dijous, 30 d’agost del 2012

Sparks Fly ♥

Título: Sparks Fly ♥
Pareja: YabuHika
Género: UA, Romance
Tipo: One-shot
Palabras: 4.629 (sin la canción)
Sumario:¿Qué pasa cuando un Hikaru rubio y de ojos verdes criado en Escocia se encuentra conun Yabu al que nadie consigue recordar?
NA: Dentro de dos día es el cumple de mi queridísima amiga Gigi, pero me ha prohibido que le dedique ningún fic, así que se lo dedicaré igualmente ♥
NA2: Llevo más de dos semanas intentando acabar este fic u.uUUU ¡¡¡Por fin lo conseguí!!! Puede que haya partes que no tengan mucha coherencia porque, al tardar tanto, ya casi ni me acordaba de qué había puesto al principio xD  Peero... es el one-shot más largo que he escrito nunca, si os sirve de consuelo ;P
NA3: Las frases que están en cursiva están o bien en inglés o en escocés gaélico (estas són: abuela y te amo respectivamente -Yabu lo dice mal-)
NA4: Este fic es un Song-fic de Sparks Fly de Taylor Swift


El chico se había mudado a la ciudad hacía un mes, pero no había empezado a asistir a clase hasta esa semana. Era simpático y ruidoso, amable y cariñoso y, aunque Yabu no entendía por qué, era conocido en todo el instituto. Puede que fuera por su aspecto (tenía el pelo rubio y los ojos verdes y eso, incluso entre los medio-japoneses, no era para nada común) o puede que fuera por su actitud, pero el recién llegado robaba corazones allí donde iba.
Kota no podía evitar compararlo a si mismo y no entendía como dos personas podían ser tan diferentes. El chico nuevo era todo lo contrario a él, donde el rubio iba, la gente le miraba y todo el mundo quería hablar con él y ser su amigo, él, por otra parte, no destacaba en absoluto y, aunque era alto, parecía que nadie lo veía, y menos recordaba, fuera donde fuera.
Por eso, cuando el menor se le había acercado, la primera reacción que había tenido había sido ignorarle y alejarse de él. Tenía miedo de que el otro rompiera la coraza que había construido alrededor de su corazón cuando había aceptado que nadie iba a recordarle nunca.


The way you move is like a full-on rainstorm
And I’m a house of cards


El rubio había insistido, pero, en hablar con él y Kota no pudo resistirse mucho tiempo a mirarle los ojos esmeralda y contestarle todas las preguntas que le hacía. Menos de dos semanas más tarde de haber empezado el instituto, Yaotome había conseguido que comiera cada día junto a los demás chicos de la clase.
Yabu no sabía qué hacía que el menor le recordara y supiera de su presencia cuando los demás de su grupo pasaban de él inintencionadamente (puede que tuviera algo que ver con el color de sus ojos o con el hecho de haberse criado en un país de hadas, Kota no tenía ni idea), pero, por mucho que lo intentó, no pudo evitar reprimirse mentalmente por hacerse ilusiones. Pronto el menor se olvidaría de él y él lo pasaría peor de lo que lo había pasado cuando tuvo que resignarse a no tener amigos nunca.

You’re the kind of reckless that should send me running
But I kind of know that I won’t get far

Era el último día de clase antes de las vacaciones de verano y Kota estaba recogiendo sus cosas para irse a casa cuando el rubio se le acercó tras despedirse de los demás, que ya se iban, y se sentó en su mesa.
- Kota –empezó el menor, mirándole desde arriba. Se había acostumbrado a llamarle por su nombre de pila, lo hacía con todo el mundo, costumbres europeas, como también lo era el hecho de ser tan abierto con su sexualidad. Desde el primer día, Yaotome había dejado claro que los chicos le gustaban más que las chicas pero que esperaba poder ser amigo de todos los miembros de la clase igualmente-. ¿Tienes algo que hacer durante las vacaciones?
- ¿Eh? –El mayor se sorprendió cuando oyó la pregunta. Nadie le había preguntado nunca sobre sus planes fuera del colegio. Nadie le había preguntado nunca sobre sus planes y punto. Se olvidó de que tenía que contestar hasta que levantó la vista y vio que el otro seguía mirándole con ojos expectantes-. L-los deberes…
El menor ensanchó la sonrisa que parecía grabada en su cara de nacimiento y se acercó más a él antes de decir a media voz:
- Perfecto –cuando se dio cuenta de la cara del mayor, añadió-: Vamos, sonríe –enseguida cambió de tema, como hacía usualmente y volvió a lo que los ocupaba hacía nada-. ¿Puedes acompañarme a un sitio? –soltó, callándose el “as on a date or something” que habría dicho de ser otro y no Yabu la persona con quien hablaba.
Yabu no supo como negarse y, aunque la proximidad del otro le ponía nervioso por momentos y estaba seguro de que su cara se estaba volviendo brillante de tan roja que la sentía, se forzó a sonreír, cosa que empequeñeció sus ojos (tal y como solía pasar), y a contestar con un asentimiento de cabeza, ante lo cual el menor soltó una carcajada y le puso la mano en la cabeza.
- Kawaii ♥ -dijo el más bajito, saltando de sobre el pupitre y dirigiéndose hacia la puerta de la clase, girándose justo antes de salir por ella para preguntarle-: ¿Vienes?

And you stood there in front of me just close enough to touch
Close enough to hope you couldn’t see what I was thinking of

Recibió un mensaje en el móvil de parte del rubio que especificaba dónde y cuándo quedaban para hacer lo que el otro quería hacer. Así que ese mismo domingo, con un paraguas en la mano y ropa de calle, se dirigió a la fuente donde tenía que encontrar al otro y esperó.
A los cinco minutos empezó a llover y el chico abrió el paraguas para no mojarse mientras esperaba, felicitándose mentalmente por haber pensado que era la época de lluvias.
- ¡Kota! –oyó, no mucho después. Cuando giró la cabeza hacia el lugar de donde había venido la voz, vio que Yaotome no había pensado en la lluvia al salir de casa-. ¿Has esperado mucho? –preguntó el menor, al llegar a su lado.
Yabu vio como el agua resbalaba por el pelo del rubio y se colaba en su ropa, que ya estaba lo suficientemente mojada en ese momento. Fue un impulso el hecho de dar un paso hacia el más bajito y alargar el brazo donde llevaba el paraguas para cubrirlo del líquido que caía del cielo. 
- Ah –sonrió Yaotome-, gracias. ¿Has esperado mucho? –repitió, mirándole desde bajo su paraguas y acercándosele para que él también quedara cubierto.
- Eh… no –respondió Kota, sorprendido por la falta de cuidado del menor cuando se trataba de su salud. Sin pensar, las siguientes palabras escaparon de su boca-. Tendrías que haber cogido el paraguas… -el rubio le miró y soltó una pequeña risotada, claramente divertido por el pronto del mayor, aunque su sonrisa se volvió cálida cuando este añadió-: No me preocupes de esta forma…
- Kota –pronunció su nombre el de ojos verdes, despertando una sensación extraña en el abdomen del más alto-. ¿Nos vamos?

Drop everything now
Meet me in the pouring rain

 Yaotome quería ir a comprar ropa de verano. Cuando su abuela le había dicho que se preparara porque en Japón hacía mucho calor en esa época, él había pensado en el verano de Escocia y en lo que un día muy caluroso era allí, por lo que cuando había llegado a Tokio y había salido del aeropuerto y el taxi, se encontró con que casi no podía respirar por la temperatura que allí había, así que ahora necesitaba ropa para no morirse literalmente de calor.
Llevaban ya un montón de bolsas pero el menor no parecía encontrar lo que andaba buscando, por lo que aún quería seguir recorriendo tiendas cuando Yabu tropezó y se hizo daño en la mano (por suerte para ellos, en una zona poco concurrida) al caer al suelo.
La lluvia había parado hacía ya un rato y el sol brillaba en el cielo, por lo que el menor no dudó en arrodillarse al lado de Kota y examinarle el arañazo. Tras limpiarlo un poco, depositó un suave beso en la herida y volvió a sonreír al mayor.
- Granaidh siempre lo hacía cuando me caía y me hacía daño –explicó, acariciando la zona de alrededor del golpe del mayor. Después se levantó y alargó el brazo para ayudar al otro a hacer lo mismo-. Vamos. 
En ese momento, Yabu vio estrellas brillantes y nunca llegó a saber si fueron por el brillo del sol que le daba en la cara o por el efecto que la sonrisa del menor tenía en él.

Kiss me on the sidewalk
Take away the pain
‘Cause I see sparks fly whenever you smile

Cuatro días más tarde, quedaron para jugar con fuegos artificiales. A Kota, eso le parecía casi un juego de niños, pero nunca antes lo había hecho con sus amigos, porque nunca había tenido, por lo que el hecho de poder por fin encender fuegos artificiales con un amigo (porque ahora estaba seguro de que el menor era su amigo) le hacía, en el fondo, ilusión.
Yabu tenía que llevar una bolsa llena y Yaotome llevaría otra, cosa que se suponía tendría que entretenerlos durante más de un par de horas, tiempo suficiente como para olvidarse de todo y proporcionarles diversión para todo el mes.
Esta vez, cuando Kota llegó, el menor ya le estaba esperando, sentado a un lado del descampado donde iban a prender los fuegos. Parecía triste, perdido en su mundo como otras veces le había visto en los momentos en que estaban los dos solos o nadie más les prestaba atención (cosa poco corriente cuando había más gente a su alrededor).
- Yaotome-kun –le llamó, no tan fuerte como el otro lo hubiera hecho con él, pero tampoco lo suficientemente bajo como para que no lo oyera.
El otro se levantó tan pronto lo vio y le sonrió alegremente, levantando la mano para saludarle.
- ¡Yo! –exclamó el más bajito, acercándose a él un par de pasos a la vez que el otro terminaba de acortar la distancia-. ¿Qué tal?
- Bien –respondió Kota, devolviéndole la sonrisa. Desde que había conocido al menor, había aprendido a sonreír sin avergonzarse de lo que los demás pudieran decir de él, sin pensar en toda esa gente que ni siquiera sabía que él estaba allí-. Has esperado mucho, Yaoto-
- Hikaru –le interrumpió el rubio-. Llámame Hikaru.
- H-Hikaru… -repitió el mayor, notando como sus mejillas se enrojecían y ganándose una sonrisa brillante del más bajito.
- Bien ♥ -le felicitó Yaotome, abrazándole con cariño para demostrarle que estaba orgulloso de él por haber superado su miedo a entablar amistad con alguien.

Get me with those green eyes, baby
As the lights go down
Give me something that’ll haunt me when you’re not around
‘Cause I see sparks fly whenever you smile

Desde ese día, no había podido dejar de pensar en la sensación de tener los brazos del otro rodeándole y había intentado repetirse mil y una veces que no podía seguir de esa manera. El primer amigo que había tenido en toda su vida, y ahora iba a perderlo por tal tontería como un abrazo. Pero, por muchas veces que se lo dijera o probara de decírselo, lo olvidaba tan pronto le veía sonreír.
Faltaba una semana para tener que empezar las clases otra vez y Kota aún no había terminado los deberes. Estaba preguntándose qué haría para acabarlos todos en menos de cinco días (porque los últimos tres había quedado con Hikaru, otra vez) cuando su teléfono sonó.
Una hora más tarde, su mejor y único amigo se encontraba sentado delante de él en el suelo de su habitación, con la intención de compartir los deberes con él, para tener que hacer menos cada uno. Hikaru había empezado con los de inglés y ya casi estaba mientras que él tenía problemas haciendo los de literatura japonesa, así que se distraía echando miradas al otro de reojo.
En un momento dado, el menor levantó la vista justo cuando los ojos del más alto estaban clavados en su pelo. Yabu enrojeció y quería dar alguna explicación a lo que el otro le acababa de pillar haciendo pero las palabras parecían no querer salir de su boca. Hikaru sólo sonrió suavemente y le miró durante unos segundos. Su brazo se levantó y su mano acortó la distancia entre la piel de Yabu y la suya.
Cuando sus dedos ya rozaban los labios de Kota, el rubio se dio cuenta de lo que hacía y pareció entrar en un estado de shock. Sin pensar en los deberes se levantó del sitio donde estaba y sacudió la cabeza, disculpándose con una excusa cualquiera para poder marcharse de allí.
El mayor miró como se iba, incapaz de reaccionar, y no fue hasta que el otro ya había desaparecido que el hecho de pararlo pasó por su cabeza. Horas más tarde se regañaría mentalmente por ser tan lento a la hora de responder.

My mind forgets to remind me you’re a bad idea
You touch me once and it’s really something

Corrió hasta que sus pulmones no pudieron más y se paró cuatro esquinas después, apoyándose en la pared que tenía más cerca y llevándose una mano a la cara, que estaba seguro que tenía más roja que el bolígrafo favorito de su primo. Sin fuerza en las extremidades, terminó sentado en el suelo contra la pared que lo había sostenido y recordando la primera vez que había visto al mayor.
Sus mejillas se volvieron aún más rojas y lágrimas acudieron a sus ojos. Desde la primera vez que había visto, al otro había querido oír su voz; el primer segundo en el que había oído la voz del otro, había querido conocerlo mejor y, cuando por fin lo había conocido un poco, quiso poder estar con él a todas horas. Ahora que había pasado más tiempo con el mayor, lo único que quería era no perderlo. Pero había empezado a actuar sin pensar y tenía miedo de que eso estropeara la relación que los dos tenían.
¿Por qué había tenido que tocarle? Ahora se moría por tocarle otra vez y no sabía si podría evitar hacerlo cuando lo viera.

You find I’m even better than you imagined I would be

Kota estaba nervioso, había salido para comprar una cosa que su madre necesitaba para hacer la comida el día siguiente y se había encontrado con unos compañeros de clase del grupo que siempre estaba junto a Hikaru. Para su sorpresa, le habían reconocido casi al instante y habían empezado a hablar con él e incluso le invitaron a ir al karaoke con ellos.
Era la primera vez que salía con tanta gente y estaba temblando de los nervios. Por suerte para él, cuando llegaron al karaoke vio que entre la otra parte del grupo que allí había estaba Hikaru. Rápidamente, se sentó a su lado, para no tener que estar rodeado de desconocidos y cuando el otro le saludó con una sonrisa, algo se movió en su abdomen.
Había pasado más de una hora y tenía que marcharse si no quería que le cerraran la tienda pero, en ese momento, le daba igual, porque a su alrededor había personas que sabían de su existencia y que se interesaban por él. Yaotome, pero, sabía qué haría su madre el día siguiente y también lo que le faltaba, porque había estado en su casa el día anterior y la señora Yabu había mencionado que era mejor esperar casi hasta el último momento para conseguir ingredientes más frescos.
Fue por eso que se levantó, se despidió de todos con una de sus sonrisas brillantes y arrastró al más alto fuera del karaoke. Cuando el otro le preguntó por qué lo había hecho, él sólo contestó:
- Tu madre necesita los ingredientes, ¿verdad?

I’m on the guard for the rest of the world
But with you I know it’s no good
And I could wait patiently but I really wish you would

Los dos caminaban de vuelta al hogar del mayor, de lado y con la compra que acababan de hacer en los brazos. Hikaru iba despistado, riendo por un chiste que acababa de contar al otro, y no vio la farola que había justo delante de él.
El golpe le hizo caer en el suelo y soltar la bolsa de cartón que llevaba en brazos. Se llevó una mano a la frente y se la frotó, soltando un ‘Ouch’. Al no verlo a su lado, el más alto se arrodilló junto a él y le apartó la mano de la cara.
Yaotome miró el otro a la cara y vio que un suave sonrojo se extendía por sus mejillas. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Kota se estaba acercando a él. Sus nervios empezaron a verse claramente reflejados en su cara y cerró los ojos con fuerza. Fue una sorpresa sentir los labios del mayor en su frente.
- Con eso dejará de doler, ¿Verdad? –preguntó Yabu, sonriendo, a la vez que se alejaba. Un sentimiento cálido envolvió al menor y este sonrió y asintió con la cabeza.
- ¡Un!
 Antes de que se dieran cuenta, empezó a llover, y los dos tuvieron que correr para refugiarse en la cafetería más cercana. Una vez allí, los chicos se sentaron en una de las pocas mesas libres que quedaban, con las bolsas esparcidas a sus pies y el pelo húmedo.
Hikaru empezó a reír y él le siguió, sabiendo de la comicidad de la situación en la que se encontraban. El menor se levantó y fue a pedir un café para cada uno y Kota aprovechó para llamar a su madre y decirle que tardaría un rato más en llegar a casa.

Drop everything now
Meet me in the pouring rain
Kiss me on the sidewalk
Take away the pain
‘Cause I see sparks fly whenever you smile

Paró de llover cuando faltaban cinco minutos para las nueve. El café tenía que haber cerrado hacía media hora pero los dueños decidieron alargar el turno porque no querían hacer que todo el mundo se mojara de vuelta a casa.
Sin saberlo, habían ido a meterse en el local de unos amigos de la familia de Hikaru y, desde que se habían dado cuenta de que estaban allí, los dos dueños (una pareja encantadora) se les habían acercado y habían hablado con ellos todo lo que habían podido.
Eran las nueve cuando los dos chicos se levantaron, se despidieron de los propietarios del café y empezaron a volver hacia la casa del mayor. A medida que caminaban, las farolas se iban distanciando una de otra y todo se volvía más oscuro, un vecindario no necesitaba tantas luces como un barrio comercial.
Caminaban en silencio cuando una figura negra se puso delante de ellos. El más alto soltó un chillido y el otro, las bolsas de la compra, que volvieron a caer al suelo. Cuando la criatura empezó a caminar hacia ellos, los dos chicos se abrazaron, asustados.
Pero cuando esa cosa se acercó a la luz de la farola más cercana a ellos, se dieron cuenta de que no era más que un perro y el menor empezó a reír, el otro sonrió también. El más bajito le miró y fue entonces cuando se dieron cuenta de lo muy cerca que estaban. 
Los colores invadieron las caras de los dos chicos y ambos se quedaron embobados mirando al otro, la compra olvidada en el suelo. Poco a poco, sus rostros se fueron acercando hasta que sus labios se juntaron. Estuvieron paralizados durante unos segundos, sólo sintiendo al otro, pero el menor fue el primero en reaccionar y se separó de un salto, mirando a cualquier lugar menos a su amigo.
- Shit –murmuró a regañadientes justo antes de soltar un casi silencioso ‘Adiós’ y marcharse corriendo. 

Get me with those green eyes, baby
As the lights go down
Give me something that’ll haunt me when you’re not around
‘Cause I see sparks fly whenever you smile


Kota estaba sentado en el promontorio donde habían quedado. Sabía que tras lo que había pasado el día anterior, no podía seguir llamando la relación que tenía con Hikaru ‘amistad’, al menos no sin añadir algo más. No estaba seguro de que el otro fuera a venir a ver los fuegos artificiales con él, aunque lo hubiera prometido al principio del verano.
Demasiadas cosas habían pasado desde que se conocieron, demasiadas miradas a escondidas y momentos embarazosos e incómodos para seguir ignorando ese sentimiento que crecía más en su pecho cada día que pasaba. Tenía que consultarlo con Yaotome para comprobar si el otro sentía lo mismo.
Al pensar en eso, su mirada se volvió sombría. Hacía demasiado tiempo que la promesa había sido hecha, no sabía si, tras lo de ayer, el menor seguiría teniendo intención de asistir a esa ‘cita’. Decidió confiar en él, ni una de las otras veces que habían quedado tras sus momentos incómodos, el más bajito le había fallado a la hora de venir.
Fue por eso que, tras chequear miles de veces el reloj en tres minutos y esperar que el otro apareciera inesperadamente, cuando los fuegos artificiales empezaron, algo se rompió en el pecho de Kota. Hikaru no estaba.
Levantó la vista para mirar el espectáculo e intentó contener las ganas de llorar. Desde el principio sabía que iba a terminar así, que el menor un día dejaría de hablarle y nunca más lo volvería a mirar como un amigo, sabía que iba a pasarlo mal pero aun así se había dejado ilusionar. Y, ahora, solo otra vez, no podía evitar querer soltar la frustración en forma de lágrimas.
Justo cuando su línea de pensamiento llegaba a la peor parte, la que más estaba llena de autocompasión, algo movió su cabello. Pensó que era el viento hasta que notó unos dedos en su cuero cabelludo.
Se giró para ver quién estaba detrás de él y se sorprendió al distinguir el pelo rubio y los ojos verdes de su compañero de clase. Susurró su nombre y el otro sonrió, envolviéndole en un abrazo.


I’ll run my fingers through your hair and watch the lights go wild

Se sentía seguro a su lado, querido, esa fue la razón por la que lo escogió desde el principio, no porque quisiera sacarlo de su soledad, no porque le pareciera interesante, sino porque estaba seguro de que no iba a prestarle atención a nadie más, porque no tenía nadie más. Ahora, abrazándole por detrás, se sentía culpable.
Ese chico era uno de las mejore personas que nunca había conocido, el único que no le había abandonado ni olvidado cuando había conseguido tener otros amigos.
Escondió su cara en la nuca del mayor y se disculpó.
- I’m sorry… -susurró. Sentía haber tenido que recurrir a ese truco tan sucio para hacer un amigo y temía que la historia que había tenido con Drake se volvería a repetir. No quería perder a nadie más por el simple hecho de, a su manera, quererlo demasiado.
No quería que Kota dejara de prestarle atención. Era lo único que le hacía sentir bien después de haber recibido esa llamada la semana anterior.


Just keep on keeping your eyes on me
It’s just wrong enough to make it feel right


No llevaban ni medio minute abrazados cuando los fuegos terminaron. De golpe, como si las luces lo hubieran estado protegiendo hasta el momento, toda la tristeza que había sentido en el tiempo que llevaba allí se acumuló detrás de sus ojos en forma de lágrimas y estas tuvieron que bajar libremente por sus mejillas para mojar la camiseta del mayor.
El otro se giró, con expresión preocupada, y levantó la cabeza del más bajito para mirarle a los ojos. Lo que vio allí debió preocuparlo aún más porque se levantó rápidamente de la roca donde estaban sentados y le arrastró tras de sí, olvidando su bolsa, sin la que Hikaru nunca antes le había visto en ningún lugar.
El menor se dejó llevar hasta la casa de Kota y después, tan pronto la puerta se cerró tras de ellos y el mayor se hubo girado para mirarle a la cara otra vez, se abandonó al abrazo del otro y soltó todo el estrés acumulado por antiguos novios que le dejaron con el corazón roto y la condición de su abuela en el momento.
Yabu no sabía qué hacer para que el otro dejara de llorar, no podía pensar en nada que no fuera los momentos que habían pasado juntos y quería que el menor riera tal y como lo había hecho entonces, pero no tenía ni idea de como hacerlo. Estaba seguro que sólo pedirle que no llorara más no funcionaría, nunca lo había hecho con su hermana, por lo que evocó sus memorias e hizo lo único que pudo pensar, besarle.
El más bajito se aferró a su espalda y le dejó hacer, respondiendo a su beso, pero no dejó de llorar, aunque se calmó un poco. Tan pronto eso hubo pasado, el mayor se separó de él lentamente y acarició su mejilla suavemente.
Entonces volvió a cogerlo de la mano y lo llevó escaleras arriba hasta su habitación, sin soltar un solo momento su mano, ni dejar de acariciarla dulcemente con su pulgar.
Cuando llegaron al cuarto del mayor, Hikaru sintió que iba a estar bien, que podía superarlo todo siempre que el otro estuviera a su lado. Fue por eso que se abandonó a las palabras dulces susurradas en su oreja y a la manera en que el otro le miraba, haciendo que olvidara todo lo que había pasado hasta entonces, de todas las veces que había salido herido.

And lead me up the staircase, won’t you whisper soft and slow?
I’m captivated by you baby like a firework show


No fue hasta que volvió a clase que se enteró de que Hikaru se iba.
No es que se fuera para siempre, sólo iba a visitar a su abuela, que no se encontraba bien, pero aun así sentía que no podía dejarlo marchar sin pedirle que volviera, tenía miedo de que el otro se olvidara de él cuando no lo viera, como había hecho tanta gente antes. 
Salió corriendo del aula y se dirigió a las puertas del instituto, ignorando olímpicamente los gritos de su profesora para que volviera y el escándalo que sus compañeros de clase, los pocos que sabían de su presencia allí, hicieron para darle ánimos.
Llegó delante del hogar del menor agotado de tanto pedalear y si aliento por la prisa que se había dado y por el susto que se había llevado cuando empezó a llover y patinó, pero tuvo suerte de encontrar al otro saliendo de la casa.
- Hikaru –susurró, dejando la bici de lado.
El otro le miró con una expresión perpleja, incrédula, sin creerse que estuviera realmente allí y no fuera simplemente un producto de su imaginación.
- ¿Kota…? –murmuró el otro, con los ojos muy abiertos-. ¿Q-qué…? ¿Qué haces aquí? 
El más alto se le acercó sin decir nada y le abrazó, acercándolo mucho a su cuerpo, cosa que le hizo dejar caer la maleta al suelo.
- ¿Kota? –volvió a preguntar, sin poder responder al abrazo por la sorpresa.
- Haa guul ackum orst –le susurró al oído el mayor, pronunciando esas palabras en escocés que le habían costado tanto de aprender, y sin apartarse del otro chico, rogó-. No me olvides mientras estés en Escocia…
Drop everything now
Meet me in the pouring rain
Kiss me on the sidewalk
Take away the pain
‘Cause I see sparks fly whenever you smile

El más bajito le devolvió el abrazo y sonrió escondido en la curva de su cuello.
- ¿Cómo podría si acabas de pronunciar el escocés más horrible que nunca he oído? –rio suavemente, su aliento haciendo que el mayor se estremeciese-. Yo también –añadió, acurrucándose aún más contra Yabu-, tha gaol agam ort, Kota. 

Get me with those green eyes, baby
As the lights go down
Give me something that’ll haunt me when you’re not around
‘Cause I see sparks fly whenever you smile


La estación de autobuses estaba a diez minutos de la casa del menor pero ellos tardaron más del doble en llegar allí. Ninguno de los dos quería separarse del otro y sus manos agarradas fuerte pero suavemente lo mostraban a todo el que quisiera verlo.
Faltaba un cuarto de hora para la llegada del siguiente autobús que iba al aeropuerto (Hikaru había calculado el tiempo perfecto pero Kota le había hecho perder el bus que él planeaba coger) y los chicos estaban de pie en la parada esperándolo.
- Más te vale practicar para cuando vuelva –el menor amenazó en broma al más alto, mirando al infinito y escondiendo sus manos en los bolsillos de su camiseta.
- Lo haré –prometió el mayor, sonriendo débilmente, también evitando mirarle.
- Te echaré de menos –murmuró Hikaru, un deje de tristeza distinguible en su voz.
- Sólo serán dos semanas –contestó Yabu, intentando ser optimista por una vez en su vida-. Dentro de dos semanas volveremos a vernos –repitió.
- Catorce días es mucho tiempo… -protestó el menor, sin alzar la voz.
- Es sólo medio mes.
Conocía al más bajito lo suficiente como para saber que seguiría insistiendo a menos que cambiara de tema y no quería que lo último que se dijeran antes de que se marchase fuera le tiempo que tardarían en volver a encontrarse.
- Mírame –dijo, de pronto, cortando al otro en medio de una protesta.
Hikaru levantó la vista para encontrarse con los ojos del mayor. Su cara reflejaba su ánimo y la expresión que vio en ella no gustó nada a Kota, no quería recordarlo triste y apagado como entonces. Tal vez fue por eso que volvió a recurrir a una de las estrategias del menor para conseguir lo que quería.
- Sonríe –le ordenó, como había hecho el otro con él tanto tiempo atrás-. Vamos, sonríe –insistió, dándole ejemplo y acercándose a él para eliminar el paso que los separaba.
El menor le obedeció, recordando también aquella ocasión en el aula poco tiempo después de conocerse.
- Kawaii ♥ -susurró el mayor sobre sus labios, acabando de eliminar el espacio entre ellos para expresar como se sentía exactamente en ese momento con ese solo contacto.


And the sparks fly, oh baby smile
And the sparks fly

dijous, 9 d’agost del 2012

You Suck at Love

Pareja: Takanoo
Género: Drama, maybe? Puede que un poco de Fluff o puede que nada de los dos ¬¬UU
Tipo: Drabble
Palabras: 393
NA: El título no tiene casi nada que ver con la historia, es sólo la canción de Simple Plan que me inspiró para escribirla :)
NA2: Este fic va para Gigi, porque hoy no estaba teniendo un buen día y espero que esta tontería le ayude a pasarlo mejor.
Los dos chicos están sentados en el sofá del menor, el más alto llora por infinitésima vez desde que se conocieron y el otro sólo está sentado a su lado sin decir nada.
Inoo sabe el motivo de las lágrimas del mayor, incontables veces le ha visto derramando lágrimas por el hecho de no poder ser fiel a su pareja, incontables veces le ha visto llorando porque esta le ha dejado e incontables veces se ha encontrado en esta misma situación. Kei conoce a su compañero de grupo y sabe lo mucho que le gustaría poder tener una novia estable, pero también sabe que, aunque a Takaki le pese, no sabe, no puede, mantenerse fiel a una sola persona.
Así que, cada vez que él rompe el corazón a alguien, cada vez que el suyo se rompe de rebote, Yuya se dirige a Inoo y confía en el apoyo moral del menor, sabiendo que él nunca le va a fallar ni se va a reír de él por comportarse como una adolescente con el corazón roto, sabiendo que el otro siempre va a estar allí.
A veces, Kei se siente un poco sádico, porque, todas las ocasiones en las que el mayor recurre a él, todas esas veces que le escoge a él para verlo llorar y escuchar sus lamentos, le hacen feliz. Y lo peor para él es siempre la espera, el deseo, de que vuelva a ocurrir, para poder volver a verlo sentado a su lado en su casa, llorando por la novia que acaba de perder.
Kei Inoo está enamorado de Yuya Takaki pero, como sabe que el otro sólo está interesado en las chicas y en formar una familia con el tiempo, se conforma con ver esa cara del mayor que nadie más ve, ese Yuya vulnerable que no hace más que llorar a causa de algo que no puede evitar. Esa es la razón por la que, aunque estar escuchando los lamentos de más alto hasta altas horas de la madrugada, perdiendo tiempo de estudio y ensayos sea agotador para él, Inoo nunca va a negarse a escuchar lo que ya ha oído millones de veces y siempre va a estar allí para Yuya.
Porque, aunque sea agotador, el hecho de que el otro le muestre una parte de si mismo que nadie más ve le hace feliz.

diumenge, 5 d’agost del 2012

Boda

Título: Boda
Pareja: Yabuhika
Género: UA, Frikismo absoluto por parte de la autora
Tipo: Drabble
Palabras: 654

Es el día de su boda y él está nervioso. Todo el mundo lleva esperando esto desde hace más de dos años, cuando él y la novia se prometieron. El lugar lleva preparado más de una semana y todos están ansiosos por ver qué les han preparado el heredero de la empresa más importante de Japón y la hija del propietario de la Fundación más grande del país.
La ceremonia, los invitados e incluso el banquete están perfectamente planeados para conseguir la imagen deseada de la unión de las dos potencias más innovadoras del país asiático. Pero el novio está nervioso, y eso no formaba parte del programa.

Es el día de su boda, faltan menos de diez minutos para que tenga que empezar a dirigirse al altar a esperar a su novia y él sigue nervioso.
Alguien llama a la puerta de la habitación donde se encuentra y le saluda con una sonrisa. Esa sonrisa que siempre ha estado apoyándole desde las sombras. El novio mira al propietario de ese gesto y le suplica con los ojos que no le deje solo. El menor entra en el cuarto y se sienta a su lado, esperando que, con su presencia (que sabe que el otro encuentra apaciguadora), la calma llegue a su mejor amigo.

Es el día de su boda y se encuentra de pie en el altar. Los nervios han desaparecido pero algo más le invade, miedo.
La novia acaba de entrar y todos los invitados se han girado a mirarla. Un silencio casi mágico se expande por la iglesia y el novio empieza a temblar.
Paso a paso su futura esposa se acerca a él y el chico no puede evitar buscar los ojos de su mejor amigo, intentando encontrar la calma que acaba de perder. El otro le devuelve la mirada, una suave sonrisa en sus labios que no acaba de llegar a sus ojos.

Es el día de su boda y los novios están pronunciando los votos por última vez antes del ‘sí, quiero’. Los ojos de él deberían estar clavados en los de ella pero, en lugar de eso, lo único que son capaces de hacer es buscar los de su mejor amigo.
El menor vuelve a sonreírle y solo así, mirándole, es capaz de pronunciar los votos que lo unirán a ella para siempre, que lo separarán de la libertad, de su mejor amigo, para siempre.

Es el día de su boda y el banquete acaba de empezar. Todo el mundo se dirige hacia donde están los recién casados en un caos de felicitaciones, abrazos, besos y suaves golpes en la espalda del chico que acaba de atarse a unas cadenas que no lo van a soltar.
Entre la multitud, el novio distingue una figura que permanece quieta, sentada en su sitio sin mirar más lejos de su plato y añora los tiempos cuando los dos podían escapar de todo sólo dándose la mano y corriendo.

Es el día de su boda y tiene que abrir el baile. Su esposa le espera, él coge la mano de la chica y ambos empiezan a dar vueltas en medio de la pista. Los invitados sueltan silbidos de alegría y más de uno empieza a estar borracho.
Una canción entera después, los novios se separan. Ella se dirige donde está su padre para bailar con él y su marido se queda quieto en medio de la pista.

Es el día de su boda y ya está harto de pretender ser feliz. Con una mirada decidida se acerca a su mejor amigo.
- Hikaru –le dice-. Baila conmigo.
El menor le mira, confuso, y su cara empieza a sonrojarse. Antes de que pueda protestar, el novio se lo lleva al centro de la pista y se envuelven en un remolino de risas y comentarios ahogados.
Hoy, él se casa. Y, por primera vez en el día, Kota hace lo que realmente quiere.