dimarts, 28 de setembre del 2010

Deseo

Título: Deseo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Personajes: HSJ + Shoon & Taiyou
Pareja: YabuHika
Género: Romance
Tipo: One-shot
Sumario: 4 veces en que Yabu deseó que Hikaru fuera una chica + 1 vez que no lo hizo
NA: Al final lo he dejado en cuatro u.u  Perdonad si hay algunas faltas, pero es que me estoy cayendo del sueño ya acabo de traducirlo... Perdón por haberos hecho esperar tanto *reverencia* -___-

1.
Odiaba que le llamasen Yabumama. Él NO era una chica, ¡¿de dónde demonios sacaban que debía ser la madre?! Vale que se preocupara por ellos y que fuera estricto al mismo tiempo pero aún así...
Yabu estaba sentado en el sofá del camerino de los JUMP, acababa de oír una conversación entre los 7 donde le llamaban Yabumama y estaba que echaba humo.
Estaba hasta las narices y que los otros miembros de BEST estuvieran haciendo el tonto por el vestidor no le ayudaba mucho a calmarse.
Se enfadaba más y más cada segundo que pasaba hasta que, en un momento determinado, se levantó abruptamente y gritó:
-¡¡¡NO SOY UNA MUJER, JODER!!!
Sus compañeros de grupo pararon de hacer lo que hacían y se miraron los unos a los otros y después a su líder no oficial con los ojos como platos.
Kouta se volvió a sentar y, segundos después, sintió que alguien se sentaba a su lado. Cuando levantó la vista, vio que los otros habían salido de la habitación y que su mejor amigo le estaba mirando.
-Kouta... -empezó Hikaru conciliador-. ¿De qué iba eso?
Escuchándole decir eso, el mayor sólo hizo pucheros y apoyó la cabeza en su regazo, una idea le vino a la mente cuando lo hizo.
-Hikaru... ¿por qué no puedes ser tú su madre? -si Hikaru fuera una chica él no tendría que oír a los otros llamándole 'mamá' porque el menor lo sería en su lugar, y aún podría seguir siendo uno de sus padres, de cualquier forma...
Su mejor amigo rió por lo bajo cuando oyó su pregunta y entendió el por qué de sus acciones hasta el momento.
Sí, Yabu-papa sonaba mucho mejor en sus oídos, y él iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para tener a Hikaru como la madre.

2.
Yabu estaba paseando con su novio. Habían pasado toda la tarde practicando pasos de baile y lo único que querían hacer era relajarse.
Unos minutos más tarde, se pararon en un parque y se sentaron de lado en un banco. Se mantuvieron en silencio durante un rato, sólo disfrutando de la compañía del otro.
Ya era tarde y casi nadie pasaba por ese parque a esas horas, así que Yabu pensó que podía coger la mano de Hikaru sin preocuparse por estúpidos rumores (que serían totalmente ciertos) expandiéndose por internet.
Se levantó y cogió la mano de su novio para ayudarle a hacer lo mismo, murmurando un suave 'vámonos a casa', pero no le soltó ni cuando Hikaru estaba ya de pie y caminando.
Y no planeaba hacerlo hasta que vio una ancianita lanzarles una mala mirada. Rápidamente soltó la mano de su novio, quien se sobresaltó un poco por la falta de calidez, y probó de distraerlo de la abuelita, no queriendo que viera la manera en qué los estaba mirando. A regañadientes y para sí mismo, pensó que si Hikaru fuera una chica esa señora no les habría mirado tan mal.

3.
Kouta siempre había deseado tener una família; quería jugar con sus hijos mientras le sonreía a su esposa quien estaría mirándoles desde dentro de casa. Quería tener sus propios niños y presumir de ellos. Eso fue hasta que tuvo quince años.
Cuando tenía deiciseis años descubrió que estaba enamorado de su mejor amigo y vio que no iba a poder tener la pacífica vida que había planeado desde pequeño, no si quería seguir al lado de la persona más importante para él.
Lo aceptó porque no quería estar lejos de su brillante Hikaru y lo había aguantado hasta entonces. Pero había algunas veces cuando veía el menor interactuando con los 7, dándoles consejos, o cuando estaban caminando y veían cualquier pequeña família pasear y él veía la manera en que Hikaru les miraba, cuando en realidad deseaba que el menor fuera una mujer, para que pudieran formar su propia família.
Pero, ni siquiera medio segundo después, se golpeaba mentalmente por pensar así y sólo se acercaba al otro y le cogía de la mano. Entonces, Hikaru siempre le sonreía y él le devolvía la sonrisa sintiendo ese ya familiar sentimiento en su pecho borrar todos los pensamientos raros que pudiera haber tenido.

4.
Llegaba tarde. Había estado pensando demasiado y ahora llegaba 15 minutos tarde. Caminaba rápidamente por las calles, casi corriendo, no queriendo que los otros le esperaran mucho más.
Habían quedado en encontrarse delante del parque donde solían quedar cuando estaban aún juntos en un grupo y los cuatro se las habían manejado para tener ese día libre, pero él había estado demasiado distraído y había dejado pasar el tiempo ¡y ahora llegaba tarde!
Casí había llegado cuando algo atrapó su mirada. Era una tienda de vestidos de novia.
Redució el paso y se paró delante del escaparate, mirando hacia dentro de la tienda.
Podía ver una mujer de alrededor de veinte probarse un vestido blanco con una brillante sonrisa en sus labios, mirando a su reflejo en el espejo y a otra mujer quien le sonreía de vuelta.
Sin saber por qué, mientras las miraba, la imagen que percibía cambió y se encontró mirando a su novio sonriéndole desde el altar, vistiendo el mismo vestido que había visto en la tienda, convertido en una chica.
Sacudió la cabeza, recordó qué hacía antes de pararse y empezó a correr, llegaba demasiado tarde.

+1.
El menor aprieta un poco más su mano y él sonríe, es en momentos como este cuando lamenta haber deseado que el otro fuera una chica.
Viendo a Shoon y a Taiyou bromeando con su novio, se da cuenta de que si Hikaru fuera una chica, él nunca lo habría conocido porque nunca habría entrado en la Johnny's en primer lugar si lo fuera.
Comparándolo con la idea de no saber nada de él, la ira que sintió cuando le llamaban la mamá de los JUMP es menor que ínfima. Lo es, siempre que Hikaru se quede a su lado.
Puede que no puedan tener sus propios hijos pero tienen a Ryu... y a Yuto... oh, vale, y a Ryosuke, quienes siempre están dispuestos a tratarlos como a sus segundos padres.
Nota un suave apretón en su mano y un bajito 'Kouta' y se da cuenta de que ha estado en las nubes hasta entonces y de que sus amigos le están mirando curiosamente.
-¿Eh? ¿Qué decíais? -contesta, devolviéndoles la mirada.
Los otros empiezan a hablar y, esta vez, él también participa.
Unos minutos más tarde, Taiyou y Shoon se han alejado un poco discutiendo cosas sobre su universidad y les han dejado un poco atrás.
-¿Pasa algo? -le pregunta su novio, mirando a sus ex compañeros de grupo.
-¿Mm? Nada -le contesta, haciendo lo mismo que él.
No dicen nada durante unos segundos hasta que el mayor rompe el silencio:
-Hikaru... -el otro levanta la vista y le mira con una mirada interrogante.
-¿Qué? -pregunta suavemente el menor.
-Te amo... -Yabu continúa, la sinceridad palpable en su voz.
Hikaru se sonroja.
-Ya lo sé... ¿a qué viene eso, tan de pronto? -masculla, probando de esconder su nerviosismo y su cara al mismo tiempo.
Y Kouta sólo piensa que le encanta ver a su novio sonrojado y sonríe.
Le ama, y a la porra con todos los que les mirarán mal sólo por estar juntos. No importa siempre que no consigan separarles, y está seguro de que no va a dejar que eso ocurra.
Orgulloso de sí mismo por haber contrarrestado todos los argumentos que alguna vez le hicieron desear que Hikaru fuera otra persona a la que es, su sonrisa crece.
Y sobre el vestido de novia... siempre podía pedirle a Hikaru que se lo pusiera, ¿verdad?

diumenge, 19 de setembre del 2010

Anuncio: Información suplementaria

Hola!

Estoy posteando esto para informaros de que puede que a partir de ahora no suba casi nada en este blog a menos que sean vacaciones... No es que no quiera... es sólo que el Bachillerato es más difícil de lo que pensé y cada día paso toda la tarde haciendo deberes u_u
Seguiré subiendo cosas esporádicamente pero no creo que pueda actualizar el blog tan seguido como hasta ahora (aunque sí, ya lo sé, tampoco lo actualizaba tan seguido...)

Para las que siguen 'Empezar de nuevo'... Estoy escribiendo tan rápido como puedo, siento no poder subir los capis más rápido -__-U


Ah, otra cosa... he pensado en publicar en un blog que tenía perdido por ahí desde hace mucho las ideas que se me ocurren... pequeños sumarios y cosas así... e información complementaria y totalmente irrelevante sobre los fics que escribo.
Os dejo el link aquí abajo:
Fallen Angels: Fanfic Info
Si os interesa saber las bandas sonoras de algunos de mis fics, o cosas que puede que llegue a escribir algún día, podéis pasaros por ahí ^^
El resto de ese blog es medio diario y hay entradas que escribí hace años (2, desde que lo empezé) y que no tienen sentido alguno... no tienen importancia, ingnorenlas...

Hasta aquí, Mari-chan ^^
A quien se haya molestado en leer esta entrada, gracias por llegar hasta aquí ^^

dilluns, 6 de setembre del 2010

Empezar de nuevo VI (b)

Título: Empezar de nuevo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST y, de momento, Chinen, Yuto & Yama-chan
Pareja(s): YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru)
Tipo: Capitulado
Capítulo: 6b/?
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?

NA: 2a parte del capítulo~
NA2: Siento que la historia se vuelva más y más deprimente con cada capítulo... u.u ...pero esa era la idea al principio... Juro que va a mejorar, sólo esperen un poco, ¿sí? Como siempre: Espero que os guste~ ^^
NA3: Este capi se lo dedico a Arumi por su nuevo proyecto... porque ya hacía falta un blog dedicado al YabuHika raburabu


Cuando despertó eran más de las doce del mediodía. Decidió que ya era hora de almorzar pero cuando intentó levantarse para ir a la cocina y comer algo se mareó y tuvo que quedarse en la cama, mirando al techo.
Probó de mantener la mente en blanco, cuando empezaba a pensar en lo que había pasado, el dolor de cabeza (causado en parte por la falta de sueño, ya que esa noche había estado despertándose cada dos por tres a causa de las pesadillas y las anteriores tampoco había dormido mucho, y también por concentrarse demasiado en los peores momentos) aumentaba hasta tal grado que le era casi imposible mantener los ojos abiertos.
Tenía que hacer algo para distraerse pero casi todos los espacios de la casa se traían malos recuerdos. Gritos en la cocina, miradas frías en los pasadizos, golpes en el salón… no podía huir de la parte violenta de su pasado pero tampoco quería recordar los momentos dulces, le dolían aún más que los amargos.
Cerró los ojos otra vez e intentó volver a dormir, podía ser que si descansaba un rato más el dolor de cabeza disminuyera y él pudiera hacer lo que debía: los deberes y tratar de convertir las lágrimas en una sonrisa.
Pero tan pronto consiguió aislarse el mundo exterior los recuerdos de los momentos que había pasado con cierta persona volvieron a invadirle la mente.
Su mejor amigo se había ido de vacaciones y él tenía que quedarse en casa por culpa del trabajo de su padre, hacía cuatro días que no sabía nada de él pero para su mente de 5 años parecía que el otro le había abandonado.
Sus padres ya empezaban a estar cansados de que Hikaru les preguntara cuando iba a volver Kou-chan de Okinawa, por lo que, cuando esa tarde recibieron una llamada de parte de la familia Yabu, ambos suspiraron aliviados.
-Hikaru-chan… -le llamó su madre desde el pasillo.
-¿Sí? -respondió el pequeño asomando la cabeza por la puerta de la cocina.
-Teléfono -dijo su madre alargándole el aparato.
-¿Quién es? -preguntó el niño cuando ya cogía el teléfono.
-Kou-chan… -le susurró su madre para después irse ella hacia donde había estado su hijo poco antes.
-¡Kou-chan! -exclamó Hikaru tan pronto pegó el auricular a su oreja.
-¡Hika! -contestó su mejor amigo desde el otro extremo-. ¿Cómo estás?
-Bien -sonrió el menor-, papá nos llevó a comer un helado ayer y puede que mañana vayamos a la playa, si no está muy ocupado.
-Bien, ¿no?
-Sip…
-Nosotros sólo hemos ido de la playa al hotel y del hotel a la playa, Kaoru parece una gamba, deberías verla –este comentario acabó en risas por parte de ambos.
Cuando los niños dejaron de reír, el menor volvió a ponerse serio y le preguntó a su mejor amigo:
-Kou-chan…
-¿Mm…?
-¿Dónde estás ahora?
-En la habitación del hotel.
-¿Eh? ¿Por qué no me dijiste que ya te habías ido de Okinawa?
-Erm… Hikaru… el hotel está en Okinawa…
El menor permaneció en silencio unos segundos.
-No importa… ¿Cuándo vas a volver?
-El domingo, creo…
A partir de entonces los dos hablaron de cualquier cosa hasta que la madre de Kota le dijo a su hijo que ya era hora de cenar, por lo que ambos niños le pasaron el teléfono a sus madres y las dos mujeres se despidieron antes de colgar.
No hace falta decir que el pequeño Hikaru esperó más que impacientemente a que llegara ese domingo para poder volver a ver a su mejor amigo.
****
-¿Y aquí? –preguntó el menor a su mejor amigo-. ¿Qué tenemos que poner aquí?
-Los años.
-Ah.
Ambos niños estaban sentados en la habitación del menor, terminando un trabajo en grupo. Habían tenido suerte que les habían dejado hacer los grupos a ellos y estaban juntos, normalmente no había nadie en su clase que les aguantara cuando se les metía algo en la cabeza, a ninguno de los dos, más que ellos mismos.
Yabu iba a quedarse a dormir porque tenían que acabarlo antes del día siguiente pero no habían pensado en empezarlo antes. Lo terminaron mucho antes que lo que habían pensado iban a tardar pero ninguno de los dos pensó en repasarlo, en lugar de eso estuvieron jugando hasta bien entrada la noche.
Suaves risas mezcladas con susurros fueron la banda sonora de el aprobado justo que les valió el trabajo.
****
-No has hecho nada, Kou-chan -contestó. Era verdad, el que no podía seguir como hasta entonces era él.
-¿Entonces por qué…?
-Kota, lo siento -eso también era cierto, no había nada que hubiera sentido más en su vida, tener que alejarse así de su mejor amigo, sin poder darle ni siquiera una razón, era mucho peor de lo que podía parecer desde fuera. Aún así se forzó a añadir-: pero ahora no tengo tiempo, ya hablaremos luego, ¿vale?
Se alejó tan rápido como pudo, sabiendo que el otro iba a esperar para arreglar las cosas, tal y como él le acababa de prometer. Pero el menor sabía que era imposible arreglarle, era imposible porque no podían obligar a su padre a cambiar su opinión y él no podía hacer nada contra el hombre.
Sabía que Kota estaría esperando el “luego” que él le había prometido, pero no podía llegar a cumplirlo de ninguna de las maneras.
****
¿Por qué te alejaste de mí?
Hikaru abrió los ojos, lágrimas rodando por sus mejillas.
Se levantó de la cama y, ignorando la inestabilidad de sus pasos, se fue a la cocina y comió lo primero que encontró: el desayuno que su madre le había dejado preparado.
Después se fue al baño, donde guardaban el botiquín, y se tomó una pastilla para el dolor de cabeza. Por primera vez desde que encontró a Kei y Dai-chan, se sintió tentado de coger unas cuantas más, las suficientes para que el dolor de su corazón desapareciera para siempre. Como tantas otras veces antes de conocer a los que habían sido su soporte durante dos años ya, se obligó a quitarse el pensamiento de la cabeza.
Se fue a su habitación y trató de hacer los deberes. El dolor de cabeza ya casi había desaparecido pero el de su corazón seguía igual.
No por primera vez desde que había empezado el curso, los hizo sin concentrarse en lo que hacía, sin siquiera repasarlos para evitar los errores.
Cuando acabó, sin tener nada más que hacer, se fue al salón y encendió la TV. Lo único que buscaba con eso era poner ruido de fondo, algo que le hiciera sentirse un poco menos solo.
Sabía que si llamaba a Kei o Daiki, cualquier de los dos iba a venir con sólo pedírselo, pero no tenía ganas de tener verdadera compañía, y también sabía que, con sólo su presencia como incentivo, acabaría contándoles todo lo que le pasaba por la cabeza y no quería, no podía dejar, que nadie se enterara de algunas de las cosas que tenía en mente durante sus peores momentos.
Se tumbó en el sofá y, mirando el techo, pasó lo que quedaba de día allí, con la tele encendida.
El día siguiente tampoco estuvo muy activo, también lo pasó con el televisor encendido. Aprovechó para limpiar un poco la casa, algo para mantenerse ocupado y no pensar en nada que no fuera lo que hacía.
Cuando faltaban sólo un par de horas para que sus padres volvieran, se encerró en su habitación. Puso su CD favorito a tope en el reproductor e intentó relajarse para poder, tal y como se había propuesto, recibirles con una sonrisa.
No le costó mucho fingirla cuando les saludó.
Le sorprendió notar a su padre más pálido que de costumbre y, aunque sabía que lo que les había hecho pasar a él y a su madre podría llamarse un infierno, no pudo evitar preocuparse. Era su padre, al fin y al cabo.

dimecres, 1 de setembre del 2010

It's worth it

Título: It's worth it
Autora:
Mari-chan (kaitovsheiji)
Personajes: Inoo Kei, Arioka Daiki, Yaotome Hikaru, Takaki Yuya
Pareja: InooDai
Género: Amistad, UA (Universo Alterno)
Tipo: One-shot
Advertencia: Chibi-InooDai
Sumario: Kei nunca ha sido como los otros niños de su edad y nunca ha conseguido relacionarse bien con ellos. Está ya demasiado acostumbrado a estar solo, a sentirse solo. ¿Qué pasará cuando conozca a alguien que tampoco ha sido nunca como los demás?

NA: La idea me pareció buena pero no me gusta mucho como ha quedado... Espero que a vosotros sí... u.u

“No eres como los otros niños de tu edad”
Esa frase se repetía cada vez que Kei le pedía permiso a su madre para salir a jugar con sus compañeros de clase, también eran frecuentes otras parecidas a:
“Tienes más responsabilidades de las que ellos jamás llegarán a tener”
“Eres un genio, hijo, y deberías estar orgulloso de ello”
Pero, ¿cómo podía estar orgulloso cuando nadie quería hablar con él? ¿Cómo podía estarlo cuando casi todos sus compañeros de clase parecían odiarlo a causa de su habilidad?
Lo único que hacía a parte de los deberes y de ir al colegio, donde, por cierto, nadie quería hablar con él, era tomar esas horribles clases de piano que tanto odiaba.
Su padre había estado a punto de convertirse en el mejor pianista del mundo, sin exageraciones, realmente era muy bueno, pero cuando tenía veinte años se fracturó algunos dedos de la mano en una pelea, aunque más bien fue una paliza que recibió, y nunca pudo volver a tocar con la misma fluidez que antes.
Cuando había visto que su hijo era capaz de reproducir igual o mejor que él cuando se acabó su carrera de pianista una canción improvisada cuando el pequeño tenía cinco años, había decidido cumplir su sueño a través de él.
Desde entonces Kei se veía recluso en casa después de las clases, en un colegio más que exclusivo para niños ricos, obligado a tocar las mismas canciones una y otra vez aunque lo hiciera perfecto casi siempre a la primera.
Lo peor de tener a su propio padre como profesor, era que le exigía muchísimo más que a cualquier de sus otros alumnos. “Es porque eres mucho mejor que ellos, hijo” le decía, pero el niño ya no estaba tan seguro de ello y hasta había llegado a equivocarse a propósito en más de una ocasión intentando que su padre redujera la presión que ejercía sobre él al exigirle más y más cada vez. Ninguna de las veces había funcionado.
Los recitales eran lo peor. Tener que tocar delante de personas desconocidas junto a músicos que eran al menos diez años mayores que él no era lo que se dice agradable. Tampoco lo eran las miradas que recibía de dichos músicos.
“Dime mamá, ¿cómo se supone que debería estar contento si no tengo nadie con quien compartir mi felicidad?” eran las palabras que quería decirle a su madre cada vez que ella se negaba a dejarle salir.
Desde su punto de vista, sus padres tenían toda la culpa de que hubiera perdido a su mejor amigo, Hikaru. Habían sido amigos desde la guardería pero cuando sus padres dejaron de permitirle jugar y le hicieron concentrarse en sus estudios de piano el otro gradualmente se había cansado de recibir negaciones cuando le pedía para irse a jugar juntos y lentamente había dejado de pedírselo. Desde hacía un par de años Kei le veía andando con alguien con quien él nunca había hablado, Takaki de su clase, si no recordaba mal.
Dentro de poco iba a cumplir nueve años y seguía sin poder hacer amigos. Que se saltara algunas clases (EF, los experimentos en química y biología…) porque su padre temía que pudieran dañarle las manos durante ellas tampoco le ayudaba a parecer más normal delante de sus compañeros.
A veces había llegado a pensar que hubiera sido mejor no nacer, pero un día conoció a alguien que le hizo cambiar de opinión.

-Chicos, hoy tenemos a un compañero nuevo –anunció su profesor desde la tarima, tan pronto empezó la clase de tutoría de primera hora-. Ha estado fuera del colegio durante bastante tiempo, por lo que va a necesitar vuestra ayuda para ponerse al día.
Dicho esto, el profesor salió de clase para invitar a entrar al niño nuevo. Los diez chicos que formaban la clase empezaron a hablar al mismo tiempo, la llegada de alguien nuevo siempre despertaba curiosidad. Unos pocos segundos después el profesor volvió a entrar en la clase, seguido del nuevo alumno.
Kei le miró, curioso. Parecía bastante menor que ellos, sus brazos y piernas eran muy delgados y bastante más cortos que los de los demás niños de su edad, parecía tener problemas para aguantar hasta su propia mochila. Pero, en contraste, tenía unos ojos que expresaban amabilidad y una sonrisa dulce que no abandonó sus labios ni un momento mientras se presentaba.
-Me llamo Arioka Daiki –dijo el pequeño, parado en frente de toda la clase. Su voz era suave y combinaba a la perfección con su sonrisa-. Yoroshiku onegai shimasu (Espero que cuidéis de mí)
Aunque lo primero que le vino a la mente cuando le vio fue que sería genial ser su amigo, Kei intentó eliminar esa idea de su cabeza. Estaba seguro de que el pequeño elegiría el lado divertido de la clase, los chicos que tenía permitido pasar el almuerzo fuera de clase y recibir las clases más divertidas, nunca a alguien como él que vivía rodeado de prohibiciones.

-Inoo-kun… -le sorprendió una voz a la hora de química.
Kei estaba en clase, solo, porque los otros estaban en el laboratorio.
Se giró para ver quien estaba hablando con él y su sorpresa fue mayúscula cuando encontró a su nuevo compañero de clase detrás de él.
No recordaba haberse presentado, ¿cómo podía el otro saber su nombre?
-El profesor te ha hecho salir a la pizarra en clase de mates –respondió el pequeño a su pregunta nunca formulada, ofreciéndole su tierna sonrisa.
Kei se sorprendió con la respuesta, primero: él no había dicho nada, ¿cómo podía el chico responder a su pregunta? y segundo: casi todos habían salido a resolver problemas, ¿recordaría Arioka los nombres de todos?
-Inoo-kun… -volvió a empezar el pequeño-. ¿Tú tampoco haces clase de química?
-¿Tampoco?
-Yo no puedo ir al laboratorio –murmuró el otro.
Kei le miró antes de responder:
-¿Por qué?
-Papá dice que es demasiado peligroso para mi salud –contestó Daiki-. ¿Puedo sentarme a tu lado?
-¿Eh? Ah… claro.
-¿Te molesta que te pida los apuntes? –preguntó el pequeño-. Realmente me ayudaría tenerlos.
-No, espera un momento –Después de buscarlos, Kei se los dio, murmurando un-: Toma…
El otro sonrió y le dio las gracias. Después le preguntó por qué no hacía las prácticas del laboratorio. Kei se lo explicó y Daiki, a cambio, le contó su motivo y por qué había estado ausente del colegio durante casi un curso entero.
El pequeño había estado ingresado en el hospital durante medio año y después había permanecido en casa, en una sala esterilizada para no volver a enfermar. Después de un par de meses más, por fin había convencido a sus padres para que le dejaran volver al colegio. Tuvo que bajar de curso, por las clases que se había perdido (aunque fuera un año menor que Kei iba dos cursos adelantado a los otros chicos de su edad) y pese a haber vuelto, había clases que antes tomaba y a las que ahora no podía asistir, sus pulmones y corazón se habían debilitado a causa de su enfermedad y corría peligro si hacía clases como educación física o las prácticas de laboratorio.
Aunque sabía que no estaba bien alegrarse por eso, en el fondo Kei estaba contento de que Daiki no pudiera asistir a las mismas clases que él tenía prohibido tomar. Eso significaba no volver a estar solo.
A partir de ese día, los dos niños pasaron sus horas libres juntos. Dai-chan tampoco podía salir a la hora de comer, por lo que compartían todo el tiempo que pasaban en el colegio.

Se acercaba un concierto importante y Kei tenía que practicar más que nunca antes, aunque no le costara tocar el piano, tenía que asegurarse de no equivocarse durante la actuación, decía su padre.
El hombre había intentado que su hijo pasara en casa todo el día, practicando las piezas que iba a tocar, saltándose las clases, pero Kei se había negado y le había dicho que si le obligaba a quedarse en casa no iba a tocar en el escenario.
Acabaron negociando que el niño asistiría al colegio pero iba a aprovechar sus horas libres, las horas en las que debería hacer clases que no tenía permitidas, para practicar en el aula de música del colegio.
-Dai-chan… -dijo el mayor cuando acabó la primera clase-. No puedo quedarme aquí durante las horas libres…
No le gustaba tener que dejar a su amigo solo, no después de que el pequeño hubiera tenido un ataque de asma (a causa de sus pulmones debilitados) dos días antes, pero era mejor dejarle un par de horas solo que tener que quedarse en casa y no verle. Después de casi cuatro años sin nadie con quien relacionarse le sabía mal dejar a Daiki sabiendo que podría volver a pasar lo que ocurrió dos días antes en el cambio de clase.
-¿Eh? ¿Por qué? -preguntó el menor.
-Tengo que ensayar… -respondió Kei, mostrándole la carpeta donde llevaba las partituras-. Lo siento…
-¿Puedo acompañarte?
-¿Eh?
-Sabía que tocabas el piano pero nunca te he oído, ¿puedo?
Kei no sabía qué responder, por una parte eso le permitía pasar más tiempo junto a su mejor y único amigo pero por otra le daba un poco de vergüenza tocar delante de alguien que conocía y a quien tenía aprecio, más teniendo en cuenta que ninguna de las piezas que tocaba le gustaban, ni siquiera una que había compuesto su padre poco antes de ver terminada su carrera, y, si no le gustaban a él, ¿cómo podían gustarle a otras personas?
-N… -intentó negarse sin sonar muy desagradable, pero Dai-chan no le dejó terminar.
-¿Por favor? -el tono suplicante combinado con los ojitos de cachorrito dejaron al mayor sin palabras.
Cuando Kei asintió con la cabeza, los labios de Daiki se transformaron en una sonrisa y el menor saltó encima de su amigo y le abrazó, a la vez que decía:
-Estoy muy contento, ¡Kei-chan va a dejarme escucharle tocar el piano!
La cara del más alto enrojeció y, con su mejor amigo pegado en sus talones, se dirigió al aula de música.
Una vez allí se sentó delante del piano y, viendo al pequeño tomar asiento en una de las sillas delate suyo, empezó a acariciar las teclas, a punto para tocar.
Dai-chan esperaba, paciente.
Por primera vez, Kei quería que alguien disfrutara con su piano, quería que Daiki sintiera lo que él había sentido cuando era pequeño y su padre le tocaba hasta que se dormía, darle las gracias por estar allí para él cuando se había sentido perdido.
Intentó poner el corazón en sus manos y transmitir todo eso con la melodía que emergía del instrumento.
Se concentró tanto en no fallar en ningún punto que olvidó todo a su alrededor, disfrutó tocando como nunca antes desde que su padre había empezado a darle clases de piano.
Se sorprendió cuando, después de que la última nota se desvaneciera en el aire, levantó la vista y encontró a un Dai-chan con lágrimas en los ojos.
-Da… ¿Dai-chan? -se levantó preocupado y se sentó al lado de su amigo-. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? -el pequeño negó con la cabeza y le abrazó-. Daiki…
Ninguno de los dos dijo nada durante un rato, el menor abrazando a su mejor amigo tan fuerte como sus pequeños brazos le permitían y Kei intentando que el otro dejara de llorar.
-Lo-lo que acabas de to-tocar -rompió el silencio Dai-chan, entre sollozos-, es… es perfecto.
Kei bajó la mirada para ver a su mejor amigo sonriéndole, aún con lágrimas resbalando por sus mejillas.
-Dai…
Él también sonrió y asintió cuando el pequeño le pidió que volviera a tocar.

A partir de ese día, las clases que su padre le impartía no le parecían tan pesadas y hasta el hombre llegó a preguntarle a qué se debía su cambio de actitud. Cuando no recibió respuesta pensó que por fin su hijo había entendido qué suponía tocar el piano, por qué valía la pena. Pasar solo la mayor parte del tiempo paró de importarle y las miradas que le dedicaban los demás músicos en los conciertos dejaron de incomodarle, porque sabía que, cuando saliera al escenario, Dai-chan estaría en la primera fila, sonriéndole.

Porque tocar para alguien, aunque fuera sólo una persona, valía la pena.