dissabte, 26 de juny del 2010

Empezar de nuevo IV (b)

Título: Empezar de nuevo
Autora: Mari-chan (kaitovsheiji)
Género: Drama, Romance (Shounen-ai), Amistad, Universo Alterno...
Personajes: Hey!Say!BEST y, de momento, Chinen (en el siguiente aparecerán al menos Yama-chan y Yuto)
Pareja(s): principal: YabuHika (Yabu Kota & Yaotome Hikaru) [y las demás estan por ver]
Tipo: Capitulado
Capítulo: 4b/?
Sumario: Hikaru y Yabu eran buenos amigos hasta que el primero cambió, se alejó de su mejor amigo y empezó a ignorarle. Ahora, después de seis años, han vuelto a juntarlos en la misma clase. ¿Volverán a hablarse? ¿Por qué Hikaru cambió de repente? ¿Se rendirá Yabu ante las negativas de este? y ¿Cuál es la razón por la que Inoo y Daiki están tan preocupados?

NA: Acabo de volver de la cena de fin de curso... cosa que en parte me deprime, porque puede que a muchos de mis, hasta ahora, compañeros no los vea más (aunque algunos de ellos no he hayan dirigido nunca más que las palabras de cortesía), por cambios de instituto y cosas así, y sé que voy a echarles de menos (aunque sólo sea el barullo que armaban en clase). Cuando he llegado allí sólo éramos tres, pese a haber llegado a la hora en que, supuestamente, quedamos. Mientras esperábamos a los demás, me puse a pensar en tonterías. Por ejemplo, ya me teníais allí a mi intentando recordar el estampado del los calzoncillos que se compró Yuto en ¿Shibuya? en Sensei wa Erai, cosa que no conseguí, por cierto.
NA2: Tenía la parte de Hikaru a medio escribir y tan pronto llegué a casa y pude robarle el portátil a mi hermana (maldita sea tener el ordenador en la habitación donde duerme mi madre) y abrirlo, continué. Falta poco para las cuatro aquí, pero no tengo sueño... culpa de la coca-cola que tomé en la cena... acabo de terminar esta parte... espero que os guste ^^



Al despertarse el domingo, aún con los ojos hinchados por haber llorado hasta dormirse el día anterior, el chico no pudo evitar acordarse del examen que tenía dos días después y pensó que no tenía nada que hacer con eso, demasiado tiempo desaprovechado como para sacar buena nota, más en biología, que le costaba de entender muchas veces.
Bajó a desayunar y le dio los buenos días a su madre, que estaba en la cocina. Al parecer, su padre ya había comido, por lo que no estaba por ahí, sino en su despacho, trabajando, igual que siempre.
Cuando acabó se ofreció a lavó los platos y le dijo a su madre que descansara un rato, que él se ocupaba de limpiar la cocina. Después de eso volvió a subir a su habitación diciéndose “Y ahora, a estudiar, no quieres (ni puedes permitirte) sacar menos de un ocho y medio, ¿verdad Hikaru?”
Decidido a concentrarse y a no dejarse distraer, cogió el libro de biología y se sentó en el escritorio, listo para empezar a estudiar. Sin embargo, cinco minutos después llamaron al timbre. Pensando que sería alguien reclamando a su padre o, como mucho, a su madre intentó volver a estudiar pero oyó a su madre llamándole.
Bajó las escaleras y se encontró a sus dos mejores amigos en la entrada, junto a su padre y a su madre.
-Venimos a estudiar -sonrió Kei.
-Pensamos que sería mejor para los tres si repasábamos en grupo -siguió Daiki.
Hikaru, viendo a su padre mirarlos de una manera extraña, se apresuró a presentarlos:
-Papá, mamá… Ellos son Inoo Kei y Arioka Daiki.
Al oír los nombres, la cara del hombre cambió (había visto que ellos estaban en los tres primeros en la mayoría de asignaturas junto a su hijo cuando fueron a recoger las notas del curso anterior) y les dedicó una sonrisa cálida, de las que no solía ofrecer pero cuando lo hacía te hacían sentir protegido, invitándoles a entrar.
Los tres adolescentes subieron a la habitación de Hikaru y empezaron a estudiar. Gracias a ellos Hikaru estaba seguro de que podría pasar el examen con la nota que necesitaba.
Se acercaba la hora de comer y la madre de Hikaru subió al cuarto de su hijo para preguntar a los amigos de este si se quedarían a almorzar.
-Gracias, Yaotome-san –dijo sonriendo cálidamente Inoo-. Nos quedaremos encantados, ¿verdad Dai-chan?
El aludido asintió y también sonrió a la madre de Hikaru.
Cosa de media hora más tarde, la mujer los llamó a comer. Los tres bajaron y se sentaron en la mesa, donde ya estaba el padre de Hikaru.
Al contrario de lo que podríamos esperar la comida fue francamente agradable. Tanto el padre de Hikaru como los amigos de este hablaron bastante, cosa que amenizó el rato que pasaron en la mesa.
Tan pronto terminaron, los tres chicos volvieron a la habitación de Hikaru para seguir estudiando y, cuando Kei y Daiki se marcharon, Hikaru les dio las gracias porque estaba convencido de que solo no hubiera podido aprenderse todo el tema de biología.
Se fue a dormir bastante más tranquilo que la noche anterior.
El lunes no hicieron más que repasar tanto él como sus amigos, tenerlos en las mismas optativas era lo mejor que le podía haber pasado aquél curso, y, cuando volvió a casa estaba bastante tranquilo y pudo repasar sin despistarse.
El martes le sobrevino el estrés desde primera hora de la mañana; ¿y si no le iba bien el examen? ¿Y si no le salían las palabras una vez delante del papel? Pero, a la hora de la verdad, el examen no le pareció tan difícil y, aunque estaba seguro que había fallado un par de preguntas, esperaba una buena nota de la prueba.
El miércoles, aún y ya haber hecho el examen, le quedaba la presión de la nota, sabiendo que no se la dirían hasta el viernes. Como cada día, cuando llegó, el pasadizo estaba lleno de gente, pero ese día le molestó más que nunca los ruidos que hacían sus compañeros, por lo que se apresuró a llegar a clase rápidamente. En el camino de la entrada al aula, se cruzó con Yabu y, al hacerlo, le pareció oír un tenue “Buenos días”, pero desestimó la posibilidad inmediatamente. ¿Por qué querría hablarle Kota?
La mañana siguiente, se despertó de más buen humor, ese día había quedado con el grupo para terminar el trabajo de inglés, por lo que podría pasar más tiempo con sus mejores amigos sin tener que inventarse ninguna excusa, con sólo pedirle a Kei o Dai-chan que lo acompañaran después, tenía la coartada perfecta. Las clases no le estresaron demasiado y la peor hora del día fue la de inglés. Kota le saludó, pero fingió concentrarse en el trabajo que Mr.White les había mandado el viernes anterior para escaparse de la situación. Por muchas ganas que tuviera de volver a hablar con él, el recuerdo de los años que llevaban sin relacionarse podía con él y hacía que, cada vez que tenían que comunicarse, las palabras se le atascaran en la garganta o, simplemente, se sintiera demasiado incómodo como para contestar a las frases del otro.
Cuando acabaron las clases, Yabu se excusó diciendo que tenía muchos deberes y se fue a casa. Hikaru sólo suspiró, viéndose libre de otra situación incómoda.
Kei, Dai-chan, Takaki y él se encaminaron a la biblioteca del centro para terminar el concurso que tenían que entregar el día siguiente. Buscaron una mesa y, una vez situados, pusieron en común lo que habían hecho durante la semana cada uno y, mientras Daiki y Hikaru corregían las faltas que pudiera haber en las preguntas y pruebas, Takaki y Kei fueron a comprar las cartulinas que necesitaban para pasar a limpio el trabajo. Terminaron enseguida, ocho manos agilizan el trabajo mucho más de lo que puedan hacerlo cuatro.
Se dividieron en un par de grupos para irse a casa. Daiki y Takaki vivían en la misma dirección por lo que se fueron juntos, después de despedirse de lo otros dos. Inoo acabó acompañando a Hikaru a casa, no sabían si el padre del segundo estaría ya allí o no, por lo que Kei estaba mucho más tranquilo si escoltaba a su mejor amigo hasta su hogar.
Se despidieron delante de la puerta y Hikaru entró. Ese día fue uno de los mejores días de clase que tuvo en mucho tiempo, por lo que, cuando pasó la puerta y su madre le saludó con un abrazo, como siempre, le contestó con un “Ya estoy aquí” acompañado de un beso en la mejilla. Subió sus cosas a su habitación y bajó otra vez a ayudar a su madre en la cocina. Esa era, realmente, una tarea que disfrutaba haciendo y que no podía realizar muy seguido a causa de sus estudios.
Ese día se fue a dormir con una sonrisa en los labios, sin siquiera pensar en lo que hubiera podido pasar si le hubiera contestado a su, antes, mejor amigo cuando este le había saludado.
El viernes se despertó de buen humor, teniendo la tranquilidad de haber hecho tranquila y (estaba casi del todo seguro de eso) correctamente los deberes que el profesor de Química les había encargado.
Desayunó poco a poco y dio un beso a su madre antes de salir de casa, hacía un día brillante.
Tan pronto llegó a clase y, en la hora de tutoría, el profesor pasó lista se dio cuenta de que Takaki no había ido a clase ese día. No le sorprendió, el día anterior le había visto masajeándose las sienes más de una vez, por lo que asumió que no se encontraba bien.
La primera hora pasó apaciblemente, pero en clase de historia, segunda hora antes del patio, el profesor volvió a pillar a Kota despistado. Como todos, se giró para ver qué pasaba y pudo ver al otro con unas ojeras bastante notorias debajo los ojos, se preguntó por qué motivo habría estado despierto hasta tan tarde y volvió a asombrarse de lo poco que había cambiado el chico des de que se separaron. Esa vez, Matsuoka-sensei no se lo pensó dos veces y castigó a Yabu a ir el siguiente miércoles por la tarde a limpiar mesas. Hikaru no pudo evitar sonreír al reconocer la cara de fastidio de su mejor amigo de la primaria en la del actual Yabu Kota.
Se preocupó cuando el otro ni siquiera se levantó de su sitio durante la hora del recreo. Puede que hubiera sido él quien se hubiera alejado de su mejor amigo, pero no lo hizo porque quisiera, y seguía inquietándose por él.
El resto de clases siguió bastante normal, les entregaron la nota de biología y, aunque no era para saltar de alegría, no estaba tan mal (89/100 siendo la más alta el 95 de Inoo). El profesor White volvió a faltar, ya iban dos días, evaluándolo por los que no habían asistido a clase ese día, Hikaru podría haber jurado que la gripe había llegado fuerte ese año. Al contrario que el día anterior no había ningún profesor que pudiera hacer guardia esa hora y vigilarles, cosa que reforzaba la teoría de Hikaru, por lo que Inoo y Daiki se acercaron a su mesa y sacaron el trabajo que habían terminado el día anterior para perfeccionarlo. Viendo que Hikaru ojeaba la mesa donde estaba Yabo solo, Inoo y Daiki intercambiaron una mirada y le llamaron, invitándole a unirse a ellos.
Kota se les acercó lentamente y, en cuanto llegó donde ellos, les saludó:
-Hola.
Hikaru se forzó a apartar la vista de donde había estado el chico cuando sus mejores amigos lo llamaron, por lo que, cuando este saludó, no lo miraba y fingió que no estaba allí, si siquiera le devolvió el saludo como hicieron los otros dos.
Durante la siguiente hora se obligó a permanecer callado, pensando que el otro no esperaba, justamente, una respuesta suya, después de haberlo abandonado seis años atrás.
Era viernes, por lo que tenía que llegar pronto a casa, tan pronto sonó el timbre, se fue sin siquiera despedirse, sin saber que Yabu lo seguiría.
Ya estaba en el patio, que estaba casi desierto (la mayoría de los demás alumnos aún estaban recogiendo sus cosas) y se dirigía hacia la entrada cuando lo oyó.
-¡Yaotome! –lo ignoró, porque pensó que podrían estar llamando a otra persona, ¿quién querría hacerle pararse, justamente a él, de todos modos?
Siguió andando y, cuando estaba a punto de atravesar la puerta de entrada del instituto, notó unos pasos a muy poca distancia suya y, entonces, volvió a llegar a sus oídos otro:
-¡Yaotome! –reconoció la voz de Kota, por lo que se quedó helado allí donde estaba.
Sintió como Yabu le giraba a la fuerza y levantó la vista para encontrarse con los ojos del otro. La mirada de su ex-mejor amigo estaba tan llena de ira y, cosa que le sorprendió, de pena que le sobrecogió y casi no prestó atención a las palabras que abandonaron la boca de Kota, afiladas como puñales.
-¡¿Primero te burlas de mí y ahora me ignoras?!
Eso desconcertó a Hikaru… ¿cuándo se había burlado él de Kota? Lo único que pudo hacer fue aguantarle la mirada mientras intentaba recordar qué fue lo que hizo que pudo hacerle pensar a Yabu que se burlaba de él.
-¡No te hagas el tonto, Yaotome! –fue la siguiente frase que abandonó los labios del otro.
Hikaru intentó responderle que él nunca, en su vida, se había burlado de él, pero el otro no lo dejó hablar. El chico ni siquiera vio el puño de su una vez mejor amigo hasta que este impactó en su mandíbula, tan fuerte que le hizo tambalearse y encontrarse con el suelo.
Le tomó unos instantes reaccionar, pero, cuando su cerebro procesó lo que acababa de pasar, el corazón empezó a dolerle y notó los ojos húmedos. Se apresuró a recoger las cosas que se le habían caído al suelo al desplomarse él y, tan pronto lo tuvo todo, dirigió una mirada de interrogación, a la vez que llena de dolor y se marchó casi corriendo.
Lo único que estaba en su mente era llegar a casa, encerrarse en la habitación y llorar hasta que no pudiera más. Tan metido estaba en su pesar que, cuando su madre le saludó y, ni siquiera un segundo más tarde, se alarmó por el moratón que empezaba a formarse en su mandíbula, la ignoró y se comportó de manera descortés con ella por primera vez en su vida.
Dejando a una Hotaru preocupadísima en la entrada, el chico sólo subió a su habitación y se encerró. No tenía ganas de ver a nadie y sólo podía imaginarse tumbado en la cama, imagen que enseguida se realizó.
Ni siquiera bajó a cenar cuando su madre le llamó y, aunque la mujer le trajo la comida especialmente a su habitación, angustiada por la idea de que no comiera nada (era su querido niño, al fin y al cabo), ni tan sólo probó su ración.
Tan pronto su madre abandonó la habitación, se llevó la mano al maxilar y, en cuanto tocó el lugar donde había sido golpeado, los ojos volvieron a humedecérsele al instante y, esa vez, no pudo contener el agua salada que enseguida resbaló de sus orbes, mojándole la cara.
Aquél día volvió a dormirse entre lágrimas, esta vez por un motivo reciente.

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