diumenge, 31 de juliol del 2011

First Kiss

Título: First Kiss
Pareja: YabuHika
Género: UA, Romance, Fluff
Tipo: One-shot
Palabras: 1015
Sumario: Hacía mucho tiempo que no estaban a solas ellos dos. Hikaru se ha dormido y Kouta no puede evitar empezar a divagar...
NA: Este fic es para el cumple de Arumi-chan~ No tuve tiempo de hacer nada apropiadamente para entonces y hoy he encontrado este archivo perdido en uno de mis pendrives y he decidido subirlo para tii ^^
NA2: Woa~ Estoy encantada *o* mi blog tiene 40 seguidores, jujuju *risa triste* hacía demasiado que no me pasaba por aquí TT__TT   Lo siento, minna...


Hikaru suspiró, cansada, y Kouta se giró para mirarla, una de las cosas que más le gustaba hacer. La chica estaba recostada en la pared que daba a la sala de estar de la gran casa de su abuelo, su pelo medio recogido en una coleta (recogerlo completamente cuando era tan escalado era difícil, él lo había intentado más de una vez bajo sus órdenes), los pantalones de chandal gris doblados descuidadosamente para que a sus piernas les tocara el aire, una camiseta de manga corta blanca que le había robado a él un par de semanas antes con las mangas también dobladas con la intención de refrescarse un poco y una botella de agua fresca en la mano como premio después del entrenamiento que su abuelo les había impuesto.
La verdad es que tenía razones para estar cansada, el entrenamiento que oji-chan la obligaba a hacer desde los diez años no era algo que la mayoría de los chicos que asistían al instituto al que iban hubiera podido soportar, ni siquiera esos que formaban parte de los clubes de artes marciales o de deportes. Desde que ella le había pedido, tras haber sufrido el maltrato de alguien a quien creía su aliada, más aún, su amiga, que le ayudara a hacerse más fuerte con lágrimas en los ojos (él también había estado presente, recordaba demasiado bien todos y cada uno de los días que había pasado junto a ella, aunque para entonces no hubieran sido más que un par de críos de ocho años), su abuelo se había tomado sus palabras al pie de la letra y había empezado a entrenarla, aumentando el nivel de los ejercicios gradualmente hasta que habían llegado al nivel actual. Él había querido unirse también (en parte voluntariamente y en parte porque ella se lo había pedido... vale, le había obligado, pero él lo hubiese hecho igual, porque lo único que estaba en su mente desde que vio las cicatrices en su brazo fue protegerla) y, al hacerlo tiempo después de que ella empezara, había tenido trabajos para alcanzar el grado que se necesitaba para seguir las tablas que ella cumplía a rajatabla.
Después de ojear el jardín (patio) donde siempre entrenaban, Kouta volvió a posar su mirada en la chica, quien ahora respiraba acompasadamente con los ojos cerrados. Se preguntó si se habría dormido. Se preguntó si habría dormido algo la última noche, después del lío en que se metió Ryu-chan...
La observó más atentamente, su cara parecía la de un ángel. No sabía qué era pero había algo en ella que le llamaba la atención, algo que siempre le había atraído... Sin darse cuenta, se descubrió muy cerca de su cara, demasiado cerca, como ella le recordaría a base de golpes si en ese momento abría los ojos. Pero no pudo evitar eliminar la poca distancia que aún los separaba. Cerró los ojos, y, suavemente, la besó.
Cuando, un par de segundos más tarde, se separó de ella y abrió los ojos, vio que ella se había despertado y le miraba con los ojos muy abiertos.
-¡Tú...! -empezó la chica.
-¡L-lo siento, Hime-sama! ¡N-no sabía lo que estaba haciendo! -exclamó el chico y cerró los ojos fuertemente, esperando el golpe que sabía que vendría. Pero ese golpe nunca llegó. Volvió a abrir los ojos y lo que vio le descolocó totalmente.
La chica más fuerte que él nunca había conocido, esa que no había derramado una sola lágrima desde los ocho años, le estaba mirando totalmente sorprendida y en estado de shock, lágrimas empezando a acumularse en sus ojos. Eso le dejó completamente fuera de lugar y lo único que pudo hacer fue murmurar el nombre de la chica.
-Hikaru...
-¡E-ese era mi primer beso, idiota! -le contestó ella, con los dedos en los labios. Sus ojos habían empezado a derramar las lágrimas que contenían y a Kouta se dio cuenta que ese era, probablemente, el momento en que había visto a la chica más desprotegida desde que la conoció. Justo cuando estaba pensando eso, Hikaru se levantó e hizo el ademán de irse, pero él la cogió del brazo para evitar su huida.
-Espera.
La chica se giró y le miró con el ceño fruncido. Si las miradas matasen...
-¿¡Qué quieres ahora!? -le espetó, liberándose de su agarre.
-Pégame -contestó él-. Te he robado tu primer beso y te he hecho llorar. No debería haberlo hecho ni sé de qué otra manera puedo hacer que me perdones. Pégame... -repitió, cerrando los ojos fuertemente, porque sabía que ella podía golpear muy fuerte.
Ella se sorbió la nariz y le miró, curiosa. ¿Desde cuándo estaba el chico dispuesto a recibir sus golpes? Normalmente lo único que hacía era gimotear como una niña pequeña y suplicarle que no le pegara. 'Yamete~, Hikaru-hime-sama, yamete~... onegai~' eso es lo que solía decir. En cambio ahora...
-No quiero -le contestó. El chico abrió los ojos, pensando que podría ser un truco pero no convencido de que fuera a serlo (al fin y al cabo, la conocía mejor que eso). Incluso se preguntó si esa era su princesa Hikaru de siempre. Nunca habría dudado en golpearle antes de eso, por lo que él sabía, ¿por qué lo hacía ahora? Pero las dudas de que un extraterrestre pudiera haber bajado a la Tierra y haberla reemplazado se desvanecieron con sus siguientes palabras-. Nunca pegaría a alguien tan débil respecto a mí.
La chica desvió la mirada, fingiendo estar enfadada, pero su cara, tan roja como las rosas que él le había enviado el último San Valentín, la traicionaba. De hecho, le había gustado encontrarlo tan cerca suyo cuando se despertó.
El chico aún la miraba estupefacto, sin entender nada de nada.
-Pero siempre me pegas... -protestó, ganándose otro coscorrón-. ¡Ay! ¡Mou~ Hime-sama, dijiste que no ibas a pegarme! -se quejó.
-¡Cállate! -le respondió ella, golpeándole otra vez en la cabeza.
-¡Ay! Hime-sama~...
-Para. De. Llamarme. Así -le gritó la chica, remarcando cada una de sus palabras con otro puñetazo.
-Gomen~ -gimió el mayor.
Parecía que las cosas volvían a la normalidad, después de todo.