diumenge, 25 de setembre del 2011

When the lights die

Título: When the lights die
Pareja: Takadai
Género: UA, Fluff
Tipo: Drabble
Palabras: 281
NA: Mmm... Pues... ¡ya entregué mi trabajo! Ahora sólo nos queda esperar hasta el mes que viene para hacer la presentación oral, no creo que pueda hablar delante de tanta gente TT___TT (aunque el 'jurado' van a ser sólo 3 personas ¬¬U)
NA2: Bueno, pues este fic lo escribí un poco rápido y corriendo pero el resultado creo que no está tan mal como otros que publiqué sin dudar así que pensé... ¿por qué no? Además si no subo algo hoy, mabelu me mata xD
NA3: Y como Mari-chan es un poco tramposa y muy tardona, aprovecho por dedicárselo a Pao-chan, porque el año pasado por Navidad me pidió un Takadai y aún no le había escrito nada ¬¬U (lo siento~ TT__TT). Además, así veis que no me olvido de las que quedan, los fics llegarán, pero no sé cuando n.nU


Abrió los ojos, la habitación estaba oscura, volvió a cerrarlos. Aún estaba dormido.
El sueño lo invadía y, como se había convertido en una costumbre después de años de pasarse la noche de fiesta, se forzó a recodar qué había pasado antes de dormirse. Evocó una sonrisa u la satisfacción de un deseo cumplido pero no podía situar nada en aquel momento.
Volvió a abrir los ojos e intentó acostumbrarse a la oscuridad. Giró la vista esperando ver algo que le sirviera de orientación para recordar dónde estaba y qué había hecho. Su cuerpo se estremeció y su mente dejó de funcionar un momento cuando reconoció la pequeña figura durmiendo a su lado. Los recuerdos le volvieron de golpe. Lo había conseguido.
Después de meses intentando que el menor no le ignorara había conseguido, tres días atrás, una cita. Y ese encuentro había terminado en un volcán de sentimientos una vez metido en el cual él, el gran Takaki Yuya, se había doblegado y había confesado que llevaba casi un año enamorado del otro. La sorpresa había sido mayúscula cuando el joven asistente había contestado que a él también le gustaba y, tras asimilar la chocante información, habían acabado envueltos en un remolino de pasión que les había permitido expresar hasta el más confuso de sus sentimientos libremente.
Y ahora, el día siguiente, el hecho de haberlo conseguido estalló en una burbuja de felicidad en su aún aturdida mente y él volvió a cerrar los ojos, demasiado cansado para levantarse pero demasiado feliz para poder, o querer, volver a dormirse. Se acercó al cálido cuerpo que ocupaba la mitad de su cama y lo abrazó, esperando poder quedarse así para siempre.

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