Título: Hazel eyes
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Pareja: YabuHika
Género: UA, Romance, Aventuras (nunca antes había escrito algo así, por lo que no sé muy bien como ha quedado)
Tipo: One-shot
Palabras: 1713
Sumario: Ha pasado mucho tiempo desde que la guerra empezó y ambos reyes, cansados de ella, deciden hacer un pacto. Van a casar al príncipe de un reino con la princesa del otro. Pero las cosas no van siempre de acuerdo a los planes.
Advertencias: Muerte de un personaje (de 3, pero el importante es uno)
Advertencias: Muerte de un personaje (de 3, pero el importante es uno)
NA: No tengo tiempo para nada, estoy sumergida en exámenes (otra vez), pero he conseguido escribir esto por el cumple de Yabu ^^ Espero que os guste~
NA2: Inoo y Chinen son chicas aquí (aunque solo salen en una escena)...
NA3: Es la primera vez que escribo algo así, me gustaría que comentarais para saber como ha quedado n.n
NA2: Inoo y Chinen son chicas aquí (aunque solo salen en una escena)...
NA3: Es la primera vez que escribo algo así, me gustaría que comentarais para saber como ha quedado n.n
No quedaba mucho, todo el reino lo sabía, por eso, el rey tenía que hacer todo lo posible para que su hijo sentara la cabeza y empezara a comportarse como el príncipe heredero que era, y si para eso tenía que forzarle a casarse, lo haría sin dudarlo ni un instante. Bien sabía lo que sentía su hijo por aquél bufón, pero cuanto antes entendiera que no se podía jugar con la situación del reino, antes podría él descansar en paz. La familia real necesitaba un heredero, y lo necesitaba ya.
-¡Ni hablar! –gritó el chico cuando su padre le dijo con quien tendría que verse el día siguiente-. ¡No voy a hacerlo!
-Escúchame, pequeño insolente, tienes quince años ya, eres lo suficientemente mayor como para empezar a cuidarte de las cosas del reino. No se trata de lo que quieres hacer, debes hacerlo.
-¡Ni hablar! –repitió el heredero saliendo de la sala, dejando a un muy desconcertado sirviente suyo y a un rey más bien descompuesto dentro de ella.
-L-lo siento, majestad –murmuró el otro chico antes de salir apresuradamente de allí-. C-con permiso…
El rey suspiró. Puede que su hijo fuera el único que no supiera que él iba a irse pronto. Pero era su deber hacer lo que le decían sus mayores. Ya tendría tiempo para cumplir con sus caprichos una vez todo hubiera acabado y él hubiera sido nombrado rey, aunque nadie hubiese esperado que fuera tan pronto.
Ni siquiera sabía como había conseguido Hikaru que se encontrara allí ahora, tomando el té y una merienda con la princesa del reino vecino. Acompañándola a ella estaban un soldado joven y su hermana menor, al lado de él, su Hi… ejem, su mejor amigo y sirviente, Hikaru.
La charla no era del todo desagradable pero había algo en la chica que le hacía imposible pensar en ella como en la persona que debería darle un hijo en el futuro. Quizá fuera su complexión, demasiado fina, quizá la ausencia de sentido del humor, quizá la falta de esa sonrisa dulce a la que estaba acostumbrado, o quizá el vacío que una amabilidad conocida solía llenar gratuitamente.
-Hikaru –murmuró, de pronto, el chico, cortando el monólogo grotescamente superficial que había estado soltando la mayor de las muchachas hasta entonces-, no puedo hacer esto…
-¿Señor? –preguntó el sirviente, confundido, pero el príncipe no le hizo caso y se dirigió esta vez a su prometida.
-Lo siento, princesa Keiko, pero no creo que sea usted la persona adecuada para mí. Le pido perdón humildemente por haberle hecho perder el tiempo. Si me disculpa…
-¡¿Significa eso que servidora no es lo suficientemente buena para vos?! –exclamó la susodicha princesa, levantándose del sillón donde estaba sentada y con cara de enfadada, claramente en el principio de una rabieta, eso no hizo más que reforzar la decisión del príncipe de no ceder a los mandatos de su padre y casarse con ella.
-No es eso lo que quise decir, noble dama, pero, si me permite decírselo su reacción no ha hecho más que hacerme ver que se parece usted demasiado a todas las… mujeres de por aquí, y eso no le ha favorecido en mi elección.
-¡Suficiente, caballero! –bufó la chica, golpeando el suelo con uno de sus pies-. ¡Yuri, Keito, nos vamos! –ordenó inmediatamente después, caminando rápidamente hacia la puerta.
-Mis disculpas… -escuchó el príncipe a su sirviente decirles a los dos acompañantes de su recién ya no prometida a sus espaldas.
El rey suspiró cuando el chico le informó de lo que había pasado, no había esperado que su hijo aceptara casarse sin más, pero tampoco que se negara tan rotundamente.
Tendría que empezar los preparativos para cuando llegara la hora.
Roto el pacto, no les quedaba más que seguir luchando.
¿Por qué nadie se lo había dicho? Todos lo sabían, incluido Hikaru, todos menos él. ¿Por qué nadie se había dignado a decirle que su padre se estaba muriendo? Aunque ahora poco importaba ya… el rey ya no estaba.
Sentado delante de la gran hoguera en la que ardía el cuerpo del antiguo monarca, al lado de su madre y con los ojos clavados en el fuego, el chico se preguntaba por qué. Al tiempo que el sacerdote empezaba a predicar sus bendiciones y su madre dejaba caer una única lágrima, se decidió; esa misma noche iba a preguntárselo a Hikaru, y este no tendría más opción que responderle.
-L-lo siento, señor… -intentó disculparse el chico. Nunca había querido ocultárselo pero el difunto monarca le había hecho prometer que lo haría.
-¿Por qué lo hiciste, Hikaru? –repitió el mayor de los dos, aunque con una voz mucho más fría que la primera vez, pasada de la ira del momento. ¿Era eso lo que hacía la muerte? Empezaba a entender a su padre.
Incapaz de aguantar la mirada de hielo que su señor le dirigía, Hikaru perdió la poca decisión que le quedaba y se lo contó todo. Desde la situación delicada entre su reino y el vecino, hasta el pacto de casar a los dos herederos para poner fin a la guerra.
Nunca había esperado ser coronado rey tan pronto. De hecho, ni siquiera se había imaginado siéndolo, no le tocaba a él, en un principio, pero una serie de desgraciados incidentes les habían llegado donde estaban ahora y, en aquel instante, el reino necesitaba un gobernante.
Con el peligro inminente de ser atacados por el reino vecino (la existencia del cual él ni siquiera se había planteado hasta que estuvo prometido con una de sus princesas) y arrepintiéndose de no haber prestado atención cuando Yokoyama intentaba explicarle lo esencial para gobernar y Ninomiya le instruía en el arte de la guerra, encontrando mucho más entretenidos los malabares que Hikaru practicaba en su tiempo libre, el príncipe heredero se dirigió hacia el trono para sentarse en él por primera vez.
Poco después, el mismo sacerdote que había cantado por la muerte de su padre cantaría por su nacimiento como rey, ante los ojos expectantes de todos los miembros de la corte y de la reina.
-No creo que pueda, Hikaru…
-Sí que puede, majestad, sabe como hacerlo, sólo tiene que recordarlo.
El nuevo rey no estaba preparado para la guerra. Nunca había necesitado estarlo y ahora lo único que podía pensar era que su hermano Jin hubiera sabido exactamente qué hacer.
-Yo voy a estar allí, si le sirve de consuelo, majestad, aunque no sé de qué puede servirle un bufón debilucho como servidor es.
-Vuelva, majestad. Usted y Shintaro vayan por ese paso por las montañas del que nos ha hablado Kato-san y vuelvan al castillo –dijo el bufón, intentando hacer entrar en razón a su rey.
-Ni hablar, no voy a dejarte aquí, Hikaru.
-Majestad…
-No voy a hacerlo, Hikaru.
-Señor, debe vol…
-¡No! –el rey seguía negándose a la salida que le estaba ofreciendo el menor, la única que en realidad tenía, quería creer que, si podían aguantar un poco más, si eran capaces de resistir un último golpe, los refuerzos llegarían y podrían vencer a sus enemigos.
-¡Kota! –exclamó Hikaru, utilizando el nombre de su señor por primera vez, pese a que no habían sido pocas las ocasiones en las que este le había pedido que lo hiciera. El solo hecho de oír su nombre hizo que el mayor abriera los ojos y descubriera que esa era la única salida, tanto para él como para el niño, pese a lo que él quisiera creer-. Ve y vuelve a casa. El reino necesita un rey. Ryutaro y yo nos ocuparemos de que no os sigan. Ve.
Fue entonces cuando habló el muchacho recién nombrado, que había estado callado desde que se separaron del ejército principal.
-Cuida de mamá, Shin –fueron las palabras que dijo, ante lo cual el pequeñó asintió con lágrimas en los ojos, intentando no llorar para que su hermano mayor se sintiera orgulloso de él.
-Vamos, pequeño –murmuró el rey, colocando una mano en el hombro del menor con un gesto amable de consuelo. Ambos dejaban a una persona muy importante para ellos allí y, tal y como Hikaru le había hecho ver, eso era lo que tenía que hacer.
Se habían parado en el lugar donde empezaba el camino y, contra todo lo aconsejable, habían mirado atrás. Aunque estuvieran seguros entre los árboles, no tenían tiempo que perder, pero Kota creía que eso era lo mínimo que podía hacer por su bufón, despedirle de frente.
Desde donde estaban podían ver la lucha desarrollándose en el lugar que acababan de dejar, los cinco hombres que habían llegado allí segundos después de que ellos se fueran batiéndose con quienes les habían salvado la vida, también podían oír las exclamaciones y el ruido de metal contra metal.
Cuando los sonidos producidos por la batalla dejaron de llegar a sus oídos, ambos chicos dieron la vuelta y emprendieron la marcha hacia el castillo-
No mucho después un nuevo sonido inundó su viaje, sollozos, y, después de comprobar que provenían del menor, el rey se sorprendió a sí mismo derramando tímidas lágrimas también.
Se subió la cremallera de la chaqueta a la vez que intentaba no chocar con nadie, pensando en ese sueño tan extraño que había tenido la noche anterior.
Todas esas escenas se repetían en su cabeza y cada vez que recordaba la última lucha, había algo en su pecho que se rompía. Después de esas primeras lágrimas, el rey, que era sospechosamente idéntico a él mismo, había hecho lo que debía y hasta que él no hubo vuelto al castillo y su reino no hubo ganado la guerra no se permitió llorar por su amigo perdido.
¿Se lo parecía a él o cada vez había más gente? Abriéndose paso entre la multitud, llegó al centro de atención de todos y se quedó petrificado al ver lo que había causado tal conmoción.
Sentado en el suelo y con una guitarra en las manos, esparciendo una dulce melodía, estaba un chico al que no había visto nunca. Un chico que, sin embargo, le resultaba dolorosamente familiar. Y cuando éste levantó la vista y sus ojos se encontraron, la música paró y el mayor no pudo evitar pronunciar el nombre que se había alojado en su garganta desde que llegó allí.
-Hikaru…
Me encanta el final!!!!
ResponEliminaPobre de mi Hikaru, me dió una lastima... Es un Amor!!! >_<
Buen fic, aunque creo (es mi opinion) que separaste mucho entre párrafos, pero te ha quedado genial ^^
Me encantó !!!1 exijo una continuación! *-*
ResponEliminaMari alegras mi día x3
Genial... Observo algun "saltet" en la història, és que vols continuar-la a partir dels salts, efecte feed-back? Té moltes possibilitats i alguna cosa de màgic i meravellós. Suposo que cadascun de nosaltres imagina un escenari,... a mi em suggereix personatges molt en la línia dels teus dibuixos, de cinturons amples, de rostre tendre, vivint situacions adverses de vegades...Arbres, vegetació abundant, castells en l' aire,...Tens un excel.lent domini del llenguatge... "Avanti a totta màquina" amb aquestes històries fantàstiques on poses també una mica del dia a dia... smuakkssss
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