dissabte, 10 de juliol del 2010

Empezar de nuevo V (a)

Título: Empezar de nuevo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST y, de momento, Chinen, Yuto & Yama-chan
Pareja(s): principal: YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru) [y las demás estan por ver]
Tipo: Capitulado
Capítulo: 5a/?
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?

NA: Arumi~ gracias por tu comentario en la entrada anterior ^^ Me lo estoy pasando en grande aquí ^^
NA2: Bueno... no he podido acercarme a la biblioteca aún pero la novia de mi padre me ha dejado su ordenador... desde este puedo acceder a internet pero es muy lento (u.u) de aquí que no ponga la segunda parte del capítulo (por no hablar de que no lo he revisado y habrá un mogollón de faltas -.-U)... Escribir este me costó mucho, y mira que ya tenía la idea de lo que iba a pasar (si no, no imagino lo que hubiera tardado...)... Espero que lo disfrutéis ^^


Volvía a ser viernes. Ya había pasado una semana desde que había golpeado a Hikaru y ese tiempo se le había hecho eterno. Muchos de sus compañeros de clase habían visto lo ocurrido (a través de las ventanas del aula o estando cerca de donde se encontraban ellos) y, a causa de eso, el ambiente en el aula se había enrarecido.
El día había vuelto a empezar mal. Su hermana no le hablaba (en parte por su culpa), su padre tenía que dormir ya que el día anterior había vuelto del viaje de negocios muy cansado y de su madre no se sabía nada, sólo que había pasado la noche en el trabajo.
Aunque había desayunado y dormido bien, tenía malestar y no quería ir a clase, receloso de lo que le pudiera pasar. Por si fuera poco, aquél día les tocaba inglés y Mr.White, en la última clase, les había dicho que harían otro trabajo con los mismos grupos que el anterior ya que el resultado de este había sido mucho mejor de lo esperado.
Tan pronto llegó a clase, tarde, Kota fue regañado por el tutor cosa que provocó que la clase estallara en carcajadas, ya que el profesor también acababa de llegar.
Se sentó y Yuya le preguntó en susurros si se encontraba bien, desde que le había contado el anterior miércoles lo que había pasado con Hikaru (todo), su mejor amigo no dejaba de vigilarle para comprobar que no estuviera más afectado por lo ocurrido el viernes anterior de lo que demostraba. Aunque Kota le respondió que no había ningún problema, Takaki siguió mirándole de manera preocupada.
Las clases pasaron más lentas que nunca antes para Kota. Entre el miedo y las ansias por volver a estar en el mismo equipo con Hikaru los minutos se le hacían eternos. Quería disculparse con el chico, pero no se sentía capaz de hacerlo. Aunque hubiera sido el otro quien se hubiera alejado de él sin ningún motivo comprensible, al menos desde su punto de vista, Hikaru nunca habría usado violencia contra él (ni contra nadie, pensaba), por lo que su puñetazo hacía casi imposible la reconciliación entre ellos.
Durante el recreo, le pareció ver al vecino de Yuya, junto a otros chicos vistiendo el mismo uniforme, dirigiéndose hacia el edificio donde se encontraba el despacho del director. Sacudió la cabeza para deshacerse de esas ideas tan absurdas pero siguió perdido en sus pensamientos hasta que su mejor amigo le avisó de que debían ir yendo a clase, que el timbre ya había sonado.
La penúltima clase fue la menos estresante ese día. Al tener latín y estar separados de los de ciencias, Kota estaba más tranquilo, porque Hikaru tenía física aquella hora y el tenerlo fuera de la vista sumándole que esa era su clase favorita, hacían que le fuera mucho más fácil concentrarse y que pudiera pasar la hora sin ponerse nervioso.
De hecho, aquella fue la última hora para Kota, porque, cuando acabó la clase y Kota empezaba a irse hacia el aula donde pasaban la mayoría de horas, le pareció volver a ver a Chinen, esta vez solo, y decidió apartarse de la marea de alumnos que se dirigían hacia sus respectivas clases y seguir la figura del chico que iba hacia la sección donde se encontraban las clases de los alumnos de primero (que ese día no estaban porque habían ido se excursión).
Cuando giró la esquina que daba al pasadizo de primero, se encontró cara a cara con Chinen y con alguien al que no tardó mucho en reconocer, ambos sonriendo.
-Hola, Yabu-kun –dijeron los dos al unísono.
Kota, sorprendido, no pudo hacer más que contestar:
-Chii-chan, Yuto… ¿qué hacéis aquí?
-¡Sorpresa~! –respondieron los otros a un tiempo.
Viendo la cara de asombro de Kota, los menores se apresuraron a cogerle uno por cada brazo y arrastrarlo por el pasadizo mientras decían:
-Ven por aquí, Yabu-kun.
El mayor no pudo hacer más que dejarse llevar hasta la puerta del armario donde los miembros del club de jardinería guardaban las herramientas que usaban.
-¿Puedes hacernos un favor, sempai? –preguntó Yuto.
Yabu le miró y Chii continuó por su compañero:
-No podemos abrir la puerta, ¿te importaría ayudarnos a hacerlo?
-¿Y por qué queréis abrir la puerta? –había algo en los ojos de los chicos que le daba malas vibraciones.
-¿Por favor? –volvieron a hablar los dos menores a la vez.
Kota lo hizo pero, antes de poder ver lo que había dentro o de poder girarse para preguntarles qué se suponía que debían hacer ahora, sintió unas manos que lo empujaban, la fuerza de las cuales le hizo tambalearse y caer dentro del armario. Ni un segundo después oyó la puerta dar un golpe y como alguien la cerraba con llave.
-¡¿Pero qué…?! –empezó antes de que los otros dos lo interrumpieran.
-Lo sentimos, Yabu-kun –dijo Yuto.
-¡Hablad y haced las paces! –añadió Chinen-. ¡Discúlpate!
Antes de que Kota pudiera contestarles nada, Yuto continuó:
-Volveremos después.
-¡¿Qué?! ¡Chinen! ¡¡Yuto!! ¡¿Con quién se supone que tengo que…?!
No pudo acabar la pregunta ya que una voz lo interrumpió y entonces entendió lo que querían decir los menores.
-No van a escucharte… ya lo intenté –reconoció esa voz enseguida. Hikaru. Aún así, preguntó, para asegurarse de que no hubiera escuchado mal.
-¿Hikaru?
El chico no contestó, pero Kota sabía que estaba allí y eso convertía la situación en algo aún más extraño e incómodo.
Cuando los ojos se le acostumbraron a la poca luz que había en el armario, Yabu pudo ver que Hikaru estaba acurrucado cerca de las herramientas y que ni siquiera miraba a su alrededor, buscando una manera de entretenerse mientras estaban allí encerrados, por ejemplo, sino que tenía la vista perdida en un punto de la pared.
Durante un rato, ninguno de los dos habló. Al final, no aguantando más el silencio, Kota dijo:
-Hikaru… -el chico dio un respingo, sorprendido por las palabras del otro-. Yo… lo siento.
La frase quedó flotando en el aire hasta que Kota siguió con sus disculpas, viendo que el menor había girado la cabeza y le estaba mirando.
-Siento haberte… pegado el viernes. No sé por qué lo hice, yo sólo… -no se dio cuenta, pero mientras decía eso, se iba acercando lentamente a Hikaru. Inconscientemente, hacía mucho tiempo que anhelaba tenerlo cerca. Cuando volvió a pronunciar-: Lo siento –se descubrió tan cerca del otro que pudo haberle tocado y se sorprendió.
Pese a la oscuridad, pudo ver que Hikaru tenía los ojos humedecidos por las lágrimas y eso le sentó como un golpe en el estómago. Sin saber qué hacer, se dejó llevar y barrió esas lágrimas con sus pulgares. El otro dio un respingo, pero enseguida se relajó y Kota notó como más gotas resbalaban por sus manos, procedentes de los ojos de Hikaru.
Entonces lo abrazó, olvidando los años de distancia que los separaban, como lo hubiese hecho cuando tenían once años, antes de ignorarse mutuamente.
Poco después pudo sentir los brazos del otro rodeándole. Sabía que el chico lloraba, lo notaba por la manera en que los sollozos movían su cuerpo, y no quería que siguiera haciéndolo, por lo que volvió a separarse de él y a colocar las manos en sus mejillas.
Sin pensar en la situación en la que estaban, ni siquiera en las posibles consecuencias a sus acciones, acercó su cabeza a la del otro, recordando lo que solía hacer Hikaru cuando él lloraba.
-Shh… Hikka… -susurró al oído del chico, al tiempo que volvía a rodearle con los brazos-. Lo siento… no llores…
Después de decir eso, sin darle tiempo al otro para volver a aferrarse a él, sólo el justo para que le mirara, se alejó un poco y le sonrió, aproximándosele menos de un segundo más tarde y depositando un beso en su mejilla.
Acto seguido volvió a dirigir su vista hacia Hikaru, aún sonriendo. El otro le miraba sorprendido, pero, segundos después, también sonrió.
Sin saber por qué (desde que estaba encerrado en ese armario había muchas cosas que no sabía y muchas acciones que realizaba sin pensar), Kota quedó atrapado por la vista que se presentaba frente a él. Hikaru sonriéndole. Hacía tanto tiempo que no la veía que había olvidado lo mucho que le gustaba la sonrisa del chico.
Tampoco pensó en lo que hacía cuando, aprovechando que su, una vez, mejor amigo había cerrado los ojos, se acercó a su cara, como atraído por un imán, y juntó sus labios.
“¿Eh? ¿Qué demonios estoy haciendo?” se preguntó cuando notó la boca del otro junto a la suya. Sin embargo, se sentía bien tenerlo tan cerca, por lo que no se separó de Hikaru, menos cuando notó que el otro le devolvía el contacto.
Se separó del chico y quedaron uno frente al otro, mirándose perplejos. Ninguno de los dos sabía por qué habían hecho eso, pero en aquél momento tampoco podían pensar con claridad, demasiadas emociones e ideas mezcladas dentro de ellos. Alivio, confusión, miedo…
Puede que fuera por eso que a Kota se le escapó la pregunta a la que hacía tiempo que daba vueltas cada vez que veía a Hikaru.
-¿Por qué te alejaste de mí?
El menor alzó la vista de golpe, los ojos muy abiertos, y enseguida se levantó, alejándose de él todo lo que pudo en el espacio reducido que tenían.
Yabu iba a añadir algo más pero la puerta se abrió entonces, Chinen, Yuto y otro chico asomándose por ella.
-¿Qué? ¿Ya habéis hecho las paces? –dijo el chico al que Kota no conocía, sonriendo.
Casi no tuvo tiempo de acabar la frase que Hikaru les apartó de la entrada y salió corriendo del armario.
Viéndolo alejarse, Kota pudo oír el sonido del timbre de fondo, perdido en sus pensamientos.
“Estúpido Kota, ¿por qué tuviste que preguntarlo?”

1 comentari:

  1. no me puedes dejar así!!!!!
    me ha encantado esta primera parte! es tan asdasdas por fin se hablaron!
    pero quiero saber al igual que Kota que le cruza por la cabeza a Hikaru!

    ResponElimina