara de desconcierto, el primero que reaccionó fue Daiki, que dijo:
-Tendríamos que preguntárselo al director y a los profesores, ¿verdad Kei?
-¿Eh? Sí, sí… creo que sí…
Hikaru seguía mirando a los otros tres como si hubieran dicho que querían hacer puenting sin cuerda. Inoo y Dai-chan, les dijeron a los menores donde podían encontrar al director para pedirle el favor y, después, intentaron hacer reaccionar a Hikaru.
La cosa terminó con esos tres apareciéndose en su segunda hora después del patio, en clase de física.
El profesor Ando se sorprendió aunque le hubieran informado de que iba a tener a unos “invitados especiales” en su clase. ¿Quién hubiera imaginado que serían niños?
Acabó dejándoles quedar a cambio de que se quedaran sentados en la última fila sin decir una palabra ni distraer a nadie durante toda la clase.
Porque los tenía al fondo de la clase no se dio cuenta de que, cuando faltaban diez minutos, dos de ellos salían del aula, aprovechando que él estaba de espaldas, escribiendo algo en la pizarra.
Quien sí que se dio cuenta fue Daiki, a quien habían estado a punto de tirar el estuche, pasando por detrás suyo. Pero no dijo nada porque Chinen se lo pidió con cara de súplica y un dedo encima de los labios.
Cuando acabó la clase y todos recogían sus cosas, Hikaru miró hacia atrás para asegurarse de que los tres no habían hecho nada, sabiendo como eran, pero se encontró sólo con Yama-chan.
-Ryosuke –murmuró acercándosele una vez recogidas sus cosas-… ¿dónde están los otros?
-Tuvieron que salir –respondió el chico, sonriendo-. Lo que me hace pensar… Hikaru-kun, ¿puedes enseñarme donde están las clases de primero? Quiero ver donde voy a estar el curso que viene.
-Cuando acaben las clases, si quieres –contestó Hikaru, olvidando por un momento que los otros dos se habían escapado y vagaban por el colegio a sus anchas.
-¿No puede ser ahora?
-Voy a llegar tarde a la siguiente hora, si te acompaño.
-Es que… -continuó Yama-chan-, hay algo que no te hemos dicho antes…
Hikaru le miró de reojo al tiempo que empezaba a salir de la clase y preguntó:
-¿Qué?
-Nos hemos escapado del colegio –susurró el menor, tan bajo que si hubiesen estado unos pocos centímetros más alejados, el otro no hubiera podido oírlo.
-¿No era hoy el festival? –le interrogó Hikaru, quien ya sospechaba algo parecido.
-¡No! Quiero decir… Sí que era hoy pero teníamos que ayudarles… y Yuto tenía partido.
-Ya me parecía a mí que era raro que os hubieran dejado marchar…
Hikaru le miró un par de segundos más pero cuando Inoo pasó por su lado y le preguntó qué hacían parados en medio del pasadizo reaccionó.
-Kei-chan, ¿puedes adelantarte? –le preguntó a su mejor amigo para después asegurarle- Ahora voy.
-Claro, pero…
Sin escucharle, agarró a Ryosuke por la muñeca y lo arrastró por el corredor, dirigiéndose al pasadizo donde estaban las clases de primero.
Una vez allí, le fue indicando qué se hacía en cada sala, hasta que llegó delante de la puerta de la sala que el club de jardinería utilizaba de almacén.
-…y aquí es donde los miembros del club de jardinería guardan sus utensilios y materiales –acabó su explicación, señalando la puerta-. Siento no poder explicártelo todo con más detalle pero tengo que ir a clase…
-No pasa nada, Hikaru-sempai –contestó el menor, pero después añadió-, aunque… ¿puedo pedirte un favor?
-Tengo que ir a clase, Ryosuke… -Hikaru sabía lo que le esperaba en casa si su padre se enteraba de que había llegado tarde a una hora de clase, pero, cuando el chico le miró con usando su mejor técnica de ojitos de cachorrito, no pudo negarse-. Tienes cinco minutos, no más.
-¡Genial! –exclamó Yamada-. Acabamos de empezar un club de jardinería en el colegio, pero ni siquiera la profesora que se encarga de él, sabe mucho qué tenemos que hacer para que las plantas no se mueran la primera semana. Estoy seguro de que has ayudado alguna vez a los miembros de este club, por lo que… ¿te importaría enseñarme qué productos son los que usan para que no se las coman los bichos?
Hikaru sacó una llave que los del club de jardinería habían resuelto esconder cerca de la puerta (ya que no siempre iban los mismos a cuidar de las plantas y tener que buscarse para pasarse las llaves cada día era más bien un caos) y abrió el armario.
Entró en él y, cuando se acercaba a la estantería donde había los fertilizantes para enseñarle a Ryosuke cuál podía recomendarle a su profesora que encargase, sintió que la puerta se cerraba a sus espaldas y como el otro usaba la llave que había dejado puesta fuera para que no se pudiera abrir desde dentro.
-¡Ryosuke! –gritó a la vez que golpeaba la puerta, pero no oyó nada que le dijese que el otro fuera a sacarle de ahí-. ¡Ryosuke, ábreme! –volvió a gritar, pero la única respuesta que recibió fueron unos pasos, indicándole que el chico se estaba alejando del armario. Hizo un intento más de que el otro lo escuchara-: ¡Ryosuke! ¡Al menos dime por qué me has encerrado! Por tu culpa voy a llegar tarde a clase…
Entonces pudo oír a Yama-chan respondiéndole:
-Lo siento, Yaotome-kun… No puedo decírtelo, pero… ¡Vas a descubrirlo enseguida!
Dicho esto, Hikaru escuchó como los pasos del otro se iban alejando hasta volverse inaudibles.
Un par de minutos después, cansado ya de esperar la respuesta que Ryosuke le había prometido que descubriría enseguida, Hikaru se sentó al lado de los sacos de abono y se apoyó contra ellos.
Sin darse cuenta, pocos segundos después, cansado por no haber dormido demasiado durante esa semana, se durmió.
Lo despertaron unas voces y, antes que pudiera despejarse del todo, vio que la puerta se abría pero la luz que entró en ese momento le cegó por lo que no pudo reconocer a quien entró (a la fuerza) entonces hasta que no le oyó la voz.
“Kota… ¿Qué está haciendo aquí? Ellos… No pude ser”
El otro no dejó de protestar, aún y sabiéndose encerrado, y Hikaru, a quien el dolor de cabeza no le había desaparecido, terminó por pedirle que se callara.
-No van a escucharte… ya lo intenté –dijo.
El otro no tardó en responder a sus palabras con una interrogación:
-¿Hikaru?
Él no contesto, sin embargo, porque no encontraba ningún porqué al hacerlo. Aunque el estar encerrado en un armario con Kota le producía una sensación de presión en el pecho que casi no le dejaba respirar y aunque se muriera de ganas de preguntarle por qué le había golpeado hacía una semana, la incomodidad de la situación le hacía mantenerse callado.
Aún y habiendo recibido la intensa luz (comparada con la que había en el armario) de fuera casi directamente en los ojos, su vista no tardó en acostumbrarse a la oscuridad de la sala, pero trató de no mirar hacia el otro. Lo consiguió manteniendo la vista fija en una muesca de la pared que, en aquél momento, encontró fascinante.
El otro rompió el silencio:
-Hikaru… -él no se lo esperaba, por lo que dio un respingo, aunque lo que dijo después le sorprendió aún más-: Yo… lo siento.
Giró la cabeza lentamente para poder mirar a Kota y, viendo eso, el otro siguió hablando.
-Siento haberte… pegado el viernes. No sé por qué lo hice, yo sólo… -las palabras del chico le sobrecogieron. Tanto que no se dio cuenta de que el otro se le iba acercando hasta que lo tuvo enfrente. Hasta entonces tampoco no se había enterado de lo mucho que había extrañado su proximidad, mucho más de lo que hubiera podido pensar. Kota continuó con otro-: Lo siento –y él se dio cuenta de cuánto había echado de menos su voz dirigiéndose a él.
Las palabras de su antes mejor amigo le llegaron a su parte más sentimental por lo que, cuando se enteró ya tenía los ojos húmedos y lágrimas amenazando de caer de sus ojos.
Si lo que había hecho el otro hasta entonces le había sorprendido, lo que hizo a continuación le dejó petrificado donde se encontraba, Kota acercó las manos a sus mejillas y barrió las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Notando el tacto del otro, no pudo evitar derramar las lágrimas que el otro no había llegado a limpiar.
Sintió entonces como lo abrazaba, y pudo sentir los cálidos recuerdos de cuando aún iban juntos a todas partes, cuando se apoyaban mutuamente y no había nada que pudiera separarles. Le devolvió el abrazó y, sin ser capaz de evitarlo, se puso a llorar con más fuerza.
Kota se separó de él y Hikaru, pensando que había vuelto a estropearlo todo, le soltó. Pero, al contrario de lo que esperaba, el mayor volvió a ponerle las manos en las mejillas y, sorprendiéndole una vez más, acercó también la cara y otro recuerdo le vino a la memoria al menor. Un recuerdo sobre heridas, lágrimas, besos en la mejilla y risas.
-Shh… Hikka… -susurró el otro volviendo a abrazarle-. Lo siento… no llores…
Sin embargo, antes que Hikaru pudiera devolverle el abrazo, volvió a separarse y, sonriendo, se le aproximó ni medio segundo más tarde y le dio un beso en la mejilla.
Se sorprendió pero cuando el otro volvió a mirarle, le devolvió la sonrisa y, por un instante, pensó que la pared que los separaba no era tan alta ni tan ancha como le había parecido hasta entonces.
Poco después, cerró un momento los ojos para eliminar los restos de las lágrimas que aún quedaban.
Notó algo que le oprimía los labios y, sin sospechar nada, abrió los ojos para ver de qué se trataba.
Se quedó helado cuando descubrió a Kota besándole, pensó en apartarse pero todo pensamiento desapareció de su mente cuando se dio cuenta de lo cálidos que eran los labios del otro, de la sensación de libertad que le ofrecían y, poco después, le devolvió el beso al chico.
El mayor fue el que separó los labios de ambos, pero los dos se miraron perplejos por lo que acababan de hacer, sin saber, ni uno ni el otro, por qué habían hecho tal cosa.
Hikaru iba a decir algo pero el otro le interrumpió con unas palabras que él nunca quiso oír y ni siquiera esperó. Aunque sabía que algún día tendría que responderla, aún no estaba preparado para ello, por lo que, cuando Yabu dijo:
-¿Por qué te alejaste de mí? –un profundo miedo le invadió y no supo qué decir. Sabiendo que no podía contarle la verdad, al menos no en aquél momento y sin contarle todo lo demás, lo único que pudo hacer fue levantarse de golpe y alejarse todo lo que el poco espacio sobrante en el armario le permitió.
La puerta se abrió entonces y él, sin dejar de pensar en lo que había pasado antes de la pregunta fatídica, apartó a los causantes de todo lo que había pasado allí dentro de la entrada y se alejó corriendo de allí todo lo rápido que pudo.
Cuando se creyó lo suficientemente lejos, se paró en una esquina y se hizo un ovillo allí mismo, su cabeza demasiado llena de pánico para pensar con claridad.
Así fue como lo encontraron Kei y Daiki. Con un angustiado Ryosuke y unos preocupados Yuto y Chii detrás, habían recorrido media escuela cuando los tres menores habían ido a avisarles de que Hikaru había desaparecido.
Le ayudaron a levantarse y le llevaron hasta su taquilla para que se cambiara los zapatos, llevando siempre sus cosas, después Inoo se ofreció a acompañarle a casa, encargándole a Dai-chan que enviara a sus hogares a los otros tres.
No dijo nada, sabía las posibles causas del pánico que sentía Hikaru, todas acababan apuntando a su padre de una manera u otra.
Cuando llegaron a la casa de su mejor amigo, Inoo le pidió la llave y abrió él mismo la puerta.
-No están… -murmuró Hikaru cuando Kei le ayudó a entrar.
Tan pronto la puerta se cerró, Hikaru se giró y miró al mayor, con los ojos llenos de lágrimas.
Inoo le sonrió, para mostrarle que todo estaba bien, que no tenía por qué preocuparse, y después se dirigió a la cocina y buscó algo que pudiera reconfortar al menor.
Un rato más tarde fue al salón, encontrando a Hikaru acurrucado en una butaca, y le alargó una taza de leche caliente a su mejor amigo.
El otro levantó la vista y cogió la taza con ambas manos, su mente aún petrificada por la pregunta que Kota le había hecho.
Kei se sentó en otro sillón, frente a la butaca donde estaba el menor, y espero pacientemente hasta que Hikaru fue capaz de volver a articular palabra, pasado ya el pánico a que se descubriera su secreto, y de contarle lo que había pasado en ese armario.
Inoo no dijo nada sobre el tema, sabiendo que lo que menos necesitaba su amigo era alguien que le calentara más la cabeza con eso, sólo se levantó y colocó una mano en el hombro del menor, ofreciéndole también una sonrisa cálida para tranquilizarle.
Después de lavar ambas tazas, Kei volvió al salón y, volvió a apoyar su mano en el hombro del otro, para después decirle:
-Tengo que irme… hoy es el cumple de mi prima –sonrió-. ¿Estarás bien?
Al recibir un asentimiento de parte de Hikaru, Inoo se fue hacia la entrada y se puso los zapatos. Cuando levantó la cabeza, su vista tropezó con el menor, sonrió.
-Adiós~ -dijo.
-Nos vemos –se despidió el otro, con una tenue sonrisa-. Y… gracias Kei.
-No hay de qué. Para eso estamos los amigos, ¿no? –contestó Inoo sin dejar de sonreír-. Bye-bye.
Esa noche, Hikaru se fue pronto a la cama pero lo último que hizo fue dormir.
‘¿Por qué te alejaste de mí?’
Cerró los ojos intentando no recordar el por qué, pero el recuerdo le golpeó la mente con fuerza.
Faltaba poco para la jornada deportiva escolar del colegio al que iban los dos y los tutores estaban como locos haciéndoles entrenar durante todas las clases que podían y durante las horas libres porque ninguno de ellos quería perder.
Los alumnos aguantaban como podían, pero ese día había sido el peor con creces, su tutor era uno de los que estaba más entusiasmado con eso de la jornada deportiva, había sido jugador de béisbol en el instituto y su equipo casi había ganado el campeonato, por lo que no quería, no podía, permitirse que su clase fuera aplastada por ninguna otra.
Ese día Hikaru que, era uno de los corredores más rápidos del grupo A, se cayó mientras entrenaban, por lo que se libró del resto de ejercicios y estuvo observando al equipo de fútbol, en el cual estaba Kota.
Volviendo a casa, Hikaru se puso a imitar los movimientos que su mejor amigo hacía durante el entrenamiento mientras Kota reía. Fingiendo que tenía una pelota en los pies, el menor empezó a correr de un lado a otro por el camino, hasta que tropezó con sus propios pies y acabó de morros en la carretera.
Yabu se apresuró a llegar al lado de su amigo pero, cuando se arrodilló al lado de Hikaru para ver si estaba bien, ambos oyeron la bocina de un coche. Kota se levantó rápidamente y, agarrando a su amigo por la muñeca, le medio-arrastró hasta cerca de la pared que separaba la carretera de la casa que tenían más cerca.
-Malditos niños… -pudieron escuchar el conductor del vehículo mascullar cuando pasó por su lado.
Pasado el susto, el mayor preguntó:
-¿Estás bien?
Hikaru asintió y sonrió, empezando a reír poco después.
-¿Por qué te ríes? Podríamos haber muerto, idiota –el oír esas palabras de la boca de su mejor amigo, el menor no pudo hacer más que reír más fuerte.
-Que dramatices así lo hace aún más gracioso –contestó Hikaru entre carcajadas-, tonto.
Kota iba a protestar pero recordó lo que les había envuelto en esa situación y, ciertamente, entre las tonterías de Hikaru y su dramatización, la situación tenía su lado divertido, por lo que se relajó y sonrió también.
Poniéndose en marcha de nuevo, el menor recordó algo que había visto por la tele la noche anterior.
-Por cierto… ¿viste la peli que pusieron ayer en el canal 5?
Durante el ratito de camino que les quedaba hasta la casa de Hikaru, este estuvo explicándole escenas de la película a Kota. En un momento dado, le cogió de la mano para demostrarle como los protagonistas habían escapado de la trampa mortal que les tenía preparada el malo de la película.
Seguían tomados de la mano cuando giraron la esquina de la calle del menor, y también cuando, un par de pasos más adelante, Hikaru volvió a tropezar.
-¿Se puede ser más patoso? –dijo Kota tirándole del brazo para que su mejor amigo se levantara-. ¿Te duele? –el otro negó con la cabeza y sonrió, pero él pudo ver que se había hecho una herida en la rodilla, dejándole por imposible, siguió-. Anda, vamos…
Hasta que no estuvieron justo delante de la casa de Hikaru, ninguno de los dos se dio cuenta de que seguían agarrados de la mano.
-Hasta mañana~ -se despidió el menor, antes de entrar en su casa.
-Adiós –contestó Kota.
Hikaru entró en casa y fue a saludar a su madre:
-Hola, mamá~ -dijo antes de abrazarla, recibiendo un beso en la cabeza de parte de ella.
-Hola, hijo. Anda, ve a cambiarte y luego pásate por el despacho de tu padre, que quiere hablar contigo.
-Vale~
Llamó a la puerta y, cuando su padre le dijo que podía pasar, entró. La sonrisa que exhibía desde hacía rato se desvaneció en ver la manera en que su padre le miraba.
Hacía un tiempo que tanto a él como a su madre les preocupaban las reacciones del hombre, saltaba por nada, daba muchas más órdenes que hasta nunca antes y, si no las cumplías, la manera en que te miraba era terrorífica. Temían que pudiera deberse al estrés que sufría en el trabajo. Esa tarde, sin embargo, lo que su padre le ordenó fue peor de lo Hikaru hubiera sido capaz de imaginar.
-Hola, papá…
-Siéntate, Hikaru.
El chico lo hizo y contempló como su padre se le acercaba.
-Dentro de un curso tendrás que pasar exámenes para entrar en un colegio, ¿lo sabes, verdad?
Hikaru asintió.
-¿Entonces qué pasa con los últimos exámenes que llevaste? ¡¿Acaso no te preocupa tu futuro?! ¡Deberías estar estudiando, no paseándote por la calle! –después de una pausa y un suspiro, el hombre continuó-. No puedes aspirar a entrar en ninguna buena escuela media con tus notas…
-Pero… -tan pronto habló, el chico se dio cuenta de que debería haber estado callado.
-¡Pero qué! –La rabia volvió a los ojos del hombre-. ¡¿Acaso quieres acabar como el hijo de ese fracasado que tenemos por vecino?! ¡¿Sin acabar el instituto?! Mira… hasta ahora he estado aguantando todas tus tonterías con ese amigo tuyo, Yabu; pero ya me he hartado de vosotros. Tus notas tienen que mejorar, y no creo que jugando eso vaya a pasar. Te prohíbo volver a relacionarte con él.
Había algo en los ojos de su padre que impidieron que protestara. Algo parecido a un instinto le decía que era mejor obedecer.
Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar ese recuerdo de su mente, pero lo único que consiguió fue oír como si estuviera a su lado la última frase que su padre había dicho antes de echarlo de su despacho.
“Si no me haces caso… me veré obligado a tomar medidas drásticas.”
El dolor de cabeza y el cansancio que había sufrido esa última semana volvieron con más fuerza y en lo único que pudo pensar antes de caer en un sueño poblado de pesadillas fue en lo mucho que desearía tener a alguien en los brazos de quien refugiarse.
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST y, de momento, Chinen, Yuto & Yama-chan
Pareja(s): principal: YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru) [y las demás estan por ver]
Tipo: Capitulado
Capítulo: 5b/?
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?
NA: Arumi~ Felicidades (aunque sea un día tarde ^^)
NA2: Acabo de comparar esta parte del capítulo con la anterior y... esta ocupa cuatro páginas más... O.O
No salió de su habitación en todo el fin de semana, ni siquiera cuando, preocupados porque había faltado a su cita el sábado por la mañana, Kei y Daiki fueron a visitarle el domingo, y apenas comió, sólo lo justo para que su madre no se preocupara más de la cuenta al ver el plato completamente lleno.
El mismo domingo por la noche, se obligó a hacer los deberes, pero no pudo concentrarse, por lo que los hizo sin prestarles atención.
Pensando en lo que había sucedido el viernes, tardó demasiado en dormirse, por lo que cuando despertó el lunes, lo hizo con dolor de cabeza.
Toda la semana fue más o menos lo mismo y no consiguió atender en ninguna de las clases. Sabía que debía hacerlo, pero estaba demasiado afectado por el golpe (aunque hubiera sido hacía días) y no pudo. Sabía, también, que si no se concentraba en las clases, los profesores iban a terminar castigándolo, eso era lo peor que le podía pasar, si su padre se enteraba…
Lo que no sabía era que Inoo y Dai-chan, ejerciendo de mejores amigos, le habían pedido a su tutor que, si era posible y no suponía ninguna molestia (educación ante todo), avisara a los demás profesores de que Yaotome-kun no se encontraba bien pero no quería saltarse las clases, por lo que hubiera sido casi imposible que estos le castigaran.
El viernes, sin embargo, empezó el día de una manera extraña: su madre le dijo que ese fin de semana su padre y ella iban a ver a su abuela, por lo que estaría solo dos días, hasta el domingo por la noche.
Después de eso, fue hacia el colegio un poco más tranquilo que el resto de días de esa semana. La relación con su padre no había marchado muy bien desde que llegó el viernes y el chico no quiso cenar. Había estado encerrado en la habitación todo el rato libre que tuvo, por lo que no había hablado mucho con su padre, y al hombre no le gustaba que le ignorasen. Así que, cuando supo que no lo vería en dos días, se propuso recibir a sus padres con una sonrisa el domingo, por lo que tenía que animarse hasta entonces.
Llegó y se sentó en su pupitre, entonces Kei se le acercó y se quejó de que el profesor tutor volvía a llegar tarde, también le preguntó si iba a estar bien en la última hora. Hikaru no sabía por qué uno de sus mejores amigos le estaba preguntando eso, ni qué tenía a ver la última hora con que el tutor no llegara a tiempo, cosa que cada vez ocurría más seguido, pero no tuvo tiempo de preguntárselo a Inoo, ya que el profesor llegó.
Dos minutos más tarde llegó Kota.
Las primeras dos horas pasaron como siempre, sin poder concentrarse en lo que el profesor decía, pero durante el recreo volvieron a suceder cosas extrañas.
Para empezar vio a tres chicos vistiendo el uniforme de la escuela media a la que él había asistido, no los reconoció al principio porque estaban lejos, pero uno le ellos se le acercó corriendo y, sonriendo, le abrazó.
-¡Hikaru-kun!
Cuando el menor lo soltó, Hikaru le devolvió el saludo.
-Hola, Yuri…
Los otros dos venían caminando hacia donde estaban ellos, los reconoció tan pronto pudo verles la cara.
-¡Ryosuke! ¡Yuto! ¿Qué hacéis aquí los tres?
-Hemos venido a ver el que será nuestro nuevo instituto el año que viene –contestó Chii.
-Pero… ¿y vuestras clases?
-Festival de primavera –sonrió Ryosuke.
-Con que es hoy… –dijo Hikaru-. Igualmente… ¿por qué no esperáis a la jornada de puertas abiertas en febrero como todo el mundo?
-Porque entonces no hay nadie… -respondió Yuto.
-…y se pierde el encanto~ -continuó Chinen.
Hablaron un rato, hasta que se les acercaron Dai-chan e Inoo. Cuando los vio, Hikaru recordó lo que antes le había dicho Kei y, después de presentar a los que no se conocían, le preguntó lo que había querido decir.
-Es por lo de los grupos. Como Mr.White dijo que volveríamos a estar con los mismos que con el concurso, pensé…
-¿Los mismos?
-Sí, ¿no lo sabías?
Hikaru no dijo nada, pero por su cara se podía adivinar que esa era la primera noticia que recibía sobre eso.
Sin embargo no pudo preguntar cuando lo había dicho Mr.White porque los tres menores lo interrumpieron antes de que pudiera añadir nada más.
-Hikaru-kun, ¿podemos quedarnos en vuestra clase lo que queda de horas?
Los mayores hicieron cara de desconcierto, el primero que reaccionó fue Daiki, que dijo:
-Tendríamos que preguntárselo al director y a los profesores, ¿verdad Kei?
-¿Eh? Sí, sí… creo que sí…
Hikaru seguía mirando a los otros tres como si hubieran dicho que querían hacer puenting sin cuerda. Inoo y Dai-chan, les dijeron a los menores donde podían encontrar al director para pedirle el favor y, después, intentaron hacer reaccionar a Hikaru.
La cosa terminó con esos tres apareciéndose en su segunda hora después del patio, en clase de física.
El profesor Ando se sorprendió aunque le hubieran informado de que iba a tener a unos “invitados especiales” en su clase. ¿Quién hubiera imaginado que serían niños?
Acabó dejándoles quedar a cambio de que se quedaran sentados en la última fila sin decir una palabra ni distraer a nadie durante toda la clase.
Porque los tenía al fondo de la clase no se dio cuenta de que, cuando faltaban diez minutos, dos de ellos salían del aula, aprovechando que él estaba de espaldas, escribiendo algo en la pizarra.
Quien sí que se dio cuenta fue Daiki, a quien habían estado a punto de tirar el estuche, pasando por detrás suyo. Pero no dijo nada porque Chinen se lo pidió con cara de súplica y un dedo encima de los labios.
Cuando acabó la clase y todos recogían sus cosas, Hikaru miró hacia atrás para asegurarse de que los tres no habían hecho nada, sabiendo como eran, pero se encontró sólo con Yama-chan.
-Ryosuke –murmuró acercándosele una vez recogidas sus cosas-… ¿dónde están los otros?
-Tuvieron que salir –respondió el chico, sonriendo-. Lo que me hace pensar… Hikaru-kun, ¿puedes enseñarme donde están las clases de primero? Quiero ver donde voy a estar el curso que viene.
-Cuando acaben las clases, si quieres –contestó Hikaru, olvidando por un momento que los otros dos se habían escapado y vagaban por el colegio a sus anchas.
-¿No puede ser ahora?
-Voy a llegar tarde a la siguiente hora, si te acompaño.
-Es que… -continuó Yama-chan-, hay algo que no te hemos dicho antes…
Hikaru le miró de reojo al tiempo que empezaba a salir de la clase y preguntó:
-¿Qué?
-Nos hemos escapado del colegio –susurró el menor, tan bajo que si hubiesen estado unos pocos centímetros más alejados, el otro no hubiera podido oírlo.
-¿No era hoy el festival? –le interrogó Hikaru, quien ya sospechaba algo parecido.
-¡No! Quiero decir… Sí que era hoy pero teníamos que ayudarles… y Yuto tenía partido.
-Ya me parecía a mí que era raro que os hubieran dejado marchar…
Hikaru le miró un par de segundos más pero cuando Inoo pasó por su lado y le preguntó qué hacían parados en medio del pasadizo reaccionó.
-Kei-chan, ¿puedes adelantarte? –le preguntó a su mejor amigo para después asegurarle- Ahora voy.
-Claro, pero…
Sin escucharle, agarró a Ryosuke por la muñeca y lo arrastró por el corredor, dirigiéndose al pasadizo donde estaban las clases de primero.
Una vez allí, le fue indicando qué se hacía en cada sala, hasta que llegó delante de la puerta de la sala que el club de jardinería utilizaba de almacén.
-…y aquí es donde los miembros del club de jardinería guardan sus utensilios y materiales –acabó su explicación, señalando la puerta-. Siento no poder explicártelo todo con más detalle pero tengo que ir a clase…
-No pasa nada, Hikaru-sempai –contestó el menor, pero después añadió-, aunque… ¿puedo pedirte un favor?
-Tengo que ir a clase, Ryosuke… -Hikaru sabía lo que le esperaba en casa si su padre se enteraba de que había llegado tarde a una hora de clase, pero, cuando el chico le miró con usando su mejor técnica de ojitos de cachorrito, no pudo negarse-. Tienes cinco minutos, no más.
-¡Genial! –exclamó Yamada-. Acabamos de empezar un club de jardinería en el colegio, pero ni siquiera la profesora que se encarga de él, sabe mucho qué tenemos que hacer para que las plantas no se mueran la primera semana. Estoy seguro de que has ayudado alguna vez a los miembros de este club, por lo que… ¿te importaría enseñarme qué productos son los que usan para que no se las coman los bichos?
Hikaru sacó una llave que los del club de jardinería habían resuelto esconder cerca de la puerta (ya que no siempre iban los mismos a cuidar de las plantas y tener que buscarse para pasarse las llaves cada día era más bien un caos) y abrió el armario.
Entró en él y, cuando se acercaba a la estantería donde había los fertilizantes para enseñarle a Ryosuke cuál podía recomendarle a su profesora que encargase, sintió que la puerta se cerraba a sus espaldas y como el otro usaba la llave que había dejado puesta fuera para que no se pudiera abrir desde dentro.
-¡Ryosuke! –gritó a la vez que golpeaba la puerta, pero no oyó nada que le dijese que el otro fuera a sacarle de ahí-. ¡Ryosuke, ábreme! –volvió a gritar, pero la única respuesta que recibió fueron unos pasos, indicándole que el chico se estaba alejando del armario. Hizo un intento más de que el otro lo escuchara-: ¡Ryosuke! ¡Al menos dime por qué me has encerrado! Por tu culpa voy a llegar tarde a clase…
Entonces pudo oír a Yama-chan respondiéndole:
-Lo siento, Yaotome-kun… No puedo decírtelo, pero… ¡Vas a descubrirlo enseguida!
Dicho esto, Hikaru escuchó como los pasos del otro se iban alejando hasta volverse inaudibles.
Un par de minutos después, cansado ya de esperar la respuesta que Ryosuke le había prometido que descubriría enseguida, Hikaru se sentó al lado de los sacos de abono y se apoyó contra ellos.
Sin darse cuenta, pocos segundos después, cansado por no haber dormido demasiado durante esa semana, se durmió.
Lo despertaron unas voces y, antes que pudiera despejarse del todo, vio que la puerta se abría pero la luz que entró en ese momento le cegó por lo que no pudo reconocer a quien entró (a la fuerza) entonces hasta que no le oyó la voz.
“Kota… ¿Qué está haciendo aquí? Ellos… No pude ser”
El otro no dejó de protestar, aún y sabiéndose encerrado, y Hikaru, a quien el dolor de cabeza no le había desaparecido, terminó por pedirle que se callara.
-No van a escucharte… ya lo intenté –dijo.
El otro no tardó en responder a sus palabras con una interrogación:
-¿Hikaru?
Él no contesto, sin embargo, porque no encontraba ningún porqué al hacerlo. Aunque el estar encerrado en un armario con Kota le producía una sensación de presión en el pecho que casi no le dejaba respirar y aunque se muriera de ganas de preguntarle por qué le había golpeado hacía una semana, la incomodidad de la situación le hacía mantenerse callado.
Aún y habiendo recibido la intensa luz (comparada con la que había en el armario) de fuera casi directamente en los ojos, su vista no tardó en acostumbrarse a la oscuridad de la sala, pero trató de no mirar hacia el otro. Lo consiguió manteniendo la vista fija en una muesca de la pared que, en aquél momento, encontró fascinante.
El otro rompió el silencio:
-Hikaru… -él no se lo esperaba, por lo que dio un respingo, aunque lo que dijo después le sorprendió aún más-: Yo… lo siento.
Giró la cabeza lentamente para poder mirar a Kota y, viendo eso, el otro siguió hablando.
-Siento haberte… pegado el viernes. No sé por qué lo hice, yo sólo… -las palabras del chico le sobrecogieron. Tanto que no se dio cuenta de que el otro se le iba acercando hasta que lo tuvo enfrente. Hasta entonces tampoco no se había enterado de lo mucho que había extrañado su proximidad, mucho más de lo que hubiera podido pensar. Kota continuó con otro-: Lo siento –y él se dio cuenta de cuánto había echado de menos su voz dirigiéndose a él.
Las palabras de su antes mejor amigo le llegaron a su parte más sentimental por lo que, cuando se enteró ya tenía los ojos húmedos y lágrimas amenazando de caer de sus ojos.
Si lo que había hecho el otro hasta entonces le había sorprendido, lo que hizo a continuación le dejó petrificado donde se encontraba, Kota acercó las manos a sus mejillas y barrió las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Notando el tacto del otro, no pudo evitar derramar las lágrimas que el otro no había llegado a limpiar.
Sintió entonces como lo abrazaba, y pudo sentir los cálidos recuerdos de cuando aún iban juntos a todas partes, cuando se apoyaban mutuamente y no había nada que pudiera separarles. Le devolvió el abrazó y, sin ser capaz de evitarlo, se puso a llorar con más fuerza.
Kota se separó de él y Hikaru, pensando que había vuelto a estropearlo todo, le soltó. Pero, al contrario de lo que esperaba, el mayor volvió a ponerle las manos en las mejillas y, sorprendiéndole una vez más, acercó también la cara y otro recuerdo le vino a la memoria al menor. Un recuerdo sobre heridas, lágrimas, besos en la mejilla y risas.
-Shh… Hikka… -susurró el otro volviendo a abrazarle-. Lo siento… no llores…
Sin embargo, antes que Hikaru pudiera devolverle el abrazo, volvió a separarse y, sonriendo, se le aproximó ni medio segundo más tarde y le dio un beso en la mejilla.
Se sorprendió pero cuando el otro volvió a mirarle, le devolvió la sonrisa y, por un instante, pensó que la pared que los separaba no era tan alta ni tan ancha como le había parecido hasta entonces.
Poco después, cerró un momento los ojos para eliminar los restos de las lágrimas que aún quedaban.
Notó algo que le oprimía los labios y, sin sospechar nada, abrió los ojos para ver de qué se trataba.
Se quedó helado cuando descubrió a Kota besándole, pensó en apartarse pero todo pensamiento desapareció de su mente cuando se dio cuenta de lo cálidos que eran los labios del otro, de la sensación de libertad que le ofrecían y, poco después, le devolvió el beso al chico.
El mayor fue el que separó los labios de ambos, pero los dos se miraron perplejos por lo que acababan de hacer, sin saber, ni uno ni el otro, por qué habían hecho tal cosa.
Hikaru iba a decir algo pero el otro le interrumpió con unas palabras que él nunca quiso oír y ni siquiera esperó. Aunque sabía que algún día tendría que responderla, aún no estaba preparado para ello, por lo que, cuando Yabu dijo:
-¿Por qué te alejaste de mí? –un profundo miedo le invadió y no supo qué decir. Sabiendo que no podía contarle la verdad, al menos no en aquél momento y sin contarle todo lo demás, lo único que pudo hacer fue levantarse de golpe y alejarse todo lo que el poco espacio sobrante en el armario le permitió.
La puerta se abrió entonces y él, sin dejar de pensar en lo que había pasado antes de la pregunta fatídica, apartó a los causantes de todo lo que había pasado allí dentro de la entrada y se alejó corriendo de allí todo lo rápido que pudo.
Cuando se creyó lo suficientemente lejos, se paró en una esquina y se hizo un ovillo allí mismo, su cabeza demasiado llena de pánico para pensar con claridad.
Así fue como lo encontraron Kei y Daiki. Con un angustiado Ryosuke y unos preocupados Yuto y Chii detrás, habían recorrido media escuela cuando los tres menores habían ido a avisarles de que Hikaru había desaparecido.
Le ayudaron a levantarse y le llevaron hasta su taquilla para que se cambiara los zapatos, llevando siempre sus cosas, después Inoo se ofreció a acompañarle a casa, encargándole a Dai-chan que enviara a sus hogares a los otros tres.
No dijo nada, sabía las posibles causas del pánico que sentía Hikaru, todas acababan apuntando a su padre de una manera u otra.
Cuando llegaron a la casa de su mejor amigo, Inoo le pidió la llave y abrió él mismo la puerta.
-No están… -murmuró Hikaru cuando Kei le ayudó a entrar.
Tan pronto la puerta se cerró, Hikaru se giró y miró al mayor, con los ojos llenos de lágrimas.
Inoo le sonrió, para mostrarle que todo estaba bien, que no tenía por qué preocuparse, y después se dirigió a la cocina y buscó algo que pudiera reconfortar al menor.
Un rato más tarde fue al salón, encontrando a Hikaru acurrucado en una butaca, y le alargó una taza de leche caliente a su mejor amigo.
El otro levantó la vista y cogió la taza con ambas manos, su mente aún petrificada por la pregunta que Kota le había hecho.
Kei se sentó en otro sillón, frente a la butaca donde estaba el menor, y espero pacientemente hasta que Hikaru fue capaz de volver a articular palabra, pasado ya el pánico a que se descubriera su secreto, y de contarle lo que había pasado en ese armario.
Inoo no dijo nada sobre el tema, sabiendo que lo que menos necesitaba su amigo era alguien que le calentara más la cabeza con eso, sólo se levantó y colocó una mano en el hombro del menor, ofreciéndole también una sonrisa cálida para tranquilizarle.
Después de lavar ambas tazas, Kei volvió al salón y, volvió a apoyar su mano en el hombro del otro, para después decirle:
-Tengo que irme… hoy es el cumple de mi prima –sonrió-. ¿Estarás bien?
Al recibir un asentimiento de parte de Hikaru, Inoo se fue hacia la entrada y se puso los zapatos. Cuando levantó la cabeza, su vista tropezó con el menor, sonrió.
-Adiós~ -dijo.
-Nos vemos –se despidió el otro, con una tenue sonrisa-. Y… gracias Kei.
-No hay de qué. Para eso estamos los amigos, ¿no? –contestó Inoo sin dejar de sonreír-. Bye-bye.
Esa noche, Hikaru se fue pronto a la cama pero lo último que hizo fue dormir.
‘¿Por qué te alejaste de mí?’
Cerró los ojos intentando no recordar el por qué, pero el recuerdo le golpeó la mente con fuerza.
Faltaba poco para la jornada deportiva escolar del colegio al que iban los dos y los tutores estaban como locos haciéndoles entrenar durante todas las clases que podían y durante las horas libres porque ninguno de ellos quería perder.
Los alumnos aguantaban como podían, pero ese día había sido el peor con creces, su tutor era uno de los que estaba más entusiasmado con eso de la jornada deportiva, había sido jugador de béisbol en el instituto y su equipo casi había ganado el campeonato, por lo que no quería, no podía, permitirse que su clase fuera aplastada por ninguna otra.
Ese día Hikaru que, era uno de los corredores más rápidos del grupo A, se cayó mientras entrenaban, por lo que se libró del resto de ejercicios y estuvo observando al equipo de fútbol, en el cual estaba Kota.
Volviendo a casa, Hikaru se puso a imitar los movimientos que su mejor amigo hacía durante el entrenamiento mientras Kota reía. Fingiendo que tenía una pelota en los pies, el menor empezó a correr de un lado a otro por el camino, hasta que tropezó con sus propios pies y acabó de morros en la carretera.
Yabu se apresuró a llegar al lado de su amigo pero, cuando se arrodilló al lado de Hikaru para ver si estaba bien, ambos oyeron la bocina de un coche. Kota se levantó rápidamente y, agarrando a su amigo por la muñeca, le medio-arrastró hasta cerca de la pared que separaba la carretera de la casa que tenían más cerca.
-Malditos niños… -pudieron escuchar el conductor del vehículo mascullar cuando pasó por su lado.
Pasado el susto, el mayor preguntó:
-¿Estás bien?
Hikaru asintió y sonrió, empezando a reír poco después.
-¿Por qué te ríes? Podríamos haber muerto, idiota –el oír esas palabras de la boca de su mejor amigo, el menor no pudo hacer más que reír más fuerte.
-Que dramatices así lo hace aún más gracioso –contestó Hikaru entre carcajadas-, tonto.
Kota iba a protestar pero recordó lo que les había envuelto en esa situación y, ciertamente, entre las tonterías de Hikaru y su dramatización, la situación tenía su lado divertido, por lo que se relajó y sonrió también.
Poniéndose en marcha de nuevo, el menor recordó algo que había visto por la tele la noche anterior.
-Por cierto… ¿viste la peli que pusieron ayer en el canal 5?
Durante el ratito de camino que les quedaba hasta la casa de Hikaru, este estuvo explicándole escenas de la película a Kota. En un momento dado, le cogió de la mano para demostrarle como los protagonistas habían escapado de la trampa mortal que les tenía preparada el malo de la película.
Seguían tomados de la mano cuando giraron la esquina de la calle del menor, y también cuando, un par de pasos más adelante, Hikaru volvió a tropezar.
-¿Se puede ser más patoso? –dijo Kota tirándole del brazo para que su mejor amigo se levantara-. ¿Te duele? –el otro negó con la cabeza y sonrió, pero él pudo ver que se había hecho una herida en la rodilla, dejándole por imposible, siguió-. Anda, vamos…
Hasta que no estuvieron justo delante de la casa de Hikaru, ninguno de los dos se dio cuenta de que seguían agarrados de la mano.
-Hasta mañana~ -se despidió el menor, antes de entrar en su casa.
-Adiós –contestó Kota.
Hikaru entró en casa y fue a saludar a su madre:
-Hola, mamá~ -dijo antes de abrazarla, recibiendo un beso en la cabeza de parte de ella.
-Hola, hijo. Anda, ve a cambiarte y luego pásate por el despacho de tu padre, que quiere hablar contigo.
-Vale~
Llamó a la puerta y, cuando su padre le dijo que podía pasar, entró. La sonrisa que exhibía desde hacía rato se desvaneció en ver la manera en que su padre le miraba.
Hacía un tiempo que tanto a él como a su madre les preocupaban las reacciones del hombre, saltaba por nada, daba muchas más órdenes que hasta nunca antes y, si no las cumplías, la manera en que te miraba era terrorífica. Temían que pudiera deberse al estrés que sufría en el trabajo. Esa tarde, sin embargo, lo que su padre le ordenó fue peor de lo Hikaru hubiera sido capaz de imaginar.
-Hola, papá…
-Siéntate, Hikaru.
El chico lo hizo y contempló como su padre se le acercaba.
-Dentro de un curso tendrás que pasar exámenes para entrar en un colegio, ¿lo sabes, verdad?
Hikaru asintió.
-¿Entonces qué pasa con los últimos exámenes que llevaste? ¡¿Acaso no te preocupa tu futuro?! ¡Deberías estar estudiando, no paseándote por la calle! –después de una pausa y un suspiro, el hombre continuó-. No puedes aspirar a entrar en ninguna buena escuela media con tus notas…
-Pero… -tan pronto habló, el chico se dio cuenta de que debería haber estado callado.
-¡Pero qué! –La rabia volvió a los ojos del hombre-. ¡¿Acaso quieres acabar como el hijo de ese fracasado que tenemos por vecino?! ¡¿Sin acabar el instituto?! Mira… hasta ahora he estado aguantando todas tus tonterías con ese amigo tuyo, Yabu; pero ya me he hartado de vosotros. Tus notas tienen que mejorar, y no creo que jugando eso vaya a pasar. Te prohíbo volver a relacionarte con él.
Había algo en los ojos de su padre que impidieron que protestara. Algo parecido a un instinto le decía que era mejor obedecer.
Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar ese recuerdo de su mente, pero lo único que consiguió fue oír como si estuviera a su lado la última frase que su padre había dicho antes de echarlo de su despacho.
“Si no me haces caso… me veré obligado a tomar medidas drásticas.”
El dolor de cabeza y el cansancio que había sufrido esa última semana volvieron con más fuerza y en lo único que pudo pensar antes de caer en un sueño poblado de pesadillas fue en lo mucho que desearía tener a alguien en los brazos de quien refugiarse.
KYAAA! muero *-*
ResponEliminawow! ahroa sé la razón u_u
neeh ~ :B
Gracias gracias gracias por actualizarlo *o*
esque yo ya necesitaba una dosis de YabuHika u_u
xddd neeh
me encanta esta historia! y me da penita a su vez ;w;
¿Yabu siguió a Hika al mismo instituto? wow! esoe s amor:) ♥
neeh ~ te deje un premio en mi blog n_n
KAWAIIIIIIIII!!!!!!!!!!!!!
ResponEliminacontinua escribiendolo, plisssss
me encanta el YabuHika, pero casi no encuentro y tu fic esta SUPER genial :)
NO PUEDO CREERLO HOY LO ENCONTRE Y HOY LO TERMINE ESTA MUY BUENO TU FIC
ResponEliminaPOBRE DE HIKA SU PAPÁ NO QUIERE KE ESTE CON YABU Y TANTO KE LO QUIERE CONTINUALO PRONTO POR FA
☺