diumenge, 16 d’octubre del 2011

CRAZY HOUSE - Aventura 1

Título: CRAZY HOUSE - Aventura 1
Pareja: YabuHika, Tadaiki, Okanoo, Yamajima, Chiitaro
Género: UA, Família, Humor
Tipo: One-shot (o puede que el primer episodio de una serie de hechos que ocurren en la misma casa o.o?)
Palabras: 2263
Sumario: Sobre como Yama-chan se hirió y Ryu hizo una promesa inviolable a su media naranja.
Aviso: Incluye a Keiko (Inoo) siendo un incordio, camisetas de conjunto, un provador y Takaki siendo... bueno, Takaki.
NA: Esta historia salió de un cúmulo de frases tontas que GiGi me pasó un día por teléfono. Por si alguien se enamora de este universo y quiere que haga más paranoias de estas, lo único que necesito son frases random de cada uno de los chicos (por ejemplo: Yabu vestido de perro).
NA2: Ya os dije que era una paranoia, pero espero que os guste ^^  Espero que entendais que, como paranoia que es, esta historia incluye muchos OOC.
NA3: Para mayor coherencia de la historia, algunos de los miembros son chicas.



21 de Julio de 2011
Esa podría parecer una tarde cualquiera en la casa Yabu-Takaki y de hecho lo era, en esa casa siempre había una corriente constante de personas y mascotas, y eso era justamente por el carácter de casa difamiliar que tenía.
En esa casa habitaban, como bien señala el nombre, la familia Yabu (formada por Yabu Kota, su esposa Hikaru y sus tres hijos Ryutaro, Yuto y Keito, de 4, 8 y 15 años respectivamente) y la familia Takaki (integrada por Takaki Yuya, su mujer Daiko y sus tres hijos Keiko, la mayor, de 16 años, Ryoko -apodada Yama-chan por una excursión que hicieron cuando ella era pequeña-, la hija mediana, de la misma edad de Yuto, y Yuri (a quien todos llamaban Chii por un error de Ryu al llamarle igual que al perro que una vez tuvieron cuando empezaba a hablar), que tenía 5 años).

Desde que había entrado en el instituto, Keiko había estado demasiado ocupada con sus deberes y exámenes como para pasar tiempo con su familia (y los Yabu). Por ese motivo, su madre había estado preocupada y esa última semana había intentado sacarla de su cuarto, con el propósito de que se distrajera un rato, pero la chica no le había hecho caso y estaba empezando a hacerle perder la paciencia.
Como último recurso, esa tarde había intentado amenazarla con que se le caería el pelo si no dejaba de pensar tanto, pero lo único que había conseguido era una respuesta impertinente de su hija y empezar a preocuparse ella también por eso.

Mientras, en el salón, Yuya había cogido por banda a los dos hijos mayores de su mejor amigo y había decidido darles ‘la charla’.
El padre de la familia Takaki pensaba que Keito ya era los suficientemente mayor como para saber que tenía que usar protección si en algún momento llegaba hasta el final con alguna chica que le gustara, y creía que a Yuto tampoco no le vendría mal saberlo.
Con el fin de evitar que hicieran alguna tontería en el futuro, había planeado asustarles un poco.

Al ver al pequeño Yuri espiando lo que su padre hacía con los dos niños Yabu mayores, Hikaru se acercó a él, de la mano de su hermana, Ryoko, y le dijo:
- Yuri-chan, ¿quieres venir con nosotras a comprar ropa?
- Eh? Ah, ¡Hai!

Una vez en la tienda, Hikaru dejó a los dos hermanos en la sección de ropa infantil, pidiéndoles que escogieran algo, que ella se lo iba a comprar cuando se fueran, y se fue a buscar algo que hacía tiempo que tenía ganas de comprar.
Mientras ella estaba escogiendo un par de camisetas de conjunto para ella y su querido Kota, Chii se metió en un probador para jugar con el espejo y se quedó atrapado allí. Hikaru fue a pagar la ropa que había escogido y, después, a buscar a los dos pequeños, pero lo encontró fue a una desesperada Ryoko llorando y a un asustadísimo Yuri atrapado en un probador. Al parecer, la niña se había caído cuando intentaba ayudar a su hermano a salir de allí y se había golpeado la cabeza al tocar el suelo.
La mujer abrió la puerta del probador y sacó al pequeño de allí, luego, cogiendo de la mano a Yama-chan y con Chii en brazos, los tres se fueron al hospital para ver si el golpe que la niña se había dado era muy grave o no.
Mientras esperaban en la sala de espera, Hikaru llamó a su marido para avisarle de que iban a tardar un poco más, y le contó todo lo sucedido.

- ¿Quién era, papa? -preguntó Yuto que había oído como su padre hablaba por teléfono.
- Mama -respondió el hombre, y, sin pensar, le contó a su hijo lo que había pasado y el por qué de la demora de su madre y sus compañeros de casa.
No había sido buena idea. Tan pronto vio las lágrimas empezando a formarse en los ojos de su hijo, Kota se dio cuenta, había pronunciado la palabra ‘hospital’, después de casi perder a su esposa en el nacimiento de su hijo más pequeño, esa palabra se había convertido en tabú a los oídos de Yuto, y a él se le había olvidado en aquel momento y la había cagado.
- Yama-chan, ¿se morirá?
- No… no, no, no, no, no… Ryoko-chan va a estar bien, sólo ha sido un golpe en la cabeza… -contestó el hombre a la pregunta de su hijo, aún regañándose mentalmente por no haberse acordado del peor miedo del niño.
- ¡¿Que qué le ha pasado a mi Ryoko?! -gritó Yuya, metiéndose en la conversación dramáticamente (saliendo de un armario).
- Nada, sólo se ha dado un golpe en la cabeza.
- ¡¡¿Dónde está mi niña?!!
- Hikaru la ha llevado a urgencias por si acaso.
- ¡¡¡Daiko!!! ¡¡Keiko!! ¡Todo el mundo en esta casa! ¡¡¡¡Nos vamos a urgencias, preparaos!!!!
- Yuya, de verdad, no tienes que…
- ¡Cállate, Kota! Vamos, ven conmigo. -con esas palabras, el cabeza de familia de la familia Takaki, se llevó al mayor a su habitación.

Unos minutos más tarde, todo el mundo estaba en la entrada, esperando a quien había montado todo ese pollo, quien aún estaba en su habitación con su mejor amigo.
- Yuya… ¿de verdad tenemos que vestirnos así?
- ¡Pues claro que sí! ¡Estoy seguro de que a Ryoko le va a encantar que vayamos a verla de esta manera! ¿O vas a decirme que crees conocer a mi hija mejor que yo?
Ante ese comentario, Kota suspiró, y los dos salieron de la habitación donde habían estado hasta entonces. Yabu vestido de perro y Takaki, de rata.
- ¿Qué te crees que estás haciendo, vestido así? -regañó Daiko a su marido, dándole una colleja-. ¡Si quieres ir a urgencias a ver a tu hija al menos vístete adecuadamente!
- Hai, hime-sama…
- ¡Y espabíla! -le apresuró la mujer.
- Que penoso -murmuró Keiko por lo bajo, intentando que su madre no la oyera.
Keito sólo sonrió, incómodo, y Yuto y Ryutaro rieron abiertamente, cosa que sólo su condición de niños les permitía.

Ahora sí, unos diez minutos más tarde, todo el combo llegaba al hospital, en la puerta del cual les esperaban Hikaru, Ryoko y Yuri, el menor de ellos, llorando.
Al verlos, Ryu se puso a correr hacia ellos y se abrazó a las piernas de su madre. Ignorando a Chii, le preguntó a Yama-chan si se encontraba bien. La mayor le miró y asintió con la cabeza. Al ver eso, Yuri empezó a hacer más morros todavía y, intensificando su llanto, le gritó:
- ¡Ryu-chan es horrible! ¡¡Daikirai!!
Ryutaro se quedó de piedra, ¿qué le había hecho? Las lágrimas empezaron a formarse en sus ojos pero no pudo decir nada porque entonces llegaron los demás y su madre le cogió en brazos.
- ¡¡Ryoko!! -gritó Takaki-padre- ¿Estás bien? ¿¿Te has roto algo??
- No, papá, estoy bien.
Al oír eso, el hombre empezó a llorar a lágrima viva, haciendo que su mujer suspirara y siendo ignorado por todos los demás.
El grupo se dividió y volvieron a casa.

Tan pronto llegaron, Keito aprovechó la confusión para arrastrar a Keiko a su habitación.
- Keiko-chan…
- ¿Mmh?
- Hoy, tu padre me ha dicho algo que me ha hecho reflexionar… Hay algo que quiero contarte.
- ¿Nani?
- Yo… ¡Keiko-chan ga daisuki da! -dijo el chico, con la cabeza mirando hacia abajo.
- ¿Eh? A-atashi mo, daisuki desu… -contestó la chica, sus mejillas tan rojas y de la misma temperatura que el fuego.
- Hontou?
- H-hai…
Al oír eso, el chico la besó ‘apasionadamente’, decidido a eliminar dos problemas de una sola tirada (su virginidad y el exceso de trabajo de la mayor).

Yuto acompañó a Ryoko a su habitación y la ayudó a meterse en la cama.
- Yu-chan -le llamó ella, cuando el chico ya se iba hacia su cuarto.
- ¿Ha-hai? -contestó él.
- Has estado raro… ¿pasa algo? -al oír eso, el chico no pudo evitar que las lágrimas empezaran a formarse en sus ojos otra vez.
- Y-Yama-chan… n-no vas a morirte, ¿verdad?
- Claro que no, ¿de dónde has sacado esas tonterías?
- E-es que cuando m-mama tu-tuvo a Ryu… nos dijeron q-que podría ser que-que no pu-pudiera volver a ca-casa con nosotros o-otra vez y-y yo p-pensé que po-podría pasar co-como aque-quella vez y-y que Ryo-oko-chan podrí-ía no volver a ca-casa nunca más y…
- ¡Baaaka~! -le interrumpió la niña-. ¿Acaso me ves tú tan débil como para morirme así como así?
- Ryo-chan…
- Vamos -dijo ella, haciéndole un espacio en la cama al menor-, ven aquí.

Ryutaro, tan pronto había podido poner los pies en el suelo, se había ido a la sala de juegos, esperando que le dejaran en paz, porque no le había sentado nada bien que su principal compañero de juegos le dijera que lo odiaba.
Chii, viendo que se había pasado, le siguió hasta allí y se sentó a su lado, mientras el chico jugaba rabiosamente con un juego de bloques.
- ¿Ryu-chan… okotteru? -preguntó el mayor.
El pequeño Yabu no le contestó y el Takaki empezó a preocuparse.
- Ryu-chan… gomen ne… Realmente Yuri no te odia… Yuri sólo… no me gustó como te preocupaste por Ryo-chan y no por mí… -Ryutaro levantó la cabeza y le miró, sorprendido-. Boku wa ne… hoy me he quedado encerrado en un probador y no podía salir y tu mamá ha dicho que soy muy valiente porque mi papá habría estado mucho más asustado y… y yo tenía mucho miedo y no sabía cómo salir de allí y no me ha gustado como Ryu-chan no se ha dado cuenta… -explicó el niño-. Ryu-chan… prométeme que a partir de ahora Ryu-chan se preocupará siempre primero por Yuri antes que por nadie más… yakusoku desu ne? -el mayor alargó el dedo meñique hacia el otro, sonriéndole.
- Un… -asintió el menor, cogiendo el dedo del otro con el suyo.

Ahora que las cosas habían vuelto a la normalidad, o que eso pensaban los adultos, Daiko volvía a estar preocupada por su cabellera. ¿Podría ser verdad eso que le había dicho su hija antes? ¿Iba a quedarse calva de pensar tanto en ello?
No pienses en ello, no lo pienses, no lo pienses… ¡No! ¡¡Cuanto más intento no hacerlo, más lo hago!! ¿Qué hago, qué hago?” con los nervios que le provocaban sus propios pensamientos, había empezado a despeinarse frenéticamente.
-¿Qué te ocurre, cielo? -le preguntó su marido, mirándola con preocupación en los ojos.
-Nada…
-Vamos, hemos pasado ya demasiados años juntos como para que me trague eso…
Y, así, Daiko le contó a Yuya lo que le había dicho su hija y la paranoia que eso le había generado.
El hombre sólo rió por lo bajo y se acercó a su mujer, dispuesto a hacerle ver que hay muchísimas cosas más importantes y menos estresantes por las que preocuparse. Por ejemplo, si a sus tres hijos les apetecería tener otro hermanito menor.

Cuando llegaron a casa Hikaru se fue a su habitación a guardar las compras.
- Kou-chan~ -llamó a su hombre, para enseñarle la camiseta antes de guardarla en el armario.
- Dime -contestó él, entrando en la habitación donde se encontraba la mujer de sus sueños.
- Mira qué te he comprado -le dijo ella, mostrándole la camiseta alegremente.
- Por fin has encontrado un par de camisetas de conjunto, por lo que veo -sonrió él, luego añadió-: Aunque aún no entiendo por qué te gustan tanto.
- Mmm… me recuerdan a cuando salíamos juntos, hehe… -respondió ella a la pregunta sólo medio formulada de su marido.
- Entiendo…
Llegados a ese punto, no les hacía falta decir nada más, siempre había sido así entre ellos, se entendían sin palabras. Kota se sentó en la cama y miró como ella acababa de guardar las cosas.
Tan pronto acabó, el hombre se levantó y se acercó a ella, cogiéndola por la cintura y dándole un profundo beso en los labios.
- ¿Quieres saber qué me recuerda a mí a cuando salíamos juntos? -preguntó él, con una sonrisa seductora clavada en los labios.
- Creo que ya lo sé -sonrió ella, a la par que sus bocas se volvían a encontrar-. Peero… -le interrumpió antes de que él volviera a juntar sus labios por tercera vez-, lo siento pero ahora no podrá ser…
- Nande?
- Tenemos otras cosas más importantes que hacer, amor… nuestros hijos no van a alimentarse solos, ¿verdad?
- No creo que a Keito le haga falta comer nada después de lo que se debe estar tomando ahora… -empezó él a numerar los motivos por los que no era tan urgente preparar la comida como ella lo hacía parecer-, Yuto estará durmiendo un buen rato, debe estar cansado después de llorar tanto rato, y Ryutaro va a quedarse dormido encima del plato otra vez, ¿de qué sirve prepararle algo si después no se lo come? -acabó farfullando el hombre.
Sonriendo ante los murmullos de su marido, Hikaru se acercó a él y le dio un beso tierno pero cortante, una suave promesa de acción para más tarde. En vista de la perspectiva que su esposa le ofrecía, él dejó de quejarse y volvió a sonreír.
- Vamos, no te quejes tanto y ayúdame a hacer la cena, hoy nos toca a nosotros.
- Voy~ -contestó el mayor, sonriendo, era tan fácil para ella hacerle cambiar de opinión…

dissabte, 15 d’octubre del 2011

Okaeri

Título: Okaeri
Pareja: HinaMaru
Tipo: Drabble (199 palabras)
NA: Es raro pero esta semana he escrito más de lo usual ^^U (aunque solo sean 'cosas' que no vayan a ver la luz porque no me gustan). Parece que los éxamenes me inspiran xD
NA2: No sé por qué pero hacía tiempo que quería escribir un HinaMaru, espero que lo leáis aunque la pareja os suene rara n.nU
NA3: Mañana subiré un fic que escribí hace tiempo y que GiGi ha estado presionándome para que suba... Ése sí que es una paranoia total xP (pero, al menos, es JUMP n.nU)


Abrió la puerta de su apartamento, sacudiéndose el frío del exterior. Se quitó la chaqueta y la bufanda, junto con sus zapatos, a la par que cerraba la puerta.
Cuando había salido para comprar lo que necesitaba para la cena, pensó que, cuando él volviera, su novio ya estaría allí, así que ver la casa totalmente negra le sorprendió.
-Tadaima -dijo, por si acaso. Podía ser que el menor solo quisiera sorprenderlo, a veces, Maru tenía esos prontos, y podía llegar a organizar cosas muy tontas (y, tenía que admitir él, muy dulces) para conseguirlo.
‘Puede que el staff le haya pedido que se quedara un rato más…’ pensó, mientras caminaba hacia la cocina, la compra en brazos.
Pero, cuando cruzó el pasadizo, le pareció ver algo en el sofá. Estaba seguro de que allí se había movido alguna cosa.
Dejó la bolsa de papel en el suelo y se acercó a la silueta que ocupaba su sofá, sonriendo suavemente. Se paró delante del mueble y se inclinó hasta que sus labios tocaron los del otro.
-Tadaima -murmuró.
El menor se movió un poco y abrió los ojos lentamente, una sonrisa expandiéndose por sus labios.
-Okaeri.

diumenge, 9 d’octubre del 2011

Oscuridad

Título: Oscuridad
Pareja: YabuHika (en principio, pero no hay nombres y podéis imaginar a quien queráis ^^)
Tipo: Drabble (104 palabras)
NA: Siento no publicar nada más largo, pero es que pensaba escribir esta tarde ya que ayer tuve que acabar un trabajo de filosofía (dentro del cual había un examen de la selectividad, por cierto ¬¬**) y hoy por la mañana mis pantalones me han atacado (de verdad, son muuuy malos u.u***) y me he hecho daño en la mano y ahora me cuesta horrores escribir...
NA2: También siento que justo el fic que elijo subir (lo los drabbles que escribo cuando me aburro pero que no me gustan lo suficiente como para publicar o que son demasiado cortos -que es el caso de este-) sea tan deprimente, lo siento T_T

Cuando el mayor le besa no puede evitar pensar que hace demasiado desde que sintió sus labios por última vez. Tampoco puede eliminar las ganas, que lleva acumulando desde el accidente que le sumió en esa eterna oscuridad, de verlo. Pero lo único que puede hacer, mientras su expresión se contrae y sus ojos, que prefiere tener cerrados, amenazan con soltar todas las lágrimas amontonadas bajo sus párpados, es alargar los brazos y colocar las manos encima de su cara, sentirlo.
Y descubrir que el rostro del otro forma una triste mueca, que puede imaginar perfectamente, pero que nunca más podrá volver a ver.




Mmm... :S Es más larga mi nota que el fic en si x(
Como es tan corto, voy a subir un bonus ^^
Aquí teneis, de regalo, a la Hikaru de First Kiss ^^
Espero que os guste n.n


diumenge, 2 d’octubre del 2011

Monogram

Título: Monogram
Pareja: YabuHika (bastante disimulado, pero el amor está allí <3)
Género: UA, Família
Tipo: One-shot
Palabras: 1960
Sumario: Hikaru trabaja para alguien bastante fuera de lo común. Con sólo veintidós años, su jefe ya es el presidente de una de las mayores empresas del país, su inteligencia supera la media de los que superan la media y su físico no deja nada que desear. El único problema de trabajar con él, a parte de su más que apretada agenda, son sus caprichos. ¿Qué va a hacer el pobre secretario cuando su jefe le envíe a un lugar que él mismo querría olvidar?
NA: Tenía tres ideas para el fic de esta semana pero, al final, esta no es ninguna de ellas xD Simplemente me puse un concierto de Kanjani8 como banda sonora para hacer los deberes y cuando sonó esta canción supe que tenía que escribir algo sobre ella. Espero que os guste, lo he escribido en sólo un par (casi tres) de horas pero espero que tenga, al menos, algo de sentido. ^^

La idea era mirarlos un rato, jugar un poco con ellos y escoger el que más se adaptara a la vida de Yabu-san. En teoría, el plan era sencillo. En teoría.

Unos días antes de presentarme en el orfanato llamé y les comenté el perfil de niño que buscaba, no todo el mundo podía ser el presidente de esa empresa en concreto y había muchas características que el elegido debía cumplir. Sabiendo por qué se lo pedía, ya que la empresa llevaba generaciones yendo a escoger sus descendientes allí (sí, la primera vez que me lo dijeron yo también pensé que los niños no deberían ser tratados como si fueran mercancías, pero después de pensarlo un poco, creí que, mientras el escogido no sufriera demasiada presión a causa de las obligaciones que le caerían encima tan pronto saliera del orfanato, lo único que podía hacer su vida era mejorar; al fin y al cabo, la única cosa segura es que, vayan como vayan las cosas, el niño gana una familia), la chica que me atendió por teléfono fue muy amable y me aseguró que, tan pronto como fuera posible, me enviaría un informe con los niños más adecuados al perfil que necesitábamos.
Estuve un par de día repasando los datos que me habían llegado por fax y encontré un par de criaturas más que preparadas para asumir el puesto de futuro heredero (heredera en el caso de la segunda de ellas) de la empresa, aunque uno de ellos era bastante misterioso. Yuu y Miyu, tenía ganas de conocerles…

El primer día, se suponía que tenía que observar a todos los jugar un rato e intentar empezar a hacerme una idea de cuán buenos eran los niños en las relaciones sociales, al fin y al cabo, iban a necesitar buenos conocimientos en el arte de la persuasión y también deberían tener carisma si querían convertirse en el próximo gran jefe. Así lo hice y no tardé demasiado en situar a Miyu, tal y como decía su informe, era muy activa y siempre sabía como convencer a los demás niños para que jugaran con ella a lo que ella quisiera. Su sonrisa me cautivó en un instante y estuve a punto de escogerla directamente e irme de ese lugar. Pero algo me detuvo, tuve el presentimiento de que debería esperar un poco más y probar de hablar con ambos niños antes de precipitarme.
Una hora más tarde, me dejaron entrar en la sala donde jugaban todos los niños de entre 4 y 7 años. Casi de inmediato, un numeroso grupo se formó a mis pies y la mayoría de los infantes crearon un círculo a mi alrededor. No tardé demasiado en jugar con ellos y, cuando empecé a hacer malabares con tres pelotitas que una de las chicas me pasó, incluso los más reservados, que habían mantenido una distancia prudencial al principio, se fijaron en mí y empezaron a hablar conmigo.
Con la ayuda de la monitora (no sé de que otra forma describirla, ya que ‘vigilante’ suena bastante mal en este caso), formamos un círculo y empezamos a jugar a alguno de esos juegos tan populares entre los profesores de educación física en la primaria.
Sin darme cuenta, las tres horas que podía estarme allí (por designio y por horarios) habían desaparecido en forma de pasado y ya tenía que volver a casa y cumplir con la otra mitad del trabajo del día, papeles y más papeles… Me despedí de los pequeños y les dije que el día siguiente volvería, ya que esa era la estrategia hasta que escogiera al niño indicado.
Cuando me estaba yendo, me di cuenta de que había un niño con quien aún no había hablado. No se había movido de su rincón en todo el rato y ni siquiera había levantado la vista de las piezas con las que construía y desconstruía mil y una figuras cada minuto. ¿Sería ese Yuu-kun?

El segundo día entré directamente a la sala donde había estado compartiendo horas con los niños. La disposición de esa habitación era diferente al día anterior y todos los pequeños estaban haciendo los deberes o dibujando en las mesas que ahora estaban repartidas por todo la estancia. Todos menos uno, el chico que ni siquiera me había mirado el día anterior seguía construyendo figuras de bloques incansablemente. Me pregunté si ya había acabado sus deberes o si, simplemente no pensaba hacerlos e iba a acercarme a él cuando alguien me tiró de la manga. Miré hacia abajo y vi a Miyu-chan que me miraba sonriendo.
- Miyu ya ha acabado los deberes, ¿jugamos? -me dijo y, aunque había algo que me decía que tenía que conocer a Yuu (porque ahora estaba ya seguro de que ese era Yuu) ese día y sin demora, me dejé cautivar y le sonreí de vuelta, asintiendo a la vez que cogía la mano que ella me había extendido.
Ese día, las horas también se esfumaron, a diferencia del anterior, aunque estuviera jugando con los que iban acabando sus tareas y a pesar de que Miyu-chan se esforzaba al máximo por captar mi atención, no pude dejar de levantar la cabeza cada pocos segundos sólo para comprobar que Yuu seguía haciendo lo mismo.
Tan pronto llegué a casa, me arrepentí de haberme dejado despistar por la pequeña Miyu, que en aquel momento estaba seguro de que me tenía el corazón preso, y no haber cumplido con mi trabajo. Yabu-san me había dado cinco días de margen, pero estaba seguro que esperaba los resultados en tres y yo odiaba (odio) decepcionarle.

El tercer día me dirigí directamente hacia él. Seguía en el mismo lugar de siempre, haciendo lo mismo que los otros días, sin siquiera mirar hacia arriba. Me senté a su lado y esperé a ver su reacción, pero Yuu ni siquiera se movió a parte de los movimientos que le hacían falta para seguir con su incansable sucesión de figuras.
Al ver que no iba a decir nada, decidí empezar yo la conversación:
- Hola, me llamo Yaotome Hikaru.
Esperé a que me contestara, pero seguía sin haber respuesta por su parte y me determiné a no rendirme hasta haber conseguido que me dijera algo.
- Tú eres Yuu-kun, ¿verdad? Me han hablado mucho de ti. Me gustaría que fuésemos amigos, ¿qué me dices?
Nada. No me contestó y empecé a pensar que realmente no iba a sacar nada de insistir las veces que quisiera. Intenté recordar algunos consejos que me había dado el mayordomo de la mansión donde vive mi jefe para relacionarme con los niños y lo primero que se me ocurrió fue hablarle de comida. Ese era un tema que muchos niños adoraban.
- Mmm… ¿tienes alguna comida favorita, Yuu-kun? A mí me encanta el helado, ¿a ti no? Ah, acabo de acordarme de lo que más me gustaba cuando tenía tu edad… ¿quieres saberlo? - no esperaba respuesta, por lo que continué directamente-: La comida (si es que se puede llamar así) que me gustaba más cuando tenía tu edad eran las gominolas. Incluso ahora llevo siempre un paquete conmigo. ¿Quieres?
Saqué la bolsa del bolsillo interior de mi traje y le ofrecí algunas de las dulces bolitas de azúcar que contenía. Durante unos segundos no pasó nada, pero casi medio minuto después el niño desvió la mirada lentamente de sus bloques y la fijó en mi mano. Por un momento estuve seguro de que iba a coger uno de los dulces, pero algo se lo impidió.
-¡Yao-chan! -alguien se lanzó contra mi espalda y provocó al caída del paquete que sostenía en la mano, levanté la cabeza para ver al culpable y me encontré con Miyu, que me sonreía cálidamente-. Yuu es muy aburrido, ven a jugar con nosotras.
Dirigí mi mirada hacia mi izquierda, donde el niño seguía sentado y me sorprendí al encontrármelo mirándome. Nunca le había visto los ojos antes pero su mirada parecía suplicarme que no me fuera, que ignorara a Miyu (quien en ese momento me parecía la razón principal por la que el chico actuaba tal y como lo hacía) e insistiera en hablar con él, prometiendo tener un interior tan o más dulce que la sonrisa de la niña bajo la cubierta de indiferencia que mostraba a todo el mundo. Y yo, sin saber por qué, supe que tenía que hacerlo, que debía quedarme a su lado y convencerlo para que abriera la boca y me dijera algo. En ese momento ni siquiera me importaba que fuera uno de los que había escogido con antelación, o que no pareciera lo suficientemente carismático para convertirse en un gran líder, si siquiera pensaba en nada de lo que estaba haciendo allí. Lo único que llenaba mi cabeza era el sorprendente parecido que mi corazón encontraba entre ese chico y la persona que me había contratado cuando no tenía nada, que me había dado trabajo, un lugar donde vivir y esperanza para seguir haciéndolo. En un solo instante, todo el tiempo que había pasado con Miyu desapareció de mi memoria y supe sin saberlo ya había escogido.
- Lo siento, Miyu-chan, pero tengo algo importante que decirle a Yuu-kun ahora mismo.
Leer la expresión de la niña me fue casi imposible pero conseguí adivinar que ella ya lo sabía, entonces fue cuando me di cuenta de que había elegido a Yuu en el mismo momento en el que había visto sus ojos.
Miyu se alejó de nosotros a paso lento y yo me volví hacia Yuu otra vez. El niño seguía observándome, sin abrir la boca pero sin desviar la mirada un solo milímetro.
Sonreí en una expresión genuina de alegría y me acerqué un poco más a él, preguntándome si esa sensación cálida que había en mi pecho era, tan pronto, amor y descubriéndome deseando que lo fuera.
Me incliné hasta que estuve a su altura y le susurré al oído las tres palabras que provocaron la primera sonrisa que le vi realizar, la que me confirmó que mis sospechas eran ciertas y que no había caso en intentar negarlo, ya me había enamorado de ese niño y quería, deseaba, llevármelo a casa y que viviera con nosotros para siempre.
-¿Quieres venir conmigo?

Cuando volví ese día a la mansión, sabiendo que el día siguiente Yuu vería por primera vez esa la que sería su casa a partir de entonces, estaba más nervioso que la primera vez que la había visto yo mismo, cuando Yabu-san me sacó de la calle donde debería haber ido a parar un mes después y me llevó a su casa. Sabía que iban a preguntarme algo que no estaba preparado para responder.
Me dirigí a la habitación que el jefe usaba como despacho, al lado del cuarto donde dormía y llamé a la puerta. No esperé a que me dijera que entrara, pues nunca lo hace, y abrí directamente. Tan pronto entré, Yabu-san levantó la vista y su cara se relajó y pasó de estar seria a adoptar una expresión tranquila.
- Ya he elegido -dije, mirando a esos ojos de los cuales había encontrado la réplica casi exacta con el mismo poder para capturar mi atención y borrarme las palabras de la mente-. Se llama Yuu y tiene cinco años.
- ¿Por qué lo has elegido? -me preguntó él, a la par que se levantaba de su silla con las manos en la mesa.
Allí estaba la pregunta que no quería oír, la que ni siquiera tenía una idea de cómo contestar. Puede que fuera por eso que dije lo primero que me pasó por la cabeza.
- Por sus ojos.
Entre su interrogación y mi respuesta pasaron varios segundos y él los había aprovechado para acercarse a mí. Cuando oyó lo que le había dicho me sonrió cálidamente y me revolvió el pelo con cariño (o, al menos, a mí me lo pareció, soñar es gratis…).
- Bien hecho. ¿Dónde tengo que firmar?

カタチはないのに 確かな手触り
温かい 守り抜きたい
もしかしたらこれって“愛”?
Aunque no tiene forma, esta sensación
es muy cálida, quiero protegerla con todas mis fuerzas,
¿podría ser esto ser ‘amor’?