dissabte, 27 d’abril del 2013

Empezar de nuevo VIII (b)

Título: Empezar de nuevo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST
Pareja(s): YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru)
Tipo: Capitulado
Capítulo: 8b/10
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?
NA: Después de más de un año... *retumbo de tambores* Aquí tenéis el capítulo ;)
NA2: Sé que puede que haya incongruencias médicas, aún no hemos estudiado el cerebro en la facultad por lo que no puedo aseguraros que esa parte esté bien. En cuanto al corazón, es verdad que un mal taponamiento de la fosa oval puede conllevar trombos e incluso afectar al cerebro. Dicho esto, os dejo con el capítulo.


Hikaru suspiró, había algo relacionado con el olor en los hospitales que le hacía odiar el lugar cada vez más. El hecho de llevar en él más de dos días sin saber aún por qué realmente estaban allí no hacía más que aumentar la fobia que estaba adquiriendo a marchas forzadas.
Recorrió los pasadizos con los dos vasos de café que había ido a comprar a la cafetería del hospital, uno para él y otro para su madre, porque llevaban demasiado tiempo allí sin saber nada y, aunque sabía que no se iban a dormir, ambos estaban ya al límite de sus fuerzas.
Todo eso empezó con algo demasiado habitual en su casa, su padre le estaba pegando cuando cayó, blanco, al suelo, con las manos en la cabeza. Asustado, Hikaru corrió hacia su lado e intentó reanimarlo, pero el hombre no reaccionó y el pánico que el chico sentía no hizo más que aumentar. Su madre volvía a golpear la puerta, los golpes habían parado y eso la obligó a preocuparse aún más. El adolescente se levantó, temblando, y abrió la puerta para que ella pudiera entrar. Hotaru tenía los ojos muy abiertos y su piel estaba, si cabe, más pálida que la de su marido.
El chico, al ver que su madre no reaccionaba, corrió donde estaba el teléfono y llamo a una ambulancia y, así, llegaron al hospital más cercano.

*****

Tras hacerse cargo del Sr.Yaotome, la enfermera fue a avisar a su familia. Enseguida se dio cuenta del aspecto deplorable que definitivamente presentaba el hijo de dicho señor. La enfermera informó a la señora Yaotome de que habían conseguido estabilizar a su marido y que le estaban haciendo pruebas y pronto podrían decirles la razón de su desvanecimiento.
Después de eso miró el papel que le habían dado los médicos a cargo de ese caso e hizo las preguntas pertinentes a las dos personas que habían acompañado al señor Yaotome al hospital en la ambulancia. ¿Ha sufrido otros ataques parecidos a este, el señor? ¿Hace ejercicio a menudo? ¿Fuma? ¿Sufre de estrés en su trabajo? ¿Estaba haciendo alguna actividad extenuante cuando se dio el ataque? y otras preguntas que sólo alguien experto entendería por qué se hacían fueron las que tenía escritas en el papel.
Sin embargo, cuando terminó las que tenía escritas añadió ella algunas otras más, llevaba demasiado tiempo en urgencias como para no darse cuenta que el titubeo que el menor, pues su madre parecía estar aún en estado de shock e incapaz de reaccionar, había tenido a la hora de responder algunas de las inquisiciones era más que sospechoso.

*****

El sólo hecho de recordar las preguntas que le había hecho la enfermera le provocaba arcadas. Sabía que no debería haber mentido diciendo que los moratones eran a causa de una pelea, que debería haber aprovechado el momento para confesar la tortura a la que su padre les había estado sometiendo durante seis años pero, igual que todas las veces que se había planteado denunciar el maltrato, había llegado a la conclusión que, aunque vivir con el hombre era un suplicio, vivir sin él sería peor, ya no por él mismo (hacía tiempo que había superado su complejo hacia su padre) sino también por su madre.
Su familia había sido de tradiciones fuertes y tras haber vivido toda su niñez y parte de su juventud bajo la influencia de su padre, Hotaru había pasado a depender del que ahora era su marido, de manera que si de pronto Hikaru se lo quitaba, la mujer se quedaría sin razones para seguir viviendo según sus costumbres ordenadas.
Hikaru suspiró. ¿Por qué los malditos médicos aún no habían averiguado qué era lo que le había fallado a su padre? No tendría que haber sido tan difícil, al menos sabían que el problema estaba en la cabeza. No entendía por qué había un cardiólogo involucrado ni por qué habían hecho llamar a un oncólogo… ¿No debería el neurólogo haber detectado el problema de una vez?

*****

Tras tres días de inquietud, el doctor supervisor del caso les había hecho llamar a su despacio. Lo que les había contado, aunque dicho con palabras sencillas, había hecho entender al chico la complejidad de la situación y por qué habían tenido que pasar por tantas pruebas antes de obtener la razón.
Su padre tenía un problema en el cierre de la fosa oval (una parte del corazón que, en el embrión, comunica las dos aurículas, pero que debe cerrarse tan pronto el bebé empieza a respirar), que había provocado que se formara un coágulo y esto era lo que le había causado el ataque que los había llevado allí.
Sin embargo eso no era todo. Cuando le hacían las pruebas para comprobar la extensión del posible daño cerebral causado por la falta de oxígeno e irrigación que había sufrido el encéfalo del paciente, los doctores habían visto una mancha inusual en las imágenes tomadas. Temiendo lo peor, habían querido analizarla y tras otra vista por parte de expertos, habían concluido que era un tumor. Aún no sabían si era benigno o maligno, pues la prueba que lo determinaría era invasiva y necesitaban consentimiento firmado de parte de la familia pero por el tamaño del abultamiento estaba claro que había tenido que haber alguna señal.
El doctor les preguntaró si habían notado algún cambio en la personalidad o la manera en que su padre hacía las cosas de un tiempo hacia el momento.
Las cosas empezaban a tener sentido en la mente de Hikaru, pero, aunque sabía que el infierno que habían vivido podía perfectamente no estar causado por los problemas médicos de su padre, el chico no pudo evitar sentir un mínimo hilo de esperanza.
Su madre firmó el consentimiento y, tras decirles que de no haber reaccionado tan deprisa, su padre estaría en condiciones mucho peores, el doctor se fue.

*****

Lunes. Por fin, Hikaru había conseguido que su madre dejara el hospital y le acompañara a casa para descansar durante unas pocas horas. Sabía que no podía dejarla sola, no estaba lo suficientemente estable emocionalmente y no quería que quemara la casa por casualidad mientras intentaba hacer la comida cuando él estuviera en el instituto. De ninguna manera podía ir a clase con su madre en ese estado.
Hikaru le mandó un mensaje a Kei-chan contándole qué había pasado tan superficialmente como pudo y pidiéndole que informara al profesorado del ingreso de su padre al hospital (sabiendo que con eso excusaría sus faltas de asistencia).
Les habían dicho que los resultados tardarían un par de días a llegar y que tenían que esperar hasta el miércoles para tener el diagnóstico definitivo.
El martes lo pasó como en un sueño. Por la mañana acompañó a su madre al hospital y por la tarde hizo los deberes que le habían traído sus amigos pero no estaba atento a nada de lo que hacía realmente.
Por fin llegó el miércoles y con él los resultados. Parecía que no era cáncer pero era de vital importancia que operaran para sacar el tumor del sitio y cauterizar la zona para evitar otro crecimiento anormal. La cirugía se haría ese mismo fin de semana y tan pronto el hombre despertara empezaría la recuperación.
Era como si le hubieran sacado un peso enorme de encima. Hotaru parecía mucho más compuesta por aquel entonces. Contrariamente a lo que le había pasado a su hijo, la mujer había ido ganando seguridad en los últimos días, de manera que era ella ahora la que estaba más preparada para cualquiera de las noticias que les pudieran dar.
Fue Hotaru quien obligó al chico a levantarse el día siguiente, ponerse el uniforme y desayunar para prepararse para el día de clases, argumentando que le iba a hacer bien tener un día normal y volver a acostumbrarse a la rutina.

*****

Hikaru sabía lo que le esperaba cuando llegara al instituto. Sabía que sus amigos no harían nada más que intercambiar miradas cómplices y preocupadas que le dejarían con mal sabor de boca y que habría alguien que no se callaría todas las preguntas que llevaba haciéndose desde hacía tiempo. Sabía que no iba a querer contestar las preguntas y que, por fin, iba a perder a la persona que había estado extrañando desde antes e separarse de ella. O eso, al menos, era lo que él creía, porque cuando su ex-mejor amigo le había arrastrado hacia detrás del edificio principal del instituto y le había ordenado, porque eso definitivamente no era una pregunta, que le contara lo que había pasado, lejos de sentir presión por la imposición forzada que le había hecho su ex-mejor amigo, un extraño alivio le invadió. Sin saberlo, había estado esperando que alguien le obligara a contarlo todo. Así que lo hizo.
De un tirón y sin levantar la vista del suelo le contó todo lo que había pasado, todas las razones que había tenido para cambiar y, aún más importante, como se había sentido en cada momento: la frustración, el miedo que había sentido, por él y sobretodo por su madre, las ganas de huir, el hecho de no poder hacerlo para no dejar a su madre sola… todo eso fluyó como agua desde su boca hacia las orejas del más alto, como si las palabras supieran cómo hacerlo para llegar y dónde exactamente tenían que instalarse para conseguir transmitir el mensaje.
Él no pudo apreciarlo, pero la expresión del mayor pasó de ser triunfante a sorprendida, y luego a algo parecido al horror, seguido rápidamente por preocupación y, al final, un sentimiento semejante al odio.
Cuando acabó y miró al otro a los ojos sabía lo que iba a decir, Kei y Dai-chan (aun sin habérselo contado todo) se lo habían dicho tantas veces al principio, que ya estaba harto de oírlo. La respuesta siempre había sido y sería la misma, no podía hacerlo.
- Tienes que den…
- No lo haré.
- Hikaru –oyó al más alto repetir su nombre enérgicamente, intentando hacerle entrar en razón.
Había pensado en ello tantas veces… Había soñado que lo hacía, que él y su made se libraban de la pesadilla y que volvían a ser felices, pero cada vez que se lo planteaba un sentimiento inamovible de tristeza aparecía en su corazón, obligándole a aceptar que nunca sería capaz de ser feliz sin su familia (que, aunque muchos no se lo pudieran creer después de toda esa pesadilla, incluía a su padre tanto como a su madre).
- Kouta –pronunció con fuerza, para que el otro le escuchara-. No lo haré.
- Pero… No puedes dejar que…
- No lo haré –reiteró el más joven, obligando al otro a mirarle a los ojos.

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