Título: Missing you
Idea original: GiGi
Escrito por: Mari-chan
Género: LEMON y puede que se pueda considerar Romance/Fluff lo que viene después
Pareja: YabuHika
Tipo: One-shot
Palabras: 1855
Advertencias: NC-17
Advertencias: NC-17
Sumario: Yabu peleó con Hika y, después de dos semanas sin siquiera hablar con él, su cuerpo empieza a tener raras reacciones cada vez que le ve... y cuando no, también.
NA: GiGi me dio ayer su idea escrita y me pidió (ordenó) que lo leyera y lo re-escribiera a mi manera u///////u Casi morí escribiendo esto -/////- Y hoy cuando se lo he dado me ha obligado (casi literalmente) a subirla aquí :S Espero que, si alguien se decide a leerlo, os guste...
NA2: Por mucho que el título pueda parecer melancólico... esto no lo es -//////-
Llevaba horas dando vueltas en la cama, días sin poder dormir y dos semanas sin hablarse con su novio y había algo que no le dejaba en paz en ningún momento del día.
La razón de todo eso fue la discusión que tuvo con el otro a raíz de haberlo visto haciendo el tonto con Daiki, con una actitud, a su parecer, sospechosamente cariñosa.
Y ahora no podía ni dormir sin pensar en lo estúpido que había sido o en los muchos momentos que, en 14 días, había malgastado sin pasarlos a su lado, sin verle sonreír, sin escuchar su voz, sin poder abrazarle, besarle, tocarle…
Las pocas veces que había conseguido dormir, se había despertado con una gran sensación de ahogo y la entrepierna húmeda, consecuencia de sus fantasías con la persona que menos quería verle en aquél momento.
Pero lo peor no era el cansancio que suponía no poder descansar como se debía, sino la distancia que se había creado entre ellos ahora que ni siquiera podía estar en la misma sala sin que su cerebro enviara una señal a su miembro para que se excitara.
Por ese motivo, se encontraba a sí mismo pensando en el menor a cada momento del día, en posiciones bastante comprometedoras, por cierto, y maldiciendo a sus hormonas adolescentes. ¡Malditas fueran! ¿No se suponía que ya era un adulto? Había cumplido la mayoría de edad pero su cuerpo seguía actuando como el de un chico de 15 años que acabara de descubrir las maravillas que escondía el sexo y viera posibilidades por doquier.
Llevaba dos días sin siquiera ir a los ensayos por miedo de que su cuerpo reaccionara de más y los otros se dieran cuenta de ello y acababa de decidir que ya no podía seguir así. No podía seguir evitándole si quería que le perdonase y poder salir de aquél espiral de locura en el que estaba atrapado.
Haría lo que fuese necesario para conseguir hacer las paces… volver a estar con él… lo que fuera.
Con esa idea, se dirigió a la casa del menor. Su madre le dejó entrar, diciéndole que su hijo no estaba y que ella tenía que salir pero que podía esperarlo en su habitación si eso era lo que quería.
Sin que se lo tuvieran que decir dos veces, el chico entró en la habitación de su novio y se sentó en su cama, pensando en la mejor manera de disculparse cuando el otro llegara a casa. Para empezar, el factor sorpresa jugaba a su favor, otra cosa que le era favorable era que estaba en su habitación y primero tendría que escucharle si quería que se fuera, entonces, sólo tenía que pensar en una manera de pedirle disculpas al menor.
Cuando pensó que todo iba a solucionarse pronto, suspiró aliviado, pero su cerebro se negaba a poner un final pacífico a esa situación, quería acción. ¿Y qué mejor manera de conseguirla que haciéndolo con el otro?
Por eso, tan pronto el chico se relajó, aparecieron en su mente las mismas imágenes que llevaban torturándole casi dos semanas, y él tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para evitar que su miembro se pusiera duro.
Hacía un par de horas que el ensayo había acabado y él sabía que el menor no tenía nada más aquél día (se habían peleado pero aún así no había podido no preocuparse de que no le pusieran demasiado trabajo y lo exhaustaran en demasía), pero aún así el otro no llegaba y él empezaba a enfadarse. ¿Podría ser que hubiera salido con Daiki?
Cuando oyó un amortiguado ‘Tadaima’ procedente de fuera de la habitación, sus sospechas se esfumaron y empezó a pensar en la manera en que debería disculparse.
Sin embargo, cuando el menor abrió la puerta, su raciocinio se fue al garete y su cuerpo se movió por voluntad propia, sus instintos habían tomado el control. El otro ni siquiera atinó a distinguir quien era que había estado allanando su cuarto que él ya estaba besándole apasionadamente, sediento de su sabor.
No pensaba separarse de él, pero empezaba a quedarse sin aire, por lo que tuvo que alejarse un instante. Instante que fue suficiente para que el menor comprobara algo que ya se pensaba, que era su novio el que estaba allí, eliminando los atisbos de miedo que pudiera haber atenazado su corazón.
-Kota, ¿qué…?
Pero Yabu no le dejó terminar, le había cogido en brazos e iba camino a la cama, donde le depositó suavemente pero sin demasiada delicadeza. Rápidamente, le aprisionó entre su propio cuerpo y el colchón y volvió a besarle, aprovechando que el menor había abierto la boca para añadir algo más para colar su lengua dentro, hasta que ambos se quedaron sin aliento.
-No -dijo firmemente, sabiendo que el otro volvería a intentar hablar-, no lo estropeemos otra vez -y volvió a besarlo, empezando a acariciarle el abdomen por debajo de su jersey con una mano, pero el menor le obligó a separarse.
-Kota… para -le ordenó, él también parecía decirlo seriamente cuando añadió-: No quiero.
-Ah, ¿no?
Y aunque intentó negar con la cabeza cuando le oyó, el mayor ya estaba metiéndose con su cuello, dando pequeñas mordidas y lametazos en su garganta, entreteniéndose en su nuez un poco más, y dudó un instante antes de contestarle.
-No.
Pero el mayor se había dado cuenta de aquel pequeño momento de duda e iba a aprovechar la inicial negativa del menor para hacerle sufrir un poco.
-Ya lo veremos… -susurró en su oído, cosa que hizo que el otro se estremeciera, antes de darle un lametazo en el lóbulo que hizo que su rostro se cubriera de un intenso sonrojo, que se oscureció cuando oyó a su novio murmurarle su apodo directamente a la oreja-Hachibee… -tras lo cual, el mayor volvió a asaltar su cuello, dejándole más de una marca que, se aseguró, serían visibles al menos hasta cinco días después.
Hikaru intentaba aguantar los sonidos que las acciones de su novio hacían lo posible para arrancarle, pero los constantes ataques del mayor hacían cada vez más difícil esa tarea, hasta que, llegados al punto donde (su suéter y camiseta ya olvidados en alguna esquina de la habitación) Yabu manoseaba su abdomen y besaba ferozmente sus pectorales, encontrándose con sus pezones de vez en cuando, el menor no pudo aguantar más y un gemido escapó de sus labios.
Oyéndolo, Kota sonrió contra su piel, tomándolo como una rendición ya casi completa del menor al placer que él le estaba proporcionando, y levantó la vista, sólo para encontrarse con un muy ruborizado Hikaru, con los ojos medio cerrados a causa de la sensación que estaba experimentando. Esa vista aumentó aún más su deseo y enfureció sobremanera sus ganas de hacerlo suyo después de dos semanas, que se le habían antojado eternas, sin siquiera poder mirarle directamente.
La temperatura de la habitación subía a la par que las de sus cuerpos y ambos respiraban agitadamente.
-¿Te… rindes? -preguntó Yabu entre besos, volviendo al cuello del menor.
Este, sin querer claudicar tan pronto, volvió a negar con la cabeza, temeroso de soltar algún ruido indecoroso si abría la boca.
Kota volvió a sonreír, burlón, y procedió a chupar uno de los pezones de su novio y tantear el otro son una mano, mientras la otra bajaba por el abdomen del menor hasta llegar al cierre de su pantalón, desabrochándolo en un solo y rápido movimiento.
Ni medio segundo después, entre los dos, se las habían apañado para aventarlos a la otra punta del cuarto y el mayor empezaba a desnudarse él también. Se quitó la camiseta, pero la vista ante sí le impidió seguir desvistiéndose; la imagen de SU Hikaru semidesnudo, con una erección monumental que hasta debía de doler, con las mejillas rojas y los ojos y boca entrecerrados se clavó en su retina y sus ojos se oscurecieron de deseo.
Su mano capturó el miembro del menor y el otro boqueó, buscando un aire que parecía no querer entrar en sus pulmones, a la par que él empezaba a acariciarlo muy lentamente, sometiéndole a una deliciosa tortura, sin dejar de magrear sus tetillas.
Sin soltar el miembro de su novio, Kota acabó de desvestirse y lubricó cuatro dedos con su propia saliva antes de meter directamente dos de ellos en la entrada del menor, haciéndole soltar un pequeño grito entre los miles de gemidos que llenaban el aire del cuarto.
Cuando notó que el otro ya se había acostumbrado a la intrusión, metió otro más, y poco después otro, moviéndoles en forma de tijera para dilatar la obertura que había de recibirle no mucho más tarde, hasta que sintió que Hikaru se movía con él, cosa que tomó como señal para sacar sus dedos, acción delante de la cual el menor soltó un quejido casi inaudible, y posicionarse para penetrar esa entrada que tanto había echado de menos.
En un rápido movimiento entró en él y al otro se le escaparon un par de traviesas lágrimas, que él se apresuró a borrar con suaves besos, aún acariciando su miembro.
Un par de segundos más tarde, Kota empezó a moverse, y después del dolor inicial, el mismo placer salvaje que él sentía invadió a Hikaru, quien hacía todo lo posible para no pedirle que fuera más rápido.
Pero cuando el miembro de Yabu rozó su próstata, el poco juicio que le quedaba se esfumó junto a sus intentos de resistirse y acabó por suplicar a su novio que acelerara la velocidad con la que se movía, cosa que el otro ya planeaba hacer antes de oírle.
Así, en aquél frenético vaivén en el que el mayor se movía dentro de Hikaru, Kota volvió a preguntar, casi sin aliento y entre jadeos:
-¿Te… rindes… ahora?
El menor, totalmente desarmado contra las sensaciones que recorrían su cuerpo, con apenas un poco de aire en los pulmones, eligió responderle con un tierno beso en los labios y un suave y susurrado:
-Te… amo… -junto a una dulce mirada que destrozó las últimas defensas del cerebro de Kota y que hizo que no pudiera aguantar mucho más y se corriera una décima de segundo después de sentir la semilla de la persona a la que más quería en el mundo salpicando su mano.
Tumbados en la cama de Hikaru, compartiendo los restos del calor que había azorado esa habitación poco antes, tapados con una manta, el sueño empezaba a invadir a los dos amantes.
Antes de cerrar los ojos y quedarse dormido (cosa que necesitaba después de dos semanas sin haber descansado bien), Kota apretó un poco el agarre que mantenía sobre su pareja y susurró:
-Hika…
El otro le miró, las ganas de dormir claramente presentes en sus entrecerrados ojos, y él sonrió.
-Te amo… -susurró, besándole la frente antes de añadir-: Buenas noches…
El otro sólo acurrucó más cerca de él y cerró los ojos. Después de dos semanas sin tener contacto con el otro, una buena dosis de ‘amor’ les había dejado agotados a ambos y Kota sólo atinó a volver a sonreír antes de quedarse dormido él también.
woooooooooooooooo
ResponEliminake buen lemon
antes no era para nada fan de esta pareja pero estoy cambiando de opinion (es de sabio ekivocarse :P)
me encanto el fic :)
seguiria comenntando pero ya me reagañaron (¬_¬ otra vez )
jejejeje, para ser tu primer LEMON (espero que no sea el ultimo), te ha salido muy bien ^^
ResponEliminaooooooo
ResponEliminak buen lemonnnnnnnnn
sigue asii